Prólogo.
La luna está en lo más alto del cielo. Yo me encuentro tumbada en un viejo colchón sucio y lleno de sangre, ya no me sorprende el estado en el que se encuentran las cosas, luego de un tiempo una se acostumbra a toda esta porquería. Lo único que me interesa es descansar y tomar una larga siesta, ya me olvidé de la última vez que me recosté, cerré los ojos y dormí sin preocuparme.
Escucho mucho movimiento en el asfalto, los muertos vagan por las calles, se oyen cientos de pies arrastrándose en una caravana de sangre y putrefacción, gruñidos y quejidos y litros de líquidos chocando contra el pavimento, Dios sabrá qué diablos es lo que se les escurre a esas cosas.
Me levanté para observarlos desde la ventana de un apartamento en un 5to piso. Antes me hubiera dado terror ese espectáculo, pero hoy los observo y su balanceo continuo y su paso lento son como una canción de cuna que me invita a conciliar el sueño. Sueños donde todo está bien, donde mamá me está preparando la cena, donde voy a la escuela y repruebo matemáticas, donde aún puedo ver a Iván directo a sus hermosos ojos azules.
¡TODO ESTO ES UN VERDADERO ASCO!
¡YA NO LO SOPORTO MÁS!
Es la primera vez en mucho tiempo en que lloro, que me desahogo, pero no todo está perdido, aún tengo algo por lo cual luchar, aun no ha acabado para mí. Debo alejarme de la ventana o podrían verme, creo que el ponerme sensible me hizo aterrizar en la realidad y lo peor de caer en la realidad es el hedor, ese hedor a muerte y descomposición de cientos de cuerpos se coló por la ventana y aterrizó directo en mi nariz, casi vomito del asco.
Debo dormir, al salir el sol tengo cosas por las cuales preocuparme, debo encontrar a Nicolás, debo encontrar a Lio y a Chester, ellos me necesitan, pero ahora no puedo hacer nada, no con esas cosas rondando por ahí, en la calle, en la casa del a lado, en el pasillo y en todas partes. No tengo fuerzas para encargarme de eso ahora, pero tendré que hacerlo apenas pueda.
Ahora me volveré a recostar y soñaré, ahora espero soñar con Nicolás, espero soñar con él, con Lio y con Chester, espero que se encuentren bien, que hayan llegado sanos y salvos al santuario y que allí esperen por mi regreso.
Ya es de día, no hay nada en las calles, pero aún escucho pasos en el pasillo y uno está golpeando la puerta del departamento como si intuyera que me encuentro dentro, creo que el hambre lo está guiando a mí, es peligroso si hay muchos de ellos allí afuera, pues apenas abra la puerta habrá uno esperando por mí, no podré salir de aquí sin encargarme de él, pero el ruido que haga apenas abra la puerta alertara al resto.
Me encuentro en un dilema, tengo que hallar la forma de acabar con el de la puerta sin alertar al resto y creo que tengo la forma de hacerlo.
Espero que con un cuchillo sea suficiente, de otra forma estaré en serios problemas. Me coloque detrás de la puerta, tan solo debo abrirla un poco para que entre uno solo de ellos. Fue más rápido de lo que pensé, abrí unos 20 cm la puerta y el muerto entró de costado, cerré velozmente y con un golpe preciso en el cráneo el muerto cayó.
¡DEMONIOS!
El ruido del desplome alerto a todos los del pasillo, ahora se encuentran merodeando en frente del departamento, para mi suerte, creo, son pocos y ninguno está intentando echar la puerta a golpes como hace un momento. Lo que me lleva al muerto en la sala, parece que algo bueno ha salido de esto, tengo en frente a un militar. Me va a ser de provecho, tiene un revolver y una AK-47, unas granadas y… un radio.
Sin demorar mucho tome el radio e intente dar con el grupo que se encuentra en el santuario. Durante unos minutos no capté ninguna señal cuando de repente
-¿Hola, hola?- distinguí la voz de Nicolás
-Nico, ¿te encuentras bien?-
-Maka, que alivio, estamos bien, el santuario sigue en pie.-
-Me alegra escuchar tu voz.-
-Dinos donde te encuentras, te iremos a buscar.-
-Quédate allí, llegaré pronto.-
-Está bien, Maka…hagas…no… avenida… podridos.- tanta interferencia cortó la señal.
No importa, solo sé que están bien, ahora mi problema es que cada vez oigo más y más pasos afuera del pasillo, creo que han llegado más muertos, más de los que puedo lidiar y han comenzado a golpear la puerta, creo que ya saben que estoy aquí, si entran estaré perdida.
Me dirigí a la ventana, creo que si salgo por la ventana y me dirijo al departamento de la derecha estaré a salvo, allí no he escuchado sonido alguno. Me vestí con el uniforme del soldado, cargué las armas, las granadas y por supuesto el radio y me dirigí al otro departamento. La ventana se encontraba sin seguro, lo que facilitó mi entrada, una vez allí comencé a explorar el terreno, como lo deduje, estaba despejado, mi tarea ahora es construir una barricada para que no entren aquí.
Moví todos los muebles y los apile contra la puerta que da al pasillo, todo de la forma más sigilosa posible, cerré las ventanas aunque sé que es imposible que lleguen por donde yo llegué, no me los imagino caminando cautelosos pegados contra la pared para no caer al vacío, con los torpes que son ni siquiera llegarían a salir por la ventana.
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Editado: 29.03.2020