PRESENTE.
CIUDAD DE NUEVA YORK.
DIARIO DE KIM TAEHYUNG.
Querido Diario,
Cuanto más tiempo paso con él, más invade mis sueños. No quiero recordar, pero se abre paso en mi mente.
Está aquí, bajo mis manos. Sus labios sobre mi piel. Es perfecto y cálido, y me digo que no va a huir esta vez.
Lo sostengo junto a mí, alejando el miedo, deseando que se pierda en mí. Que se quede. Y a pesar de que ya ha escrito una tragedia, quiero que cambie de opinión.
Entonces él está dentro de mí, y es la perfección.
Le doy la parte de mí que no puedo imaginar darle a nadie más. Me dice que es preciosa. Que no se la merece.
Después, me abraza como si nunca quisiera dejarme ir.
Creo que se quedará de esta manera. Que no cambiará las cosas.
Por supuesto que lo hace.
Se cubre de nuevo, tan disfrazado por capas que ni siquiera lo veo ya, sólo el dolor que deja tras de sí.
Le echo la culpa, pero es mi culpa. Estúpido, romántico, crédulo.
Vi lo que quería ver. Sentí lo que quería sentir. Él sólo interpretó su parte.
A veces está detrás de mis ojos, llorando y expuesto, y es la cosa más hermosa que he visto en mi vida.
Pero era un acto.
Es un actor.
Y es muy, muy bueno.
🌿
SEIS AÑOS ATRÁS.
WESTCHESTER, NUEVA YORK.
THE GROVE.
SEGUNDA SEMANA DE ENSAYO.
Salgo de mi clase de Historia del Teatro, mi cerebro revuelto con información sobre anfiteatros romanos, cuando me doy un golpazo contra el pecho de alguien alto y me tenso.
Por supuesto, mis notas salen volando.
—¡Rayos!
Ese alguien alto se ríe, y mis pelos se erizan.
Levanto la mirada hacia la cara sonriente de Jeon. Mi expresión debe gritar violencia inminente, porque su sonrisa cae más rápido que las bragas de Kim Jennie en una noche de sábado.
Cuando me agacho a recoger mis notas, está a mi lado. Quiero darle una palmada en las manos para que se aleje, ya que desde el ejercicio de llegar-a-conocerte en nuestro primer día, no me ha dicho ni una palabra. No estoy bien con eso.
—Déjalas —le digo mientras recoge mis notas.
Sostiene las notas, y se las arrebato sin levantar la vista.
Contengo el instinto de decir "gracias", porque después de la forma en que me ha tratado, no se lo merece.
—Gracias —murmuro involuntariamente.
¡Maldita seas, cortesía automatizada!
—De nada —dice con su estúpida voz suave.
Me abro paso más allá de él y doy zancadas por las escaleras hacia el edificio central. A los pocos segundos, camina a mi lado como si fuera la cosa más natural del mundo.
—Gran semana, ¿eh? —dice—. Pensé que Hyelin iba a expulsar a Sehun cuando apareció todo drogado, pero creo que se dio cuenta de que es un mejor actor cuando está medio-pasado.
Me detengo y me vuelvo para mirarlo. —Jeon, no puedes ignorarme durante una semana y luego empezar a charlar como si nada.
—No te he ignorado.
—Oh, sí, lo has hecho.
—No, ignorarte sería hacer caso omiso de tu presencia. Te he notado. Sólo he elegido a no hablarte.
—¿Eso es mejor o peor que ser ignorado por completo?
—Ligeramente mejor.
Alzo mis manos. —Bueno, gracias a Dios. Entonces, no voy a tomarlo como una ofensa.
—Bien por ti.
—Estaba siendo sarcástico, idiota.
—Kim, ¿siempre eres así de malhumorado?
—¡¿Qué?!
Me alejo, pero mantiene el ritmo.
—¡¿Por qué me sigues?!
—No te sigo. Camino a tu lado.
¡Santo Jesús, dame fuerzas!
—¿Qué quieres? —pregunto, sintiéndome como un pequeño perro chillón a su lado.
Suspira y baja la vista a sus ridículos pies gigantes. —Nada. ¿Irás a la fiesta de Chanyeol esta noche?
—¿Por qué quieres saber?
Se frota los ojos. —No tengo ni puta idea.
—¿Vas a ir?
—Probablemente no.
—Entonces, seguro, voy a estar allí.
Me mira por unos cuantos segundos antes de fruncir el ceño como si tratara de calcular cuántas sandías cabrían en un remolque. Luego, sin decir una palabra, se da vuelta y se aleja.
—Oh, está bien, ¿así que hemos terminado aquí? —digo a su espalda—. Bueno, gracias por hacer el esfuerzo. ¡Tus habilidades de conversación son verdaderamente estimulantes!
Gracias a Dios que es fin de semana. No voy a tener que verlo por dos días enteros
Para cuando llego pisoteando a mi apartamento, cualquier deseo de ir a la fiesta se ha desintegrado. Todo lo que quiero hacer es sumergirme en la bañera por un par de horas, comer mi propio peso en helado Ben &Jerry’s, e ir a la cama.
Rosé tiene otras ideas.
—Levántate.
—No quiero —digo, sonando como un niño de dos años de edad.
—Irás.
—Rosé...
—No empieces conmigo, Tae. Es nuestra primera fiesta de universidad, y vas así tenga que arrastrarte hasta allí del cabello. A juzgar por tu cara cuando entraste por la puerta, necesitas seriamente echar un polvo.
Pongo los ojos en blanco. Me gustaría ser el tipo de chico que podría resolver sus problemas con apasionado sexo salvaje. Pero teniendo en cuenta que mi tarjeta V sigue intacta, verdaderamente válida y que el coqueteo no es precisamente mi fuerte, lo mejor que puedo esperar es no pasar un mal rato.
—Creo que la única persona que tendrá sexo esta noche serás tú, Rosé.
Lanza sus manos al aire, exasperada. —Tae, eres lindo. Podrías tener a cualquier chico que quisieras si tan sólo mostrarás un poco de confianza.
—Sí, claro.
—Prométeme que harás un movimiento esta noche.
Me río. —No creo que lo entiendas. No tengo movimientos. Ninguno. Existo en un vacío de movimientos.