Santiago es un lugar muy alborotado, sin embargo siempre hay alguna actividad, ir de compras, visitar el zoológico, estar en las piscinas, salir a divertirse con amigos, pero lo más odioso son los famosos transantiago junto con los metros, siempre hay una hora donde las personas se amontonan para regresar a sus casas.
Bajo 37 grados me dirijo a casa, luego de salir junto con mi amiga Sara de compras, nos estamos en el metro y justo en la peor hora.
-Hey, quita esa cara larga- Sara habló- no pienses en el viaje, además de seguro que ahí encontraras a tu media naranja- dijo esto último con un deje de picardía. Sara es una chica de mi estatura, cabello castalo claro y ojos del mismo color.
-Seguro- le di una sonrisa de boca serrada
Se abrieron las puertas del metro dejando salir a muchas personas, casi cien, ingresamos a empujones junto con nuestras bolsas y nos afirmamos del barandal
-vaya vacaciones- dije con sarcasmo.
-no te quejes, pronto estarás frente a hermosas playas- comenzaba a aumentar la temperatura
-si, pero con el frío que habrá solo usaré sueter de lana- puse los ojos en blanco.
-Bueno mientras tu te mueres del frío, yo te mandaré fotos de como disfruto Reñaca "la playa de los argentinos"- lo dijo con tanta gracia que nos reímos algo fuerte, alguien de la multitud nos hizo callar, pero seguimos riéndonos solo que más despacio.
-Te voy a extrañar- le dije lo más sincera, no se que haría sin ella, es casi mi hermana, la que nunca tuve ya que mis padres no quisieron procrear a una segunda yo.
-Tonta, aún no te vas- su mirada es igual de triste- iré a tu casa mañana-
-Mi último día en la capital-
El trayecto era un poco largo, Sara se bajo una estación antes que yo junto a otro buen grupo de humanos, pasaron unos veinte minutos y llegué a mi destino. Bajé, subí las escaleras de la estación del metro, caminé unas cuadras y llegué a mi condominio donde solo habían departamentos.
-Buenas tardes Don Esteban- saludé al conserje, un hombre ya anciano y estatura baja, su esposa había muerto hace tres años, llegó aquí hace dos años, sus hijos no lo visitaban, pero el siempre agradecía tener su propia residencia y no estar bajo el tormento de enfermeras que cuidaban los asilos.
-Hola pequeña- dijo con una sonrisa tierna- tus padres ya están arriba-
Le sentí con una sonrisa y seguí mi camino, ingresé al ascensor, presioné el botón del número 5 esperé un poco para que se cerraran las puertas. Al salir me dirigí al pasillo de mi izquierda, había una alfombra roja con puntos dorados, las paredes son de cemento y color caoba, tres puertas más allá esta mi casa, ya habían cajas afuera, lo cual no me sorprendía porque nos iríamos mañana a primera hora.
-Hola mamá- dije al momento que esquivaba algunas cajas, ella era muy hermosa, su cabello color castaño oscuro, ojos cafés y de tes un poco morena.
-Hola cariño- se acercó -será mejor que la conserves tu- me tendió un collar con una piedra en forma de media luna, era hermosa poseía un color similar al mar, casi cristalino, estaba rodeada por un metal en forma de corazón- pontela- me dio una sonría de boca cerrada.
-Es bonita, ¿era tuya?-
-si, y ahora es tuya-
Le di una gran sonrisa y la abracé -gracias-.
-¡Meissa!- mi padre salió del baño con otra gran caja- ¿como estuvo el día de chicas?- el es muy divertido, solíamos jugar a los golpes cuando era más pequeña y ,solo algunas veces, solía mimarme, lo mas genial que posee son los consejos que me ha dado, realmente me han ayudado bastante.
-Estuvo... Interesante- digo con una sonrisa picara me gustaba hacerle pensar otra cosa, me miró curioso
-¿Habían muchachos?- alzó una ceja, su cabello era negro carbón y sus ojos un café mucho más oscuro, casi negros.
Doble los ojos -no papá, no hubieron muchachos- es un poco celoso respecto a los chicos.
-Me alegra eso-
-Victor, necesito tu ayuda- dijo mi madre al momento en que me dirigía a mi cuarto. Mi papá fue con cara maliciosa..
-¡cariño no hagas eso!- escuché decir a mamá, ya sabían los que estaban haciendo y mejor cerré la puerta, solían besuquarse delante de mí, por un lado estaba bien ya que demostraban su amor, pero por el otro a mi me molestaba que se besaran en mi presencia por que yo, a mis veintiun años, aún no daba mi primer beso y eso era frustrante.
Habían dos cajas en mi cuarto, tomé una y comencé a colocar algunos cuadros que tenia de cuando era pequeña, tomé otro y en él estábamos Sara y yo, sosteniamos unos helados, reflejábamos una gran felicidad, ahí teníamos unos diez años »vaya, como pasa el tiempo« dije para mi misma.
Busqué mi maleta para empacar mi ropa, por suerte no tenía mucha, guardé algunos perfumes y mis zapatos, la mayoría zapatillas.
No me di cuenta de lo rápido que pasa el tiempo, ¿como era posible que ya fueran las 10:00 pm cuando hace dos minutos eran las 7:00pm.
*rin*
Sonó mi celular, lo tomé, era un mensaje de Sara.
Sara
¡Mei!, ¡adivina lo que me ocurrió!- se me vino a la mente muchas cosas, ¿la asaltaron?, ¿le hizo pis un perro?, ¿murio su gato?
Yo
¿Murio el personaje principal de tu serie?- me reí ante lo que dije, se enojaría si ocurriera
Sara
!¿Que?!, ¡claro que no! No lo digas ni en broma- me senté en la cama
Yo
Entonces, ¿que es?
Pasaban los segundos y yo seguía en la intriga, comencé a morderme el labio inferior »!contesta!«
*rin*
Sara
¡Cristian me invitó a salir!, ¿puedes creerlo?- eso era hermoso, pero no niego que sentís celos ante eso, si tenía suerte sería su quinto hombre y yo no tenia ni un alma en pena que me quisiera
Yo
Oh, felicidades.
Espero que con él si dures
Sara
Claro que si, sabes que esperaba esto desde hace tres años
TRES !!!