Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 62

Tras el escritorio de roble, había una señora con el pelo cobrizo, enrulado hasta los hombros. Los ojos remarcados con lápiz negro y los labios pintados de un rosa pálido. Las arrugas en su piel se hicieron más notorias cuando esbozó una sonrisa.

—Pasa, corazón –dijo amable—. ¿Dónde está el señor Jung? –preguntó al notar que venía solo.

—Lo mismo me pregunto. Salió casi corriendo hacia el pasillo continuo –me encogí de hombros y ella rió.

—Bueno, muéstrame el trabajo que hicieron –me hizo un gesto con la mano para que me acercara y me sentara en una de las sillas frente a su escritorio.

Caminé hasta ella y me senté, entregándole el sobre de fotografías. Ella las sacó del sobre y comenzó a mirarlas.

¿A dónde habrá ido HaeChan? ¿Qué era tan importante como para dejarme solo en esto? A menos de que fuera algo de lo que no quería que me enterara.

Sacudí levemente la cabeza. Me estaba volviendo una paranoica. Pero HaeChan me daría una explicación.

Posé mi vista en la placa de metal dorado que estaba frente a mí y la leí pasivamente. SoRa Lee, Editora de la “Notes”. Mantuve mi vista sobre la placa, mientras que la señora Lee revisaba las fotografías y asentía en gesto de conformidad.

—Son muy buenas fotografías –dijo y luego me sonrió, mostrándome de nuevo todas esas arruguitas—. Hacen un muy buen trabajo –abrió su cajón derecho y sacó de allí un recibo. Garabateó en él con un bolígrafo y luego me lo pasó—. Dile a JungEun que te selle esto y que te diga dónde cobrarlo.

Miré el papel, era el pago por nuestro trabajo. Las cejas se me elevaron al ver la cantidad.

—Fue un placer trabajar con ustedes –se levantó y yo hice lo mismo, luego me tendió la mano.

—Igualmente –le sonreí.

Salí de aquella oficina y al salir vi a HaeChan, que apenas venía llegando.

—¿Ya pasaste? –me preguntó.

Asentí con la cabeza una sola vez y luego me giré hacía JungEun.

—¿Podrías...?

—Oh, claro –tomó el papel y lo selló y luego de firmarlo también me lo devolvió—. Lo cobras al fondo del otro pasillo –me regaló una sonrisa con sus potentes labios rojos.

—Gracias.

HaeChan se acercó y tomó el papel.

—¡Vaya! ¿Todo eso para nosotros? –dijo, mirando la cantidad que nos pagarían.

—La mitad para cada quien –reí, mientras caminábamos hacía el pasillo opuesto—. Por cierto, ¿a dónde fuiste?

—¿Eh? –conocía esa expresión de desentendimiento que ponía cada vez que no quería decir algo.

Entonces la incertidumbre me recorrió el cuerpo.

—¿A dónde fuiste, HaeChan Jung? –lo miré, parando mi caminar.

—Ah... saludar –se encogió de hombros.

—¿A saludar a quién? –fruncí el ceño.

—A una persona con la que ya me había topado antes.

—¿Tiene que ver conmigo? –por un segundo, lo que dura un latido, Jongdae pasó por mi pensamiento.

—Esa persona jamás te ha visto –dijo, ya más calmado e hizo que me calmara también—. Anda, ya vamos por nuestro pago –me instó a seguir caminando hacia el siguiente cubículo.

No sabía porqué, pero la incertidumbre no se iba. Algo me decía que todo eso tenía que ver conmigo.

O a lo mejor, de verdad me estaba convirtiendo en una paranoica.

No quería hacerme falsas ilusiones en que, a lo mejor, Jongdae también tuviera que ver en esto; pero era algo ilógico. Jongdae estaba muy lejos y HaeChan ni siquiera lo conocía más que en fotos.

Cobramos nuestro dinero y lo repartimos, mitad y mitad, luego HaeChan me llevó a casa en donde las especulaciones continuaron.

Era un terco, si HaeChan me conocía bien sabría que no me iba a dar muy fácil por vencido y que no me iba a quedar de brazos cruzados; además de que era un completo curioso igual que...

Jongdae.

Era inevitable no traerlo a mi pensamiento, vivía allí día y noche y no podía bloquearlo. Pero todo esto sólo se enredaba con tantos nombres, de por sí, eran ya suficientes.

La noche llegó rápido, pero no dispersó mis pensamientos. Tenía que separar todas las cosas que se enredaban en mi cabeza y saber en qué se relacionaban una con la otra. Jongdae y la canción, HaeChan y su misteriosa desaparición en la mañana, Jongdae, HaeChan...

Suspiré y me asomé por la ventana, el cielo oscurecido sostenía un cuarto menguante en lo alto y tuve que pensar en Jongdae, una vez más.

¿Dónde estaba? Deseaba tener una señal, un lugar, lo que sea.

Quería que alguien me dijera que lo había visto, que estaba bien, quería saber cualquier cosa. Pensarlo me hacía recordarlo, a poco más de un mes de haber regresado, tenía su recuerdo nítido en mi mente: sus bellos ojos miel brillando con luz propia, su cabello perfectamente peinado y castaño, tan suave como espuma en los dedos, sus sonrisas tan mágicas y sus labios deliciosos.



#1586 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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