Mamá se fue de Viaje

Capítulo 10. Fatma

Mamá se fue de viaje y ¡nosotros nos vamos de viaje también!

Cuando papá nos avisa que tomaremos un avión me da mucha alegría porque nunca antes había viajado en uno de estos.

Solo los veía en las películas y en los videos de internet, pero ahora subiremos nosotros a un avión.

¡Esto es asombroso!

Desde el momento que nos acercamos en taxi al aeropuerto me siento muy feliz, miro por la ventanilla y quiero bailar, quiero saltar, pero en cuanto bajamos y hacemos una fila para que dejemos nuestras maletas, algo me hace sentir mal.

Se me hace un dolorcito en el pecho y me quedo seria.

Hay una mujer con un hombre adelante con su hijo que debe tener los mismos años que yo pasando a dejar su maleta y salen contentos. 

Ese niño tiene a su mami.

Y yo quisiera que la mía esté acá para que sepa lo que se siente volar también en avión.

La última vez que la vi a mamá, ella estaba dentro de un cajón de madera. Tenía golpes en la cara que le daban un color raro y la sentí fría cuando la abuela me dijo que le de un besito en la frente. Uno de los tíos me tomó en brazos y me acercó para darle un besito a mamá, cosa que me resultó aún más rara porque…

Era como si esa persona que estaba ahí con los ojos cerrados no fuese mi mami.

Mi mami tiene una sonrisa grande y baila a cada rato, llora mirando películas y el calor de sus abrazos es tan bonito que hace que se te pase el frío cuando sales y te olvidas de lleva un abrigo.

Yo no la sentía ahí.

Solo eso, no sentía que mi mami fuese esa persona que estaba ahí.

Mi mami hubiese estado contenta de bailar y cantar de camino al aeropuerto, de subirse a un avión y de abrazarme para que no tenga miedo.

Ella soñaba con subir a un avión como este.

—Vamos, Fatma—me dice papá.

Están caminando en la fila. Él me toma de la mano y andamos un poquito hasta que queda solamente una persona para dejar su maleta.

—¿Sucede algo?—me pregunta, empujando el carrito con mi hermano.

Me restriego un ojo porque me pica y creo que son las ganas de llorar.

—Hey, oye, ¿qué sucede? ¿Te sientes bien?

—N-no lo sé…

—¿Qué pasa?

—Es que…

Trago saliva.

No sé cómo explicarle en las cosas que estoy pensando ahora.

Él me da un beso en la frente y me abraza.

—Estaremos bien, no te preocupes. Te gustará el avión—me dice con una sonrisa en la cara que le hace ver un poco raro también.

Aquí todos estamos raros.

Pero él piensa que yo le tengo miedo al avión y no es eso sino que tengo miedo de que mamá nunca vuelva.

Y nunca pueda saber lo que se siente volar en avión.

Ay, no sé cómo le voy a explicar a Lucas esto si mamá se fue tuvo que haberse ido en un avión así, tendré que inventarme otra historia porque va a ir creciendo y se dará cuenta de que mamá está de viaje, pero de modo un poco diferente a lo que uno puede pensar…


 

Cuando pasamos a la otra parte luego de mostrar en una caja negra con policías nuestras mochilas y nuestros cinturones, llegamos a un café donde papá nos pide algo para comer.

—Será un almuerzo liviano para que no se les revuelva el estómago en el viaje—dice él y nos sienta en una mesa chiquita que encuentra con sillones.

Hay un vidrio alto donde podemos ver aviones llegando y saliendo.

Podría quedarme acá mirando esto por mucho rato.

—¿Te sientes bien, Fatma?—me pregunta él mientras le acomoda la ropita a Lucas.

—Sí, es solo que…

Suspira y le mira a Lucas.

—Ya me parecía que algo olía mal. ¿Y ahora?

—Hay que cambiarle el pañal a Luqui.

—Sí, pero no puedo hacerte entrar conmigo al baño de varones.

—¿Puedo tomar su orden?

Una chica acaba de llegar para que pidamos. Papá pide unos sanguchitos tostados y unos jugos. Yo quería Coca Cola, pero me dice que no es bueno para mi edad.

La abuela siempre nos dejó tomar Coca.

—Claro, ahora sale su pedido.

—Disculpe, pero…

—¿Sí?

—¿Tienen baño privado ustedes? Para cambiar a mi… A mi hijo. No quiero dejar sola a mi hija ni hacerla entrar en un baño de varones.

—Disculpe, lo siento, pero el baño del local es exclusivo para personal, tendrá que pasar a los baños del aeropuerto.

—Pero le digo que no puedo entrar con ella a un baño donde hay hombres adultos.

—Lo siento mucho.

Suspira, enojado.

—Con permiso, en breve sale el pedido—contesta la chica.

Papá se queda pensando un momento hasta que se acerca una mujer de otra mesa. Es bonita, con gafas y rubia.

—Disculpe, ¿escuché que necesitaba cambiar el pañal a su hijo?

—Así es.

—Si quiere le acompaño y yo le cambio el pañal en el baño de mujeres. Usted puede esperar con su hija afuera. Son una preciosura sus bebés.

—Yo no soy ninguna bebé—le digo a esa mujer que parece mirar a papá como si fuese su novia. Claro que no me va a tratar de bebé.

—Oh, disculpa bonita. ¿Cómo te llamas?

—Fatma—le respondo.

—Bueno, Fatma, ¿qué dices si vamos al baño y te quedas con tu padre fuera? Trae tus cosas, yo les ayudo.

—Rayos, ¿en serio cambiará el pañal de mi hijo?—le pregunta papá.

Sé que no es bueno para el cambio de pañales de Lucas así que debe estar feliz.

—Por supuesto. Fui niñera durante gran parte de mi época universitaria.

—¿Qué? Juraría que no pasaba los veinte.

—Tengo treinta—sonríe.

—Vaya qué indiscreto de mi parte.

¿Qué pasa que se están riendo como si fuesen muy “coquetos” (mamá solía usar esa palabra) uno con el otro?

—Vamos papáaaa, hay feo olor—. Me pongo de pie y tomo mi mochilita.

—Vamos—conviene él—. Muchas gracias en verdad…

—Andreia—contesta ella.

—Andreia. Gracias, en serio. Yo soy Vito. ¿Por allá?

—Recomiendo al final del pasillo, pasando las salidas, acá está lleno—. Echa un vistazo y seguimos caminando.



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En el texto hay: humor, romance, padre soltero

Editado: 03.01.2024

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