Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 43

—¿Chicos, por qué tardan tanto? —la voz de Junmyeon me hizo pegar un brinco.

Sentí cómo la respiración de Jongdae se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso.

¿Junmyeon habrá visto...?

El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.

—Esto sí que está oscuro —dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.

Estaba de espaldas a la escena, pero Junmyeon no parecía para nada sorprendido, molesto o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada.

Me giré, lo vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillado por mi traje. Luego divisé a Jongdae, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a un metro de distancia de mí.

Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.

—Te ves hermoso, Xiumin —me dijo Junmyeon.

—Gracias —musité, con la voz temblorosa que salió de mí.

—Démonos prisa —me instó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta.

—Vamos, amor —le dijo a Jongdae.

Tomé mi abrigo y no le dirigí siquiera una mirada a Jongdae en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara.

¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes?

Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.

¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía?

Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Junmyeon?

Esto estaba sobrepasando los límites, Jongdae no era un patán, no sé por qué se comportaba como uno.

Especulé durante los cuarenta y tantos minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Junmyeon tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.

—Aquí es —dijo Jongdae.

Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos.

Del cual vislumbraban sus luces reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.

Bajamos de la camioneta después de que Jongdae la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillado todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.

El pavoroso traje y los zapatos en color plata me dificultaron un poco el andar, no estaba muy acostumbrado a esto.

Junmyeon tomó del brazo a Jongdae, y por el otro lado me tomó también a mí; y juntos nos encaminó hacia el interior de la casa.

Me quedé sorprendido cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más adentro.

Del techo colgaban candiles enormes hechos de cristal y pedrería que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto.

El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a violín.

—Wow —musité, sorprendido.

—Es... grande —concordó Jongdae, viendo también los enormes candiles del lugar.

—Junmyeon, il mio diamante! —la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.

Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.

—Signor Vittore, buon compleanno! —dijo Junmyeon, expandiendo su sonrisa al hombre.

—Sono contento che sei venuto —dijo él y luego nos miró a mí y a Jongdae.

—Grazie por avermi, per me è stato un piacere. Vogliamo introdurre il mio fidanzato Giuseppe, e il mio migliore amico Xiumin —contestó Junmyeon y luego nos acercó más.

—E ’un piacere incontrarli —nos saludó y como yo no entendía nada, sólo sonreí —Junmyeon —dijo, volviéndose a éste—, vieni qui. Ci sono alcuni progetti che ho voglia di parlare —lo tomó de la espalda y lo llevó entre la multitud, hablando con él.

Jongdae y yo nos quedamos parados allí, solos. Al comprender esto, mi corazón comenzó a latir frenéticamente.

—¿A dónde va? —le pregunté, perdiendo de vista a Junmyeon. Se encogió de hombros.

—Con su jefe, no sé —dijo, como si nada.

—¿Quieres algo de beber? —me miró.

—Me gustaría, gracias —le sonreí tímido.

No sabía si quedarme con él a solas era buena idea; después de lo que acababa de pasar. No. Sin duda no lo era.

—Está bien, siéntate allá —me señaló una mesa con sillas disponibles—Yo te la llevo.

—Gracias —me di la media vuelta, pero luego me giré de nuevo.



#1575 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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