Mafiosa

Capítulo I

Alessia estaba revisando unos documentos sobre un negocio con el socio chino, cuando escuchó la puerta abrirse con brusquedad, no necesitaba levantar la mirada para saber ¿Quién era?.

—Estos son los papeles del policía que arruinó el negocio de nuestro cargamento — dijo la mujer tirando Los papeles en el escritorio de la mafiosa. 

—Te he dicho que no me gusta que entren sin tocar — expresó la rubia viendo mal a la pelinegra de ojos azules. 

—Creés en realidad que eso me importa — contestó con obviedad la pelinegra y Alessia rodó los ojos fastidiada, porque esa mujer a pesar de ser la única de todos sus empleados que no la respetaba, era la única en la que confiaba ciegamente, pues Charlene Rogers, no era solamente su mano derecha, sino era su casi hermana y mejor amiga; se conocían prácticamente toda la vida desde que eran pequeñas, la pelinegra era la hija de la mujer quién ella llamaba '' nana". 

La mafiosa empezó a ver los papeles que su mano derecha le entregó y se tensó inmediatamente al ver el mismo hombre que la noche anterior estaba en aquél bar celebrando su desdicha y ese gesto no pasó desapercibido por su amiga quién la inspeccionó con una ceja levantada por su reacción. 

—¿Lo conoces? — preguntó la pelinegra y ella odiaba que la conociera tan bien. 

—Eso no te incumbe — contestó mientras su mejor amiga la miraba divertida. 

—Eso significa que un si — planteó Charlene y la rubia rodó los ojos. 

—Informa a Derek que vaya en busca de este policía y que lo atrape con vida— ordenó Alessia y su amiga alzó una ceja al ver que por esa cabeza pasaba algún plan. 

—De acuerdo— comentó la pelinegra, pero no dejaba de mirarla. —Pero tú y yo tenemos una conversación pendiente — mencionó mientras cerraba la puerta del despacho de su mejor amiga. 

Se dirigió hasta el cuartel donde estaban todos los hombres que trabajaban para la mafia italiana. —Derek— llamó al chico castaño de ojos cafés, mientras el mencionado volvió a verla al escuchar la vos demandante de la diabla, aquella que catalogaban como una mujer peligrosa y de mucho cuidado, por que era capaz de sacar su arma y pegarle a cualquiera un tiro justo en el entrecejo. —Tienes un nuevo trabajo— informó la pelinegra señalando su oficina. —Entra — ordenó demandante y el chico sólo obedeció sin objeción haciendo que Charlene sonriera con malicia ya que a ella le encantaba que le tuvieran pavor. 

—Dime ¿cuál es mi trabajo diabla? — preguntó el chico sin mirarla a los ojos y ella sonrió aún más. 

—Debes buscar a este hombre — contestó entregándole una carpeta con la información necesaria. —, Y traerlo con vida— continuó y el chico frunció el ceño. —Son órdenes directas de la jefa— añadió y Derek asintió temeroso. —Tienen una semana para cumplir tu misión o sino otro acabará muerto — dijo con diversión la pelinegra y el castaño se tensó simulando el temblor de sus manos. —Puedes irte el reloj está corriendo— añadió la diabla y el chico salió casi huyendo de su oficina, causándole gracia a Charlene. 

Derek se dirigió a su grupo de confianza y les explicó cada detalle del secuestro, así que en dos días empezaron a estudiar los movimientos del policía, y al decir tercer día estaba planificado atraparlo y tenían un plan para ello. 

Por otro lado Diego estaba en revisión rutinaria de su hijo que parecía tener la mente en otro mundo, siempre estaba triste, después de ese accidente que le arruinó la vida y la única forma que su hijo podía recuperar el movimiento de las piernas, era una operación muy costosa que el policía no podía costear, ni aunque dejara su sueldo de todo un año. 

Salió del hospital con dirección a su departamento, pero en el camino una camioneta negra intersecto su camino, en una carretera solitaria. Él sacó su arma y comenzó a disparar mientras intentaba proteger a su hijo. 

—Papá cuidado — gritó Tanner, cuando se percató de la bala que se había encrustado en su pierna. Los hombres se acercaron, pero su arma se había quedado sin moniciones y su pierna herida no lo dejaba luchar con la misma resistencia que hubiera hecho sino estuviera herido, no resistió mucho y cayó en el suelo, por lo cual uno de los hombres se acercó con un pañuelo con seguramente cloroformo y lo último que escuchó fue a su hijo gritar comenzando a preocuparle y tener miedo, y no por él sino por ese muchacho que amaba sobre todas las cosas. 

 

 

 



#34588 en Novela romántica

En el texto hay: mafia, amor, dolor.

Editado: 18.12.2020

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