Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 61

Me levanté de la cama y me serví una taza de café. Caminé hasta el librero y saqué de la orilla izquierda el sobre amarillo que abarcaba el último espacio en toda la hilera de libros. Caminé de nuevo hasta la mesa y lo dejé allí, indeciso de mi siguiente acción.

Me le quedé mirando un buen rato, ¿Qué tanto daño podía causarme mirar su rostro en aquellas fotografías?

Sabía que desde que se las mostré a HaeChan, no las había vuelto a sacar porque cada vez que me acordaba siquiera de Jongdae, el corazón latía con dolor; pero, pensarlo lejos me hacía tener la necesidad de sentirlo cerca, aunque sea en fotografías.

Rocé con las yemas de mis dedos el borde del sobre y vacilé con el cordón rojo que lo mantenía cerrado.

Quería verle... pero el timbre sonó.

Alguien llamaba a mi puerta, de seguro era HaeChan. Tomé el sobre y lo puse encima de una silla y luego agarré una frazada azul y me envolví con ella. Me apenaba un poco que la gente me viera en pijama.

Pero entonces me acordé de Jongdae, aquella vez que había llegado al departamento de Junmyeon y me había visto en el mismo pijama que ahora traía puesto; ignoré la punzada de dolor en el corazón y corrí escaleras abajo para abrir la puerta.

—HaeChan, hola –dije al verle.

—Veo que está a salvo, ¿No chocaste anoche? –bromeó, mirando su camioneta.

Me reí.

—Pasa –abrí más la puerta y lo dejé entrar. Fue detrás de mí en las escaleras hasta que llegamos a la segunda planta, donde era mi casa.

—¿Te acabas de despertar? –preguntó.

—Quizá.

Se rió y luego miró el sobre amarillo sobre la silla, en su mirada había un destello enigmático. La misma mirada que había puesto la primera vez que le mostré el contenido de aquel sobre.

—HaeChan, ¿gustas café caliente?

—¿Eh? –me miró— sí, claro –me sonrió.

—Sírvete, mientras voy a cambiarme –dije, ignorando esas miradas misteriosas de HaeChan. Seguro sólo se acordó de lo que había en él, nada más.

Me fui a mi habitación y me vestí casual, a fin de cuentas no importaba mucho la ropa que usáramos, todo iba oculto debajo de algún abrigo que el frío invernal nos obligaba a usar. Salí y vi a HaeChan sentado a la mesa, tomando de su taza de café.

—¿Lista? –me preguntó, poniendo la taza a lado del sobre amarillo, sobre la mesa.

—Lista –le sonreí y me dirigí hasta él, tomé el sobre...

¿Qué no lo había dejado sobre una silla?

Suspiré, a lo mejor ya me estaba volviendo loco. Coloqué el sobre en su sitio de antes, hasta el final de todos los libros que nunca abría y luego me giré hacía HaeChan.

—Vámonos –le sonreí, de nuevo.

Fuimos hasta un nuevo laboratorio de fotografías que HaeChan había descubierto hace un par de días, estaba más cerca de mi casa y por lo tanto no tardamos mucho en llegar. Cuando revelamos todas nuestras fotografías, apartamos las mejores y luego, rumbo a la agencia de publicidad en donde se encontraba aquella persona de la revista, nos dirigimos.

—¿Ya estás mejor? –me preguntó HaeChan, dejando las bromas infantiles con las que íbamos divirtiéndonos todo el camino.

Suspiré. Él tampoco había olvidado lo sucedido ayer.

—Se fue –musité, bajando la mirada.

—¿Cómo que se fue? –dijo, sin comprender.

—Ya no vive en Venecia, ya no está con Junmyeon.

—¿Y tú cómo sabes?

—Hani me contó, o mejor dicho, le supliqué que me contara –levanté la mirada.

—Él se fue.

—¿A dónde iría?

—A Japón, quizá –me encogí de hombros, aparentando indiferencia al dolor interno.

—¿Japón?

—No estoy muy seguro si se fue para allá. Lo que sí sé es que se fue para alejarse de Junmyeon, de Europa, de mí.

—Borrón y cuenta nueva –me sonrió.

—Tienes que seguir adelante, el pasado es el pasado y no podemos hacerlo parte de nuestro presente. A menos de que nos convenga o nos traiga un beneficio, mientras no, déjalo atrás.

Le regalé una sonrisa. Así era HaeChan, un tanto despistado en los sentimientos, pero muy inteligente.

Pero aunque tuviera razón, yo no podía deshacerme tan fácil de todos esos recuerdos, ni abandonar el amor que aún sentía por Jongdae, era imposible ignorar la intensidad de este sentimiento.

Y aún cuando quisiera, no podía, no tenía fuerzas para lograrlo.

—Aquí es –dijo HaeChan, estacionando la camioneta frente a un edificio futurista que abarcaba un enorme espacio en la calle, tuve que estira el cuello para alcanzar a ver su altura a través de la ventanilla de la camioneta.

—Es inmenso –farfullé, asombrado.

HaeChan bajó y también lo hice yo, mirando aún la fachada de aquel edificio pintado de color salmón. Con fuentes y jardines en el exterior.



#1570 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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