PRESENTE.
CIUDAD DE NUEVA YORK.
Querido Dios. Él está en mi apartamento. Digo, en mi apartamento. Y no solo eso, está dando vueltas, mirando mis cosas.
Tenerlo en mi Santuario anteriormente libre de Jeon hace que mi piel hormiguee con el calor.
Este es el lugar donde Daniel y yo hemos hablado acerca de él. Donde escribo criticas angustiosas en mi diario, noche tras noche. Dónde he traído innumerables hombres que siempre terminaban teniendo su cara. Sus manos. Su cuerpo.
Y ahora está aquí. Quitándose la chaqueta y colocándola en el sofá. Volviéndose para mirarme con una sonrisa nerviosa. Mostrándome que no importa cuántos hombres traiga aquí, él es el único que realmente parece pertenecer a este lugar.
Maldita sea.
¿Como sucedió esto? ¿Por qué lo permití?
El ensayo de hoy fue una mierda. Jungkook estaba clavando su papel, mientras yo seguía metiendo la pata con líneas simples. Cuando Marco nos invitó a tomar algo después, no me pasó desapercibido cómo terminó la mitad de su vino blanco antes de dejarnos solos. Sutil.
También podría haber contratado a un publicista aéreo que dijera-: Resuelve tu mierda con Jeon y deja de arruinar mi obra.
A pesar de que rechacé su invitación de reemplazar a Jeon, todavía tengo problemas para abrirme completamente. Así que me prometí esforzarme más cuando me quedé con Jungkook y bebí.
Cuando Jeon se ofreció a acompañarme a casa, pensé que podría ayudar a unirnos.
Mi error fue dejar que me acompañara hasta mi apartamento. Prácticamente se sacó el cuello al tratar de mirar adentro cuando abrí la puerta, y cuando preguntó si podía pasar, fui incapaz de decirle que no.
Así que ahora, aquí estamos; él merodeando en mi sala de estar, y yo mirándolo como si fuera algo expuesto en un zoológico.
Examina mi colección de libros y sonríe mientras sus dedos se asientan en mi copia arruinada de The Outsiders.
-No he leído este en un tiempo -dice, y lo saca, después lo hojea-. Lo he echado de menos.
-Pensé que lo leías todos los años.
Me da una sonrisa antes de colocarlo de nuevo en su puesto.
-Sí... Bueno... Le di mi copia a un chico. Todavía no he tenido tiempo de conseguir una nueva.
El día que me dio ese libro, se veía tan orgulloso. Un regalo de cumpleaños que nunca olvidaría, que fue dado por un novio perfecto.
Lástima que el chico que me lo dio no existía en realidad.
Oigo el clic de la cerradura de la puerta delantera al abrirse y la resonante voz de Daniel exclama desde el pasillo-: ¿Tae? ¿Estás aquí? Te llevaré a salir esta noche, y "no" es una palabra que no voy a aceptar. Ponte esos pantalones negro sexys que compraste. Quiero presumirte.
El armario del pasillo es cerrado de golpe luego de que guarda su colchoneta de yoga, y la expresión en la cara de Jeon grita: "No me dijiste que vivías con alguien"
Daniel entra en la habitación y se congela cuando ve a Jeon. Al igual que los perros en la calle, los dos se miden uno al otro.
-Hola -dice Daniel fríamente antes de darme una mirada oscura. Me encojo de hombros cuando se gira a evaluar a Jeon con los ojos entrecerrados-. Por las imágenes que Taehyung me mostró justo antes de quemarlas, supongo que eres Jeon Jungkook.
Jeon se tensa, pero con más gracia de la que he visto en él, compone su cara y tiende la mano. -Eso es correcto. ¿Y tú eres?
Ruedo los ojos cuando Daniel da un paso adelante para enfrentarse con Jungkook. No es más que dos centímetros más alto, pero la camiseta negra que siempre lleva a la clase de yoga muestra su estúpidamente musculoso físico.
Ignora la mano de Jeon y dice-: Soy Ahn Daniel. Vivo aquí. Con él.
-Ya veo -dice Jeon y deja caer su mano-. Encantado de conocerte, Daniel. Taehyung no me dijo que vivía con alguien.
-Tal vez pensó que no era de tu incumbencia.
La testosterona se palpaba en el aire, pero antes de que pueda explicar que no tengo un amante, Daniel agarra mi brazo y sisea-: ¿Tae? Necesito hablar contigo en la cocina. -Me arrastra fuera de la habitación.
Cuando nos metemos en la cocina se vuelve hacia mí, con furia en su expresión. -¿Qué diablos crees que haces?
-Dan, cálmate.
-Estoy calmado.
-No, no lo estás. Tus chacras vuelan alrededor como pirotecnia.
-Tú no crees en las chacras.
-Sí, bueno, si creyera, eso es lo que harían. Cálmate.
Me mira unos segundos antes de cerrar los ojos y respirar profundamente. Luego deja escapar el aire lentamente y suspira. -Bueno. Estoy tranquilo... un poco. Ahora responde a la pregunta.
-No estoy haciendo nada. Solo pasábamos el rato.
-Pasar el rato no implica traerlo de vuelta aquí. Sabes muy bien que cuando traes a un hombre a casa, es por una razón, y si crees que vas a saltar de nuevo a la cama con él...
-¡No! No lo haré. Me encontraba un poco borracho. Me acompañó a casa.
-Has estado bebiendo, ¡¿y lo dejas entrar aquí?! ¡Por el amor de Krishna! ¡Es un milagro que no te haya encontrado dándole un maldito baile en el regazo! Sabes que si uno se halla borracho, ¡es muy probable que terminen desnudos y teniendo sexo en un tiempo récord! ¡Por no hablar de tu ex guapo al que nunca has superado!
-Maldición, Dan, ¡¿podrías bajar la voz, por favor?!
Exhala nuevamente. Nada arruina su equilibrio más rápido que la idea de que regrese a mis viejas costumbres.
Le toco el brazo. -¿De verdad crees que un par de semanas de él comportándose decente van a convencerme de que ya no es un idiota emocionalmente defectuoso? No soy tan ingenuo.
-No digo que lo eres, pero ese hombre es tu talón de Aquiles. Si te pidiera que te acuestes con él en este momento, ¿serías capaz de decirle que no?
Se me sonroja todo el cuerpo. -Daniel, Dios... eso no es lo que quiere.
-Tonterías. Veo cómo te mira. Si lo dijeras, ese chico tendría sexo contigo de diez maneras diferentes.