Deimos.

Quiero salir y gritar por ayuda, estoy muy asustada pero no lo admitiría ni dejaría que se diera cuenta de ello.

Algo que aprendí con el tiempo es que nunca debes demostrar cómo te sientes, tienes que siempre fingir algo más porque a nadie le importa.

Empecé a mirar a todos lados buscando algo con lo que podría hacerle daño en caso de que pase algo que ni siquiera podría imaginar, cojí un jarrón que estaba en un estante, y tiré el jarrón al piso, los pedazos de cristales se esparcieron por todo el piso, con la toalla las alejé de mi y de la puerta, tomé un pedazo algo grande y me senté junto a la puerta.

—¿Qué fue eso? ¿Estás bien?—

No dije nada.

—Carajo, te estoy hablando—

No dije nada.

—¿Te hiciste daño?—

—Sí—

—¡No puede ser! Al parecer si hablas—

Resoplé —No repetiré la pregunta ¿Qué carajos haces aquí?— dije diciendo con lentitud cada palabra.

—¿Por qué tendría que responder a eso?—

Me enojé y demasiado para mi gusto, es decir, se supone que la que está en derecho de hacer preguntas aquí soy yo. Antes de que pudiera estallar escuché la puerta abriéndose y suspiré pensando que ya se había ido.

—Deimos ¿Qué diablos estas haciendo?— soltó una risa.

—Pues...tenemos un problema—

Enrollé la toalla en mi cuerpo, solté el vidrio y abrí la puerta —Ceris, ¿Quién rayos es él?— la miré confusa.

—¿Qué rayos pasó?— me tomó del brazo, me atrajo hacia a ella y se quedó mirando el piso del baño —¿Qué pasó aquí?— se dirigió a Deimos —¿La asustaste?—

—Yo no he hecho nada, la culpa es de tu amiga la paranoica— me miró de arriba a abajo y recién entré en cuenta que estaba en toalla frente de este idiota.

—Jodete— dije mirándolo, me voltee a mirar a Ceris que se encontraba recojiendo los cristales del piso y murmurando cosas que no llegué a entender —¿Me vas a decir quién rayos es este idiota?—

Suspiró —Es mi hermano— dijo mirándome.

Los miré a ambos, y la verdad tenían muchos rasgos parecidos, me quedé mirando a Deimos intentando buscar alguna otra diferencia que no sea el color de sus ojos.

—¿Podrías dejar de mirarme? Me siento acosado—

Reí ante su comentario —Para ser acosado deberías ser lindo y no llegas ni a eso— solté una risa, y obviamente mentí, tiene unos ojos color avellana que llaman mucho la atención gracias a sus rasgos faciales y su tono de piel tan pálido, es tan atractivo como su hermana.

—Qué pena, estoy muy seguro de que sobrepasé ese estereotipo a los 13—

Le sostuve la mirada unos segundos —¿Cuántos años tienes?— dije intrigada.

—16— dijo rápidamente y se cruzó de brazos.

—¿Ya pueden dejar de coquetear?— dijo Ceris mirándonos con asco.

—¿Ya puedes dejar de coquetear?— miré a Deimos.

—Creo que deberías hacerte esa pregunta a tí misma— me giré de brazos mirándolo fijamente.

—Ya, paren, me marean— dijo Ceris sentándose en el sillón —Hannah, te presento a Deimos, el idiota más idiota de los idiotas. Deimos, te presento a Hannah, la niña más linda de este infierno, después de mí— sonrió

—No fue un gusto conocerte— Sonreí de lado.

—Puedo decir lo mismo—

—Ya lárgate, por favor— dijo Ceris mirándolo fijamente.

—Está bien— se fue sin decir nada más.

Justo cuando cerró la puerta, Ceris se acercó a ponerle seguro.

—¿Qué está pasando?— sonreí

—Traje helado— hizo una pausa mientras sacaba una funda debajo de la cama, sacó un tarro de helado y dos cucharas —De chocolate—

Tomé una blusa que estaba en mi cama y me senté junto a ella en su cama —Ya me convenciste— tomé una cuchara y sin pensarlo dos veces empecé a comer.

Después de un rato me terminé comiendo todo el helado prácticamente sola —Lo siento, el helado de chocolate me encanta, lo extrañaba tanto— solté una risa.

—No pasa nada— soltó una risa —¿Cuál es tu historia?—

—¿A qué te refieres exactamente?— dije mirando el tarro

—La causa del porque eres huérfana—

Me quedé en silencio un buen rato, suspiré —Bueno, mi mamá se suicidó frente a mí —hice una pausa—Y ni siquiera sé si mi papá está muerto, desapareció tiempo después y luego encontraron su auto en el agua también, me gusta pensar que aún está vivo de vez en cuando, ya sabes, para darme un poco de esperanza— suspiré —¿Y cuál es tú historia?—

Me miró con el ceño fruncido —Es algo parecido— la miré confusa —En mi caso, mi papá se suicidó, no frente a nosotros, pero lo hizo, nosotros nunca vimos nada, nadie nunca vió nada, llegaron a esa conclusión ya que encontraron su auto y un cuerpo en un río, al parecer no pudieron identificarlo. Nuestro padre duró unos 4 años desaparecido y luego supimos lo de su muerte, luego, nuestra madre también desapareció, esta vez, sin dejar rastro, tampoco sé si está viva o no. —

—Esto es muy raro—

—Concuerdo— miró la hora en su reloj —Bueno, linda charla, pero en exactamente 5 minutos alguien va a venir a decirnos que en 5 minutos si no estamos en el comedor, estamos jodidas, pero nunca creo en eso y hago literalmente lo que quiero la mayoría del tiempo—

—Bueno, yo opino que nos cambiemos, no quiero tener más problemas, al menos no el primer día— dije en un tono divertido.

—Es comprensible, anda, ve a cambiarte—

Me paré y fui a mi maleta, saqué ropa interior, una blusa corta azul y un short holgado, me adentré al baño, me bañé rápidamente y me cambié lo más rápido que pude, decidí hacerme dos trenzas.

Justo cuando iba a salir escuché que alguien tocó la puerta, la abrí lo más rápido que pude, Ceris me tomó de la mano y me sacó del baño —Ya vinieron, ponte los zapatos— asentí y me puse unos tenis negros, fuí hacia mi bolso y saqué un collar con un dije de un oso polar y me lo puse lo más rápido que pude.

Me senté en la cama mientras Ceris se ponía unos aretes —¿Cómo me veo?— dijo sonriendo.

Llevaba un vestido negro, algo corto, un poco ajustado en la cintura y en el busto pero luego era algo holgado, tenía unos tenis blancos, un collar de perlas y unos aretes que hacían juego con ellos —Sorprendentemente bien— solté.