Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 63

La luz del contestador parpadeaba cuando llegué a casa. Había estado casi toda la mañana vagabundeando por mi ciudad en busca de buenas fotografías para tomar. Había tomado sólo tres en casi seis horas.

Me acerqué y apreté el botón para oír el mensaje, mientras iba por un vaso de agua.

<Oh, buenos días, jovencito Kim, o buenas tardes según escuche mi mensaje.

Su fotografía nos ha fascinado y queremos que nos muestre toda la colección. Hay algo especial en esa imagen y, estaríamos muy honrados en ver su trabajo para si usted quiere, hacer la exposición.

Comuníquese en cuanto oiga el mensaje. Ya sabe el teléfono de la compañía, pregunte por el señor Cho.

Que pase buen día, hasta luego.>

El pitido que anunciaba el final del mensaje me hizo aterrizar. ¿Cuál fotografía? ¿De qué exposición está hablando? ¿Qué señor Cho? Corrí hasta el teléfono y garabateé el número de esa llamada en un papel, luego lo marqué.

Una voz femenina me contestó al segundo timbre.

—Shinhwa Estudio, ¿En qué puedo servirle?

—Amm... ¿Hay allí un señor Cho con quien pueda comunicarme? –pregunté, terriblemente confundido.

—Claro, enseguida.

—Gracias –tamborileé los dedos en la mesita mientras escuchaba la fastidiosa melodía a través de la bocina del teléfono.

—Oficina del señor Cho, ¿En qué puedo ayudarte? –me contestó otra voz más aguda que la primera.

Fruncí el ceño. ¿Qué allí todo mundo contestaba de la misma manera?

—Hola, ¿podrías comunicarme con el señor Cho, por favor?

—¿Quién lo busca?

—Xiumin Kim.

—Oh, claro. Enseguida –dijo y transfirió la llamada por un lapso de tiempo más corto que el anterior.

—Jovencito Kim, es usted –dijo la voz de hombre, ronca y amable.

—Eh... sí, pero aún no entiendo quién es usted –musité, con franqueza.

—Bueno, soy el presidente de las exposiciones fotográficas de esta empresa. KyuHyun Cho.

Los ojos se me abrieron como platos. KyuHyun Cho, había leído de él hace bastante tiempo; era el “productor” de las exposiciones fotográficas que tuvieron más fama en el país y no sólo allí.

—¿Jovencito Kim? –preguntó, ya que me había quedado mudo.

—Estoy aquí –farfullé—. Pero aun no entiendo por qué me llamó.

—Pues vimos su fotografía. Nos ha encantado y...

—¿Qué fotografía? –lo interrumpí.

—Un joven vino el día de ayer mostrándonos una fotografía que usted tomó en su viaje a Venecia, Italia, según nos contó el muchacho.

El corazón comenzó a latir debajo de mi pecho. Todo estaba cobrando sentido de pronto.

—A decir verdad, la fotografía es muy buena y pensamos que una exposición con ese tipo de fotografías sería... magnífico, pero antes queremos ver todas.

—Ah...

—Si se pregunta cómo conseguimos su teléfono y su nombre, pues déjeme decirle que tiene un amigo muy... insistente –soltó una fuerte risa. Me quedé en silencio por un momento, sintiendo cómo encajaban todas las piezas del asunto de HaeChan.

Él había tomado una de mis fotos ayer, y ese mismo día la había llevado con KyuHyun Cho –una persona que jamás me había visto pero que tenía que ver conmigo — para que me diera la oportunidad de una exposición de arte, de fotografías. Por eso no quería decirme, por eso esa mirada misteriosa cuando vio el sobre... mataría a HaeChan.

—Es usted muy callado, jovencito Kim –bromeó Cho soltando otra risita.

—Lo siento. Disculpe, esa foto no debió de salir de mi casa, es un error –farfullé.

¿Cómo iba a hacer una exposición de todas las fotografías que tenía de Jongdae? Ni que estuviera loca.

—¿Por qué no viene y lo hablamos? Y traiga las demás fotografías. Es una oportunidad excelente, ¿la va a dejar pasar? –me tentó.

Me mordí el labio inferior, vacilante.

—¿Jovencito Kim? –insistió.

—Llego en una hora, ¿le parece? –dije, dándome por vencido.

—Perfecto. Hasta pronto, entonces.

Terminé la llamada de manera brusca y me llevé las manos a la cara.

Ahora además de “roba novios” me volvería un asesino. HaeChan me las pagaría, pero antes tenía que recuperar mi foto. Me dirigí al estante de libros y tomé el sobre de fotos, lo introduje en mi morral y salí directo a aquel edificio en el que había estado ayer.

Mientras iba, pensaba en la posibilidad de aceptar la oferta de Cho.

Exponer mis fotografías en un salón inmenso, mientras ofrecían aperitivos elegantes a la gente que admiraba mi trabajo era el deseo que tenía desde que empecé a dedicarme a la fotografía; el deseo de todo fotógrafo profesional que dispara su lente para encontrar la belleza en este mundo.



#1579 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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