Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 46

Había estado la mayor parte del tiempo con ellos dos, y me había dado gusto la noticia de que ahora eran casi inseparables; sólo le faltaba a Minik decidir qué día le pediría que fuera su novia.

Salté de mi asiento al percatarme de la hora.

—Demonios, es tardísimo —dije levantándome de la silla mientras que Minik y Hani me miraron confundidos.

—¿Tarde para qué? —preguntó Minik.

—El viaje de Junmyeon, ¿recuerdan? —les había contado la historia a la hora de la comida, Hani me llenaba de consejos y Minik resultó ser excelente escuchando.

—Oh, verdad.

—Habla con él, Xiumin. Una amistad se vuelve más sólida si ambas partes hablan de lo que les preocupa —me aconsejó Hani, como toda la tarde lo había estado haciendo.

Era increíble cómo podía ella expresarse así, con tanta naturalidad, con tanta sabiduría; a pesar de que era menor que yo, sin duda era más madura, siempre lo he dicho.

—Gracias, Hani. Espero tener el tiempo —miré el reloj—. Y si no me doy prisa, no podré despedirme.

—¡Suerte! —agitó la mano cuando me dirigí a grandes zancadas a la puerta de salida.

—Hasta pronto, Xiumin —dijo Minik.

Salí dándoles una sonrisa y apresuré el paso hasta el edificio. Faltaban doce minutos para que las ocho y media se dieran, Junmyeon tenía que partir antes de las nueve.

Mientras corría hacía mi destino, recordé a Jongdae; él ya debería de estar allí, seguro.

Eso hizo que mis pies disminuyeran su velocidad un poco. No quería llegar y toparme con la despedida amorosa entre ambos porque sabía muy bien que me iba a doler, incluso pensarlo ya causaba una aguda sensación de malestar en el corazón.

Por primera vez utilicé el ascensor y llegué hasta el tercer piso en tres cuartos de minuto, dí grandes zancadas hasta el departamento 312 y abrí torpemente la puerta, esperando a que Junmyeon no se hubiese ido ya.

—¡Jummy, lamento...! —mi frase se quedó inconclusa porque justo al abrir la puerta me encontré con la escena romántica que quería a toda costa evitar.

La despedida amorosa entre Junmyeon y Jongdae.

—¡Xiumin! Qué bueno que llegaste antes de que partiera. Pensé que no vendrías —la broma no le salió como tal. Se deshizo del abrazo de Jongdae y se dirigió a mí para abrazarme. Algo del perfume de él aun había quedado impregnado en sus ropas y llegó hasta mi nariz de forma tenue.

Intenté sonreír y poner buena cara, aun sintiendo los horripilantes deseos de estallar en berridos y dejar salir a borbotones las pesadas lágrimas que sentía que me empañaban ya la vista.

Una gota de agua salada cayó al hombro de Junmyeon, una lágrima que no pude reprimir.

—Oh, Xiumin pero no llores, o me harás llorar a mí —su tono de voz se tornó cálido y tierno, como siempre había sido.

Él creía que yo lloraba por su viaje. Era un buen pretexto, pero me sentía mal porque no era cierto.

La verdad era que sí sentía dolor, pero era uno propio del corazón, causado por la demostración de afecto entre ellos dos.

Sonreí, esperando que no fuera muy evidente lo falso en él.

—Cuídate mucho, Jummy —murmuré—. Te voy a extrañar —aquello había sonado honesto, porque era verdad.

—Yo también —me dijo.

Luego, la mano de Jongdae me acarició la espalda en busca de darme consuelo.

Hasta ese momento recordé su presencia y un inexplicable rencor me invadió.

Lo odiaba bastante, pero de igual manera, lo amaba más de lo que podría llegar a odiarlo.

No entendía cómo es que había ilusionado tanto a mi corazón y luego lo había dejado caer en un agujero sin fondo y muy oscuro.

—Te acompaño abajo —dijo él y luego tomó la pequeña maleta de Junmyeon, dejando mi espalda desprotegida de su calor —¿vienes? —me preguntó a mí.

Asentí y entrelacé mi brazo al de Junmyeon, luego bajé la cabeza. Lo que menos necesitaba era que Junmyeon se fuera, aunque solo sea por dos días; sin duda serían los dos días más difíciles de mi vida, teniendo que abstenerme de todo tipo de encuentro con su novio.

Bajamos por el ascensor, mientras que nadie pronunciaba palabra alguna y mi vista seguía fija sólo en el piso del elevador. Cuando llegamos al primer piso y salimos del pequeño apartado, la camioneta de la gente del señor Vittore ya esperaba por Junmyeon.

Él dio un suspiro y luego se giró para ver a Jongdae.

Lo miró por un par de segundos, como queriéndole decir algo con sus ojos, parecía que... suplicaban.

Pero Jongdae bajó la mirada y exhaló despacio, luego besó la frente de su novio.

—Cuídate mucho, amor —le pidió.

El corazón, ya roto en miles de pedazos, se contrajo de dolor al escuchar la última palabra. Junmyeon sonrió débilmente.

—Te amo, Jongdae —susurró en su oído y yo deseé con un fervor descomunal estar en alguna otra parte en ese momento.



#1573 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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