Manipulada Por Mi Jefe

CAPITULO 44 PARECER UNA CELEBRIDAD

CAPITULO 44 PARECER UNA CELEBRIDAD 

Ámbar

10 de noviembre 2018

19:35 P. M.

¿Terminaría una historia con el villano libre?

Tal vez sí, pero el final feliz lo cubre todo.

En cuestión de horas, sabemos que no podemos estar quieta por el simple hecho que desaparecieron dos tacones, y no sabemos en qué lado están.

Ojo, era los tacones que usaron ayer cuando fuimos al centro comercial ebrias, uno apareció debajo del sofá del cuarto de las niñas, y no se como, pero apareció después de una búsqueda minuciosa, pero el otro. 

Y aquí estamos, siendo llevadas a las puras a ese centro de comercial mientras intento que el gerente me conteste para que saque a la gente del lugar, o al menos alguien se nos acerque a darnos si la vieron por ahí sin ser tan vistas.

— ¿Contesta? — cuelgo anta la negación de contestar mi llamada del gerente, suelto un sonido de negación, noto que estamos corriendo por la autopista del centro de Londres. — Tiene que hacerlo... No puede ser — Alana se queja, aunque es ella la que nos ha movido por esto.

— la única manera, es entrar y buscarlo. No hay respuesta Alana — suelto cansado de marcarle y nada de funcionar las constantes llamadas que hago.

Y que solo nos vinimos Liliana, Alana y yo y de cola Hanna y Anahí que ya estaban listas para esta noche, las niñas que estaban a mi lado miraban como Alana este punto de arrancárselas pestañas por decirse tonta.

— ¿Y si se compra otro? — la voz inocente de Hanna me hacen verla dejando el celular en la cartera de año que estoy portando.

— Son un regalo de mi abuela, tarde meses buscando el vestido que le combinara, no puedo creer que los perdí así, soy una estúpida — los ojos exaltados del chófer nos dieron a entender que le preocupaba la forma en que Alana se estaba auto torturando por el tacón.

— Es un regalo niñas — explico para que me vean — Los regalos son valiosos y ese tacón, lo es para Alana — Liliana se quita uno a uno los zapatos que traía puestos ignorando los llamados que le hace Alana por el tacón que ha perdido.

— Tranquila tía, lo encontraremos — sueltan las gemelas al unisonó levantando su puño izquierdo hacia ella, quien se gira con una sonrisa forzada en sus labios y asiente a ellas, tirándome después una mirada de dolor por mentirles.

Todos estamos listos, a excepción de ese tacón que nos falta si o si, y me ofrecí para ayudar y parte de ello aliviar mis nervios sobre lo que diré esta noche.

Lo repase mentalmente durante unas horas, no quise escribirlo ya que lo sentiría muy aprisionado sobre mis palabras hacia los demás que me escucharían mi relato.

el coche se detiene, y habla el chófer:

— Hemos llegado — Alana chilla y mira la ventana apenada, Liliana gruñe ante los quejidos de esta, mientras que yo abro la puerta del coche y apresurados bajo, para ayudar a mis hermanas a bajar, llevan vestidos casi similares, pero en distintos tonos, elegidos por Rosie quien los estuvo viendo sin decir algo, hasta que el mostró hace tres horas, donde ellas lo amaron, en parte Rosie tiene un excelente gusto.

Cuando bajamos, y hasta Liliana fuera, siendo las únicas con frió a las puertas del London fashion and passion esperando que Alana hasta que lo haga con nosotras. Quien se está quejando y lloriqueando por si sola.

— Vamos Alana — Hablo golpeando la ventana de su lado para que salga de una vez. Pero tarda y me alejo de insistirle y arreglo los abrigos de las niñas quienes ríen al ver a la gente caminar a nuestro alrededor y las luces brillantes de los árboles que cuelgan.

Tardando varios segundos, el clic de la puerta y los murmuros de ella que se queja no nos hace verla.

— Lo siento — Su voz invadida por el frío de Londres, la hace temblar, hasta se le escucha sus quejas. — ¿Me ayudarán? — Sale delante nuestro con los brazos sobre su abdomen.

Las niñas se ríen al verla temblar exageradamente.

Miro a Liliana quien pone los ojos en blanco antes de acercarse a ella y acomodar el pequeño saco que cuelga en sus hombros.

— Vamos ya por esos tacones ¿Ya? — Alana asiente con gesto apenado antes de dirigir una mirada hacia mí y pedir disculpas con ella.

Solo asiento y le regalo una sonrisa.

......

— Es este, mire de nuevo por favor — Con la imagen en mi celular vuelvo a mostrarle a la señora de limpieza del tercer piso.

Rueda los ojos, y niega nuevamente.

— No lo he visto — suelta ya irritada en aquel tono que llevo captando de dos que he preguntado; las niñas suspiran con desgano. No lo entienden, pero lo captan cuando la señora niega con la cabeza.

— Gracias — Murmuro alejando el celular de su rostro, dándole paso a que limpie.

Cuando se aleja, escucho sus murmullos y maldiciones por ese tacón, pero omito responder.

— ¿Qué hacemos ahora? — llevábamos buscando unos quince minutos más o menos, pero nadie las vio.

Aunque le tire mi mirada más molesta al gerente de toda la sucursal por ignorar mis llamadas, cuando salió con el celular en mano, le pedí que me ayuden a buscarlo antes que se nos haga tarde.

— Alguien lo encontrará... Vamos a esa tienda — no muy lejos de las escaleras, está una tienda de carteras, por donde dimos una vuelta antes de salir por el repentino deseo de vomito de Liliana.

Las niñas asienten y caminan mientras trato de recordar donde más estuvimos en este piso anoche.

Cuando entramos las chicas de venta piden disculpas a los clientes que sacan de la tienda al notarme a unos pasos, asiento apenado ya que estamos haciendo perder ventas, pero por alguna razón, Octavio ordeno ello.

Cuando llego a la puerta de la tienda me dejan pasar junto a las niñas, donde comienzan a buscar debajo de los muebles y estantes.




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