Mantener la Distancia

Por primera vez

Pasé tres días en esa cueva, simplemente pensando, por un momento creí que la vida ya no tenía sentido, nunca fui a recoger mis cosas al palacio Vulturi. No quería ver a Caius, no quería que se disculpara, no quería que me mirara a los ojos y me suplicara perdón, pues sabía que no podría decirle que no, tampoco quería volver a casa, no estaba preparada para bajar la cabeza y aceptar que me equivoque, la sensación de no tener un lugar a donde llegar me invadió, pensé quedarme allí para siempre. Luego recordé que era un vampiro, uno con alas, podía ir a donde yo quisiese, miré al cielo y salí de ahí.

Llegué a Grecia, específicamente a Creta, en medio del mediterráneo, era de noche y el frio del invierno era más fuerte de lo habitual, sin embargo, había unos pocos bares abiertos, en la mayoría la música sonaba más fuerte que nunca, menos en uno, menos en el Late Night, allí la música era suave, la luz tenue y solo había unas pocas personas. Entré, pedí un trago que no me iba a tomar, me senté en una mesa vacía y miré mi panorama, había unas cuantas parejas, se miraban y se besaban, tal y como Caius y yo lo hacíamos, había un grupo de mujeres riéndose, y un hombre solitario tomando tequila en su mesa.

No había pasado mucho tiempo cuando un mesero paso al escenario a presentar a una artista, no recuerdo su nombre, era una chica de cabello rojo muy alborotado, jeans hasta la cintura y una camisa blanca media manga metida dentro de su pantalón, era la típica mujer de los 80, tenía una guitarra, se paró frente al micrófono, y empezó a cantar una canción de su autoría, cantó por lo menos una o dos estrofas cuando de repente se detuvo.

—Lo siento no puedo hacer esto —dijo y salió corriendo del escenario.

Podía ver a lo lejos como lloraba mientras alguien le gritaba, "no puedes dejarnos así" alcance a leer en los labios de un hombre que parecía desesperado, ya no tenían cantante, el dueño del bar no sabía qué hacer, la chica sentada en las escaleras sollozaba abrazada a su guitarra "¿Qué malo puede pasar?" pensé para mis adentros y me dirigí a donde se llevaba a cabo la escena.

—Disculpa chica —le dije.
—¿Sí? —dijo algo malhumorada.
—¿Puedes prestarme tu guitarra? —la chica quedó atónita.

Intente poner mi cara más gentil y supongo que ser un vampiro también me tendió la mano, la reacción de la chica fue entregarme su guitarra. Subí al escenario con la guitarra en la mano, tomé el micrófono y me presenté.

—Buenas noches —llame su atención—. Mi nombre es Mariana y no se supone que este aquí, sin embargo, les voy a cantar, esto es "streets of love".

You're awful bright
You're awful smart
I must admit
You broke my heart
The awful truth
Is really sad
I must admit
I was awful bad
While lovers laugh
And music plays
I stumble by
And hide my pain
Mmmm, the lamps are lit
The moon is gone
I think I've crossed
The Rubicon
And I, I, I, I, I, I, I
Walk the streets of love
And they're full of tears...

Había hecho la canción mientras estuve en la cueva, no pude evitar que las lágrimas salieran de mis ojos, cuando terminé pude ver a todas las personas con claridad y surgió un aplauso espontaneo, descubrí que eso era lo que necesitaba, sentir el amor de las personas, el amor de aquellos que, aunque no me conocían, tenían el poder de reconfortarme, esperé un rato hasta que el aplauso se detuvo.

—Gracias —dije antes de salir del escenario.

En ese momento las personas empezaron a gritar, querían que siguiera cantando, los mire y después mire al tipo que antes gritaba a la pelirroja, este me hizo señas para que continuara, no lo pensé y volví al escenario.

Canté, canté y canté, toda la noche, las personas me miraban fascinadas, la magia de mi voz las atraía y la verdad era algo que no me molestaba.

Viví bien en creta, me quedé en ese lugar por un largo tiempo, pero hubo tres cosas que me incomodaron en todo momento: Las continuas apariciones extrañas en mi mente. El recuerdo de Caius, que por más que tratara, por más canciones de amor y odio que le escribiera, no lograba sacar de mi cabeza. Y finalmente mi familia.

Decidí volver a casa, no sabía cómo iba a disculparme por haberme ido sin despedirme, no sabía que cara poner o si la relación sería igual que antes, solo sabía que los necesitaba a mi lado, por lo que no lo pensé dos veces y lo hice.
Viajé hasta Alaska, cuando llegué al pequeño aeropuerto descubrí que todos estaban esperándome, no se los había dicho pero seguro Alice ya lo sabía, estaban alegres al igual que yo.

El tiempo que estuve lejos no es mucho para un vampiro, pero era la primera vez que yo estaba sin ellos y que ellos estaban sin mí, que, aunque no lo dijeran, yo a mis veintiuno aún era su niña chiquita, corrí a darle un abrazo a mi madre, algunas lágrimas cayeron de nuestros ojos.

—Te extrañe mucho mami.
—Y yo a ti mi muñeca

Así pase uno por uno saludándolos y dándoles abrazos, a mi tío Carlisle lo abrace tan fuerte que me pidió que parara, a veces olvido que sigo siendo una neófita. Rose me sorprendió olvidándose de su elegancia para darme un gran abrazo. Esme como mi segunda mamá también lloró conmigo. Edward también me abrazó. Luego fue Alice, la abracé, después de todo creía que nuestra relación había mejorado pero al parecer estaba equivocada, nadie más lo notó, pero ella rápidamente se separó de mí, se notaba qu no quería estar allí. Por último fue Emmet, no había hablado con él desde el incidente de Volterra, lo mire a los ojos, temía que estuviera enojado, lo abrace y le dije susurrando.



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En el texto hay: crepusculo, vampiro, jasperhale

Editado: 26.02.2021

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