Todo comenzó muchos años atrás, en el siglo XVI, cuando los españoles empezaban a dominar América, en Inglaterra Isabel I perseguía a cristianos, y Carlisle y Mabel Cullen se dirigían con toda una muchedumbre a cazar vampiros.
Todo el pueblo esperaba a que la bestia saliera de su guarida para encenderla en llamas, y así fue, un viejo y débil hombre salió de una desecha cabaña en el bosque, aparentemente se le veía desgastado, sin fuerza, como un simple Anciano. Pero no fue así, sin que nadie se lo esperara, aquel vampiro atacó con toda su fuerza al que se le atravesara en su camino, mujeres, hombres, jóvenes, viejos, niñas y niños, no tuvo piedad. Ambos hermanos, Mabel y Carlisle, resultaron mordidos, agonizaban tendidos en el suelo.
Carlisle, como pudo se adentró en el bosque, sin que él se diera cuenta su hermana lo siguió, podían sentir el veneno recorrer sus cuerpos y destruir sus tejidos, Mabel perdió completamente la conciencia, se retorcía en el suelo, gritaba y no podía respirar, pasaban los minutos y el dolor no se iba, al poco tiempo pudo oír personas que se dirigían hacia ella, sabía que la quemarían, tan pronto como la vieron la muchedumbre encabezada por su padre corrió tras ella con picas y antorchas, Mabel en un segundo escapo de allí.
Sangre, era lo único que pasaba por su cabeza, no podía contener sus ganas, nunca había experimentado esa clase de deseo, un deseo irracional, estaba segura que podía matar a cualquiera solo por saciar su sed, un novato cazador perdido en el bosque pudo dar testimonio de ello.
Saciada por el momento su sed, la razón volvió a su mente, ¿Qué rayos acababa de hacer? mató a un hombre completamente inocente solo para satisfacer su deseo, sintió ira, rabia con sigo misma por convertirse en algo que juró nunca ser, un monstruo, un vampiro, un ser sin alma condenado al infierno, miro de nuevo a los ojos abiertos de aquel hombre tendido en la tierra húmeda. "Lo siento" susurró con la voz quebradiza, fortuitas lagrimas salieron una a una de sus ojos azules, hizo lo único que podía hacer para honrar a aquel hombre. Con sus manos empezó a cavar en el suelo, su nueva fuerza le permitía sacar grandes cantidades de tierra en una sola escarbada, mientras hacía esto pensaba en su futuro.
Según su hermano, que tantas veces le había hablado del mito de los vampiros, una vez una persona se había convertido, su alma se perdía para siempre, no había manera de que ese alguien alguna vez llegara al reino de los cielos. Lloró con todas sus fuerzas, intentaba quitarse la tristeza y la culpa de encima. Finalmente sepultó al cazador como se había propuesto, pero esto no le ayudo a quitarse la carga, entre tanto, se dio tiempo para pensar en lo sucedido, todo pasó tan rápido, solo tenía claro el recuerdo de Carlisle huyendo, ¿Dónde había ido? ¿Estará vivo?, Mabel se aferró a la idea de que su hermano continuaba con vida, llena de temor volvió a su pueblo, se escondió en la oscuridad y allí entre las sombras buscó a su hermano hasta en el último rincón.
Ya habían pasado dos semanas desde aquel triste día, Mabel aunque sufriendo muy intensamente se dio a la idea de que su hermano no había sobrevivido a la transformación. Le dolió mucho al darse por vencida, pero al fin y al cabo sabía que era lo mejor, aunque ella se quedara sola. su hermano no se condenaría. Carlisle era la persona que más amaba en el mundo y el mejor corazón que había conocido, no imaginaria nunca a su hermano convirtiéndose en un monstruo como ya lo había hecho ella.
A partir de ese día, su vida, o más bien su muerte, dio un giro de 180°. Huyo lo más lejos que pudo, llego a Londres un par de días después, allí en la gran ciudad fue descubriendo poco a poco su nueva naturaleza, no hace falta que les diga lo mucho que cambio su cuerpo tanto físico como interiormente. Intentaba no alimentarse de cualquiera con olor apetecible que se le atravesara en la calle, procuró tener una dieta exclusiva de vagabundos y ladrones, pero no siempre lo logró.
Entre los descubrimientos de su fuerza y velocidad, encontró algo que no se imagino podía potenciarse con la transformación, su habilidad para la actividad que más disfrutaba, pasó de ser medianamente buena a ser un genio, su destreza era nada más ni nada menos que la música. Siempre había apreciado de sobremanera el arte de la canción y la melodía, de hecho alguna vez intento cantar, no aprendió nunca a tocar un instrumento porque sus padres no tenían dinero para comprar un piano o una guitarra y mucho menos para contratar una institutriz, pero ahora todo el talento y ganas que tenía reprimidos se explotaron de manera sin igual, todo era una canción, desde el sonido de los carruajes pasando por las calles empedradas hasta las gotas de lluvia que caían a su alrededor, todo el mundo parecía en armonía para que ella pudiese disfrutar de la música.
Con apenas 21 años y 9 de muerta, decidió mudarse a Francia, busco darle un poco de sentido a su existencia y se unió a la academia de artes de París, allí le enseñaron todo lo que ella ya sabía. Sin embargo, fue lo mejor, podía charlar con alguien de vez en cuando, y aunque no buscara llamar mucho la atención, siempre recibía la admiración de sus compañeros y profesores.
El tiempo pasó y como era obvio recibió un diploma de la academia y fue invitada a tocar en varios conciertos, de los muchos a los que fue convidada, solo tocó en uno, el único que tocaría en toda su existencia. Esa noche con su violonchelo en posición y el arco en la mano, dio al público la melodía más maravillosa que jamás habían escuchado o escucharían, la música brotó por todos sus poros llevándola al éxtasis de su don. Terminó, por imposible que parezca siendo ella un vampiro, bañada en sudor, esa noche con una gran sonrisa en la cara fue tras bambalinas y salió del teatro rumbo a nuevos horizontes, su tiempo en parís había terminado.