Madre Equivocada - Inseminada por Error

Capítulo 5: El embarazo.

Rápidamente, el médico lee los resultados:

—Señorita, usted está embarazada—expresa el médico.

—¿Es una broma? —reacciona Ana asombrada.

—No, para nada, véalo usted misma.

—Debe de haber un gravísimo error. Yo no puedo estar embarazada. Ja, ja, ja, no puede ser es imposible—protesta Ana, con escepticismo ante la noticia.

—Bueno mientras digiere la noticia, yo me tengo que ir, tengo todavía muchos pacientes que atender.

—Papá, esto es mentira. Tengo que hacerme este examen de nuevo, para dar con la falla, es imposible que yo esté embarazada, si yo jamás he tenido intimidad con nadie.

—Ya vámonos, Ana—responde su padre con aprensión.

—Papá, usted me cree ¿Verdad? —pregunta desconcertada.

—Salgamos de aquí—responde su padre, con mucha seriedad

Salen del hospital y antes, de subirse al auto de su padre, Ana le dice:

—¿Papá, usted confía en mí?

—Ana, por Dios cómo pudiste.

—Papá, te juro que no estoy embarazada es un error, es más paremos en la primera farmacia y me hago una prueba casera, para salir de dudas. Yo no estoy embarazada, papá, créame por favor—rompe Ana, inmediatamente en llanto ante la actitud inexorable de su padre.

—Vamos—dice su padre.

Se internan en el auto y su padre, está fuera de órbita, no le dirige la palabra a su hija. Mientras ésta lo mira de reojos y va envuelta, en un mar de lágrimas por todo el camino.

*****

Velozmente llegan a la casa, y Ana insiste en convencer a su padre, que la noticia de su embarazo en su farsa, su padre se mira suspicaz:

—Papá, dígame algo, su silencio me afecta. Por favor, necesito que me crea, usted sabe que yo nunca miento.

—Basta, Ana, pretendes verme la cara. Allí en resultados, dice que estás embarazada. Y para embarazarse se necesitan dos, y tú no eres la virgen María. No seas absurda, al menos enfrenta tu realidad y dime ¿Quién es el padre de tu hijo? Es el vago de Steven, responde por favor ¿Quién es? —pregunta su padre furioso.

Ana lo mira con desesperación, ya que realmente dice la verdad, jamás ha tenido intimidad con nadie, realmente fue fecundada de manera equivocada.

—No lo sé, no entiendo como estoy embarazada.

—Yo mejor me voy, tu cinismo no tiene límites, que decepción Ana, mi orgullo se ha roto en mil pedazos, ante esta noticia. Echaste por la borda tu carrera, eres una inconsciente—sale su padre de la casa y cierra, la puerta de un portazo.

En este momento, Ana se debate entre el rechazo de su padre y la verdad. Tiene en este instante, en alta voz la duda, de todo lo que está ocurriendo. Todavía no ata cabos, de la vez que fue al consultorio del doctor John Jhetro, para poder hallarle una lógica correcta a la situación, que se le pone de manifiesto.

Suena la puerta y es su hermano Abel, quien ingresa a la casa y de inmediato se asombra, al ver a su hermana tan afligida.

—Ana ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando?

En una medida desesperada, de hallar alivio, Ana se levanta, se abraza a su hermano y entre sus brazos le cuenta la verdad:

—Estoy embarazada—lo suelta sin tapujos.

—¿Cómo, no entiendo tú no eres virgen, pues?

—Si lo soy, pero según ese examen, que me hicieron en el hospital lo estoy. Mi papá no me cree, cuando le juro que soy virgen, piensa mal de mí. Me quiero morir, Abel.

—No hermanita, no digas eso. Yo si te creo, jamás te visto en nada raro con ningún, al menos que yo sepa. Pero te creo, tú no eres de las mienten. Si quieres vamos hacerte otra prueba, seguro esa esta alterada yo que sé. No estás sola, Ana.

—Gracias Abel, ahora me preocupa mi papá. Salió odiándome.

—No digas eso, si mi papá te ama. Eres la favorita, por ser tan buena e inteligente, nuestro padre te adora tonta, espera aquí que lo voy a buscar. Sé dónde puede estar, mientras seca esas lágrimas y la deja angustia, que esto lo vamos a resolver.

El buen Abel, le brinda el consuelo, que necesita la pobrecita en este momento, donde tiene tantos sentimientos encontrados.

*****

Mientras tanto en la Mansión Hufman, Tony en compañía de sus fieles amigo, buscan de salir un poco de la rutina, se distraen y son atendidos por el personal de servicio a cargo de la mansión. Se encuentran fuera, en la cómoda área de esparcimiento.

—Está casa es un sueño, hermano—comenta Alfred.

—La construyo mi padre pensando en todo, como buen arquitecto de sueños.

—Ja, ja, ja. El gran Samuel Hufman, uno de los mejores periodistas de este país—expresa Justin.

—Sí, mi padre era único, lo extraño mucho.

—Bueno vamos a dejar la tristeza, para otro momento. Les cuento, que estoy saliendo con Charlotte, me tiene comiendo de su mano—puntea con irreverencia el avispado Justin.

—Lo mismo decías de Mary, de Julia y hasta de Rossane—comenta Tony y todos, se mueren de la risa.

—En mi corazón, caben todas, hermano—dice el intrépido Justin, quien es el casanova del grupo.

—Deberías enseriaste, no eres un adolescente, ya tienes 30 años—menciona Tony

—Si apenas, estoy en la flor de mi juventud, no seas aguafiestas, Tony—lo reprende Justin.

—Tony, cuéntanos de aquella muchacha, que inseminaron con muestras tuyas ¿Qué ocurrió con ese asunto? —pregunta Alfred.

—El doctor y la enfermera, salieron del país sin dejar rastro. Aunque tengo pensado en acercarme a esa clínica, para conversar con la secretaria, investigué y la chica es la única, que continúa trabajando allí con la nueva doctora.

—¿Qué esperas? Probablemente, ella te pueda dar más detalles—asienta Justin

—Tu historia, supera la barrera de lo creíble, Tony, cuando me dijiste no lo puede creer. Con razón no me contaste en la oficina—comenta Alfred.

—Es un tema delicado, que no se puede hablar en cualquier parte.

—¿Dónde está Rebecca? —pregunta Justin, por la madre de Tony.




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