Mamá se fue de Viaje

Capítulo 6. Vito

 

Cuando los niños entran a mi apartamento, siento que me queda demasiado chico, demasiado pobre y demasiado feo. No sé hasta qué punto sea conveniente que deban quedarse aquí.

Hemos hablado en el café, aproveché para conocer a mi…hija, quien resulta es una persona muy inteligente, sagaz, con todas las luces de ser atrevida, totalmente lo contrario a mí. No tiene pelos en la lengua, ella dice lo que tiene que decir cuando es necesario hacerlo.

Luego de dejarles la TV puesta, Lucas empieza a llorar y su hermanita se encarga de mecerle el carrito mientras mira unos dibujos animados que les he conectado desde mi móvil.

La verdad que parecen cosas muy extrañas, se trata de una cosa viscosa que forma personajes y se moldean acorde avanza la trama.

–¿Qué se supone que es eso?–les pregunto.

–Slime–me contesta Fatma–. Yo tengo en mi mochila Slime, está genial, me salen igualitos los personajes de la serie.

La verdad que no se debe ser un experto para hacerlos, aunque sí le festejo o algo parecido. ¿No es así como deben actuar los padres?

–Esto… ¡felicitaciones!

–¿Puedes venir un momento, Vito?

Ine me llama desde la habitación, la mía, donde ha ido a guardar todas las cosas de los niños.

–¿Sí?

–Tendrás que hacer algo con toda la mugre que hay en tu cuarto–me cuchichea.

–Lo siento, no sabía que caerían dos niños a usurpar mi cuarto.

–¡Son tus hijos!

Creo que eleva un poco la voz, lo cual llama la atención de Fatma porque le deja de mecer el carrito a su hermano, así que me llevo a la señora Ine hasta la habitación y procuro hablar manteniendo la compostura.

Si no la perdí yo al ver el ingreso de ese dineral en mi cuenta, espero que ella no lo haga porque tengo un par de trapos en el suelo o la cama sin arreglar.

–Sí, son mis hijos. Y por eso es que quiero empezar a hacer las cosas de manera diferente–convengo, con firmeza–. Por eso es que no estoy del todo seguro que ellos deban pasar aquí la noche.

–No pueden ir a nuestra casa, así nunca te harás cargo de tu paternidad, Vito. Ya lo hiciste por más de cuatro años, ya engañaste a mi hija con tus promesas por mucho tiempo, no estoy para tenerte paciencia yo también.

–No le he pedido paciencia ni caridad. Simplemente considero que esta noche deberíamos ir a otra parte.

–¿Dónde?

Suspiro.

–Prometo que tendrán el hogar que ellos se merecen.

–Eso espero, Vito. Porque ellos necesitan a su padre y tienes que ser tú.

 

Una vez que llegamos al hotel, presento los papeles de los niños y nos asignan una habitación con apart que sirve para subsistir por hoy al menos.

Le hablo a Ana, quien espero tenga un dato que me pueda resultar de utilidad, no obstante termino consiguiendo otra cosa y es un grito.

–¡Noooooo sabes lo que fue la reunión de hoy! ¡Está vendida la idea, amigooooo!

–Vaya, eso es fabuloso, Ana. Necesito un favor, ¿me pasas el contacto de quien te limpia la casa a ti?

–¿Qué?

–Necesito una persona de confianza.

–Acabo de vender el gran trabajo de nuestra vida y tú me vienes ahora con eso, ¿estás de broma, amigo?

–Es importante…

–¿Acaso esto no? Definitivamente has estado muy raro hoy.

–Ana–bajo la voz y me aparto de los niños quienes están explorando la caja de pizza que acabamos de comprar de camino al hotel.

–Porque si así va a ser todo el proceso, créeme que no me siento en confianza porque tenemos que afrontarlo a cualquier precio…

–Ana, yo…

–¡Te imaginas lo que se viene ahora! ¡Esta productora es lo más grande que hay en la industria y tú te desapareces nada menos que para cerrar el trato!

–¡Ana!–intento cuchichear para que ellos no me capten y me muevo hasta el baño para encerrarme aquí y hablar.

–¡¿Qué?! ¡¿Qué es más importante que este bendito contrato, hombre?!

–Ana, Lucía murió y tengo a cargo a mis hijos.

–¿Y crees que eso es más importante que este bendito…? U-un momento. ¡¿Qué me acabas de decir?!

Suspiro.

–Sí, Ana…

–N-no puede ser, amigo, cómo que… Cómo que Lucía…

–Sí, Ana. Yo tampoco me lo puedo digerir aún. Lucía murió hace unos días en un accidente laboral y la abuela está a punto de un colapso nervioso. Soy la única esperanza para que estos niños no paren en un hogar de tránsito.

 



#2294 en Novela romántica
#822 en Otros
#280 en Humor

En el texto hay: humor, romance, padre soltero

Editado: 03.01.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.