— Quiero que te comportes, tu postura sea una adecuada, no hables si no te lo piden y por favor se respetuosa.
Mi madre entro sin aviso a mi habitación, solo la seguí con los ojos, mientras abría las ventanas de mi habitación para que entrara la luz. Me miró seriamente mientras yo solo estaba sentada en cama leyendo.
— Pero que carajos Laila!!.— Grito al verme.—¿Porque no estás lista?!, Te dije que hoy era la ceremonia.—Dijo con los ojos llenos de furia.
— Amanecimos fieras.— Dije con una sonrisa el rostro.- Primero que nada madre buenos días...
— ¿Cuales putos buenos días Laila?! Esto es importante para ti y toda la familia y como siempre arruinando todo!!.— Grito mientras se acercaba a mi
— En segunda madre.— Dije sin mirar el libro.— No se ni qué se festeja hoy... ¿Es tu cumpleaños o algo así?
— Le hablaré a tu padre.— Mi madre se movió hacia la puerta con su mano en el rabillo de los ojos.
—¿Cuál de todos?.— Dije en tono de burla.
— A furia.—Dijo antes de azotar la puerta detrás de ella.
Pude sentir como el oro que corre por mi venas desapareci dejando un tono pálido en mi piel, abrí los ojos ante su comentario, sabía que era cuestión de tiempo para que uno de mis padres abriera la puerta. Salte de mi cama para ver un aburrido vestido color perla esperándome cercas de la puerta. Me lo puse rápidamente, no tenía volumen simplemente era recto, como si fuera de la época de antes. No tuve que arreglarme el cabello ya que es muy corto y me puse mi corona. En cuanto está callo a mi cabeza la puerta calló al suelo.
— ¿Esto es enserio?.— Dije seriamente al apuesto hombre en mi puerta.
— Tu madre me dijo que aún estabas lista, vine a ver qué pasó. Sabes que yo no me ando con rodeos.
— Lo sé padre, pero creo que fue realmente innecesario tirar mi puta puerta!.— Grite con furia.
De un momento a otro tenía a mi padre enfrente de mi, se me fue el aire cuando tomo mi cuello bruscamente para asfixiarme lentamente
— Mira...— Dijo tranquilamente.— Tu y yo no somos iguales, no me vas a venir a hablar como se te de tu puta gana, o la próxima vez yo mismo me encargare de que te quedes sin inmortalidad.
Estaba en apuros cuando alguien aclaro su garganta detrás de mi padre.
— No creo que sea necesario llegar de nuevo a los golpes ¿Verdad furia?.—Dijo uno de mis padres, sabía quién era porque era su consentida.— Sueltala, o yo me encargaré de que te destierren de tu trono mandando te a las tinieblas.
Furia, me soltó al escucharlo hablar, pude tomar una bocanada de aire y antes de que se fue me miró con odio, solo tenía lágrimas en los ojos, pero no iba a permitir mostrarme débil
— Veo que necesitarás una puerta nueva.- Dijo mi padre mientras pasaba por encima de ella para acercarse a mi.— ¿Te encuentras bien pequeña? Sabes cómo es tu padre, me encargaré de hablar con el después de la ceremonia.
Asentí con la mirada triste.— Te vez bien padre, traes ropa digna de la realeza. Me gustan los diamantes en tu traje
— Tu también te vez bien hija, además tengo que hacerle honor a mi nombre, no por algo soy la avaricia.— Dijo con una sonrisa pícara.— Ahora salgamos ¿Quieres? Nos esperan abajo.
— Aún no me pongo mis zapatos.— Corrí al armario a buscarlos sin éxito.
— Aquí tienes unos.— Mire a mi padre y chasqueo los dedos haciendo aparecer una caja sobre su mano.— Ponte estos, como regalo de cumpleaños.
— No es necesario padre.— Abrí la caja y unos hermosos tacones con diamantes estaba dentro, lo mire confundida.— ¿Diamantes? ¿Esto es enserio? No necesito zapatos con diamantes incrustados.
— Que te los pongas dije ¿Tus otros tacones tenían Diamante?
— Por supuesto que no.— Dije sonriente.
— ¿Lo ves? Por eso tienes que usar estos, además, pronto vendrán a buscarnos, y si no estás lista te van a dar cuello
— Déjame me los pongo entonces.— Corrí a la cama con poco cuidado mientras que mi papá se arrodillaba.
— ¿Enserio pensaste que te los ibas a poner tu sola?. Para eso tienes a tu padre cariño.
Sentí tan lindo, el era el que mejor me trataba y estaba tan agradecida con el por todo lo que hacía por mi, me ayudó a ponerme de pie y me extendió la mano para bajar las grandes escaleras. Para encontrás a mis demás padre dignos de dioses griegos vestidos como príncipes azules.
— Te vez gorda, ese color no te cae y tu cabello parece como si te acabará de levantar.— Fue lo primero que escuche y levanté la vista y lo vi mirándome seriamente.
— Buenos días padre.— No iba a tolerar que me tratarán mal ese día, mucho menos porque era mi cumpleaños.— Me encantaría tomar tu opinión, se que lo que tienes es envidia, y aunque te arda la cola tienes que aceptar que me veo mejor que tú este día.
— Uuuuuuuu.— Dijo burlonamente soberbia.— Si te dio en la madre envidia.
— ¿Podrían controlarse? Estamos apunto de presentarnos ante nuestro señor y se comportan de está manera.— Dijo mi madre impaciente.
— Pero que perfecta te vez hoy cariño. te vez tan radeante y sexi.— Dijo mi padre que iba llegando.
— ¿Se pude saber en donde estabas? Solo te estamos esperando a ti.— Dijo soberbia con un tono fuerte.
— Es que si supieran.— Dijo con una gran sonrisa.— Había unos pastelitos así chiquitos en la entrada...
Hizo una seña con la manos indicando Is el tamaño de los pastelillos. Guardo silencio al ver el rostro de los demás padres, yo solo quería reír
— Bien no perdamos más el tiempo y salgamos de aquí.— Dijo seriamente mientras caminaba hacia la entrada,
En la entrada se abrió un portal, lo cruzamos y del otro lado era como si fuera una gran iglesia solo que tenía antorchas de decoración. Me dieron indicaciones, mis padres se fueron y me dejaron sola detrás de unas grandes puertas, estaba muy nerviosa podía decir que estaba temblando.