Después de la admisión inesperada y semi delirante de amor de Jeon, continúa gimiendo y murmurando por horas.
Como era de esperar, no lo repite.
El globo de esperanza descabellada en mi pecho lentamente se desinfla.
Cuando me acurruco a su lado y trato de dormir, se envuelve a mí alrededor como una boa constrictor posesiva. Me hace sonreír.
Todavía está oscuro cuando percibo sus dedos paseando por mi piel. Se deslizan bajo el dobladillo de mi camisa, caminando por mi estómago.
—¿Jungkook?
Aclara su garganta. —¿Esperas a alguien más en la cama a tu lado? Porque no estoy demasiado enfermo para patearle su culo.
Todavía suena terrible, pero hay algo en el retumbante timbre de su voz que hace que se me erice la piel.
—¿Qué haces?
—Nada. Solo quería sentir tu piel.
Hay una pizca de gruñido en su voz que me preocupa, pero cuando toco su frente, está fría. La fiebre por fin se ha ido.
—¿Cómo te sientes?
—Cachondo. —Mueve su mano más hacia arriba, luego las yemas de sus dedos acarician mi costado—. Te deseo.
Se presiona contra mí, caliente y duro en mi muslo, meciendo las caderas en una forma que no deja dudas sobre exactamente lo mucho que me desea.
—Oh, Dios… —Mi cuerpo reacciona sin comprometer a mi cerebro, y tenso mis brazos a su alrededor.
—Tae…
Campanas de advertencia se encienden en mi cabeza, porque sé que si no lo detengo ahora, lo que está haciendo robará todas las razones por las que no debería dejarlo tocarme de esta forma, y me encontraré de regreso a donde estaba hace cuatro días atrás.
—Jungkook… tenemos que detenernos.
Se aleja y me mira. —¿Crees que no puedo decir lo mucho que me deseas? Prácticamente estás arrancándome la camisa.
—Ese no es el punto.
—No, el punto es que deseas que continúe, pero solo en tus términos. Como tu novio.
—¿Es tan malo que necesite saber en dónde estoy contigo?
—Demonios, Kim ¿honestamente no sabes cómo me siento ahora? Sé que soy un buen actor, pero más allá de cuáles son mis sentimientos, he sido estúpidamente transparente.
—Necesito escuchar que lo digas. —Mi voz es apenas un susurro.
—Te lo dije antes.
—No creí que estuvieras despierto.
—Ahora estoy despierto.
—Entonces, dilo de nuevo.
Se inclina y besa mi sien, después mi mejilla, luego tan cerca cómo puede llegar a mi boca sin tocar mis labios en realidad.
—Te amo, Taehyung. No quiero hacerlo, pero lo hago. Ahora por favor… —Besa de nuevo mi cuello, sus labios suaves y abiertos mientras arrastra su mano hasta el botón de mis pantalones—. Cállate y déjame tocarte. Ha pasado demasiado tiempo. Me estoy volviendo jodidamente loco.
Cierro los ojos mientras desabrocha el botón y baja el cierre. Luego todo lo que puedo hacer es presionar la cabeza en la almohada, porque mete sus dedos en mis boxers, y cualquier sentido de realidad se desintegra por completo. Sus dedos son seguros y firmes, haciéndome arquearme y jadear al tiempo que mueve como un titiritero todas las cuerdas de mi placer, incitando ruidos que son demasiado altos en su habitación oscura y silenciosa.
Mueve sus dedos en círculos, su respiración caliente en mi garganta, mi mente gira mientras todo en mi interior se curva y se tensa.
Gimo, porque lo que está haciendo no es suficiente. Necesito más. Todo de él.
—Por favor —susurro mientras extiendo mi mano entre nosotros y lo encuentro a través de sus calzoncillos, grueso y largo.
—Jesús, Kim…
Lo agarro y lo muevo de arriba hacia abajo lentamente, tratando de acercarlo más. —Jungkook, por favor…
Hace un sonido bajo y envuelve sus dedos alrededor de los míos.
—Taehyung, detente. No sabes lo que haces.
—Lo sé. Te deseo. También te amo.
—¡¿Tú… qué?!
—Jungkook… dentro de mí... Te amo.
—¡Taehyung!
Luego, estoy siendo sacudido, y cuando abro mis ojos, Jeon está mirándome, con el ceño fruncido y respirando con dificultad mientras la luz solar se derrama en la habitación.
Jadeo mientras mi tensión preorgásmica se desvanece, y reflexiono sobre donde me encuentro.
Una de mis manos presiona con firmeza entre mis muslos, y la otra…
Oh, Dios.
La otra se encuentra delante de los boxers de Jeon, envuelta con fuerza alrededor de su erección muy dura.
—Oh, Dios.
Lo suelto, y se sienta, mientras retira las sábanas. —Estabas soñando.
—Lo siento.
—Hablando y… agarrandome…
—Oh, Dios —Mi rostro arde con vergüenza—. ¿Cuánto tiempo estuve…?
—Unos minutos.
—Lo siento muchísimo.
Suspira y dice—: Está bien.
—No, no lo esta. Te… te molesté. Soy un pervertido sexual.
Coloco mis manos por encima de mi rostro y gimo, demasiado mortificado para siquiera mirarlo.
—Demonios, Kim, deja de sonrojarte. No es toda tu culpa. Al principio pensé que estabas despierto y habías… ya sabes… cambiado de parecer sobre hacer las cosas. Pero entonces empezaste a hablar y supe que te encontrabas soñando. Pude haberte detenido, pero eras tú, y por lo tanto estoy genéticamente programado para resistirme a remover tu mano en mi polla.
Subo mis rodillas hasta mi pecho y lo miro. —Dijiste que hablaba. ¿Qué dije?
Frunce el ceño y recoge la sábana mientras aclara su garganta. —Fue un sueño. No importa.
—Me gustaría saber.
Tose y toma un sorbo de agua de la botella en la mesita de noche, sin mirarme. —Murmurabas. Diciendo que me querías o algo así. En realidad no podía entenderte.
Mi garganta se cierra. Está mintiendo.
Dejo caer mi cabeza en mis brazos y gimo.
Que me haya escuchado diciendo la palabra con “A” es lo suficientemente malo, pero lo que es peor es saber que, en realidad, lo decía en serio. Jamás me he sentido de esta forma con alguien antes. Un día, era solo un chico que me molestada condenadamente, y ahora, sin ninguna advertencia o permiso, es algo más. Alguien diferente.