Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 64

Había visto su fotografía en Internet, pero sin duda de eso ya había pasado algún tiempo. Era un sujeto de pelo rubio, ahora con un poco de gris; su rostro redondo estaba cubierto de una piel blanca, pero expuesta al sol; grandes ojos azules. Me sonrió.

—Xiumin Kim –se levantó—. Qué placer me da conocerte –me extendió la mano y la tomé, receloso, con mi ceño ligeramente fruncido—. Siéntate, por favor.

La silla rechinó en el suelo cuando así lo hice.

—Señor Cho... –empecé.

—KyuHyun, por favor –me interrumpió, afable.

—Bien, KyuHyun. Esa fotografía no debió llegar a usted, es que...

—¿Cómo qué no? –se echó para atrás, como sorprendido.

—Es que esa foto era... –luché con mi fuero interno para no decir “prohibida” y buscar la palabra adecuada— era...

—¿Fenomenal? ¿Excelente? ¿Maravillosa? ¿Cautivadora? –me interrumpió, de nuevo.

Y a pesar de todo lo que dijo, aquello no se acercaba ni un poco al significado que yo le daba. Me reí.

—No, es que... –resoplé, frustrándome— Esa foto es personal.

—Piénsalo, sería una bellísima exposición fotográfica –gesticuló, como imaginándose la escena, ignorando mi comentario. Luego de un segundo, me miró—. Y sin duda sería una gran oportunidad para ti. No me digas que no es lo que quieres. Todo fotógrafo lo quiere –presionó, y tenía razón.

—¿Qué fotografía le dio HaeChan? –inquirí, quería saber cuál era la imagen que le había fascinado tanto.

Suspiró al verme renuente, luego se levantó de su silla de cuero y fue por una carpeta azul de su archivero. Volvió a sentarse y me dio el folder. Lo tomé y luego lo abrí. El corazón se me expandió por todo el pecho y el estómago se me encogió. Entre mis manos tenía una de mis fotografías, una de tantas imágenes que no había visto hace tiempo.

El hermoso rostro de Jongdae exponía su perfil izquierdo, y las luces de fondo de aquella feria proyectaban un centelleo en sus ojos.

Era hermoso.

—No sé si vea lo mismo que yo veo en esa foto –me dijo Cho—. Yo veo una frase de alguna canción romántica, un cuento corto para contarle a mi hija en las noches. No sé si me doy a entender –juntó sus manos sobre el escritorio y se inclinó un poco sobre él—. Me gustaría ver todas, por favor.

Entonces lo miré. Luego saqué de mi morral el sobre que contenía las demás, y aun medio vacilante, lo deslicé sobre la madera del escritorio hasta las manos de Cho.

Él me sonrió y luego abrió el sobre, sacando todas las fotografías. Cerré los ojos por un momento, bajando la cabeza. No sabía qué estaba haciendo, o mejor dicho, sí sabía pero no estaba segura de hacerlo.

Junmyeon y Jongdae vinieron a mi cabeza.

Si de alguna manera se dieran cuenta, ¿cuál sería su reacción? ¿lo creerían un abuso o quizá una burla? Sobre todo Jongdae, él es quien aparece en las fotos y...

¡Jongdae!

Por un momento pude ver una cara de la moneda que no había visto.

Si Jongdae llegase a saber, ¿vendría a buscarme? al menos para reclamarme, enfadarse o cualquier cosa, y yo lo volvería a ver. No que eso cambiara las cosas, quizá me odiaba por destruir su relación con Junmyeon y más aún por publicarlo sin derecho alguno, pero era tanto el anhelo de saber de él que de cierta manera se había convertido en una necesidad.

¿Llegaría la noticia hasta Japón o donde sea que Jongdae se encontrara?

Miré a Cho y de pronto lo vi como una esperanza. Él había terminado de ver todas mis fotografías y la sonrisa en su rostro me decía que le habían gustado.

Repentinamente la idea de exponerlas no me resultaba tan descabellada. No si eso, de alguna forma, me acercaba a Jongdae.

—Vaya –dijo Cho, admirando la última imagen—. Son fantásticas –confesó—. Es como si te contaran una historia.

Me reí.

—Tienen una historia, no hay fotografía que no la tenga –admití.

—Me gusta, estoy encantado con su trabajo, jovencito Kim. Sería un honor para nosotros exponer estas fotografías –me dijo, con los ojos rebosando de excitación—. ¿Qué dice usted?

Y entonces mi mente había cambiado por completo, mi perspectiva ya no era la misma que hace unas horas.

—Hagámoslo –acepté, llenando mi cabeza de la imagen de Jongdae, ignorando si estaba bien o mal.

La sonrisa de Cho se volvió aún más intensa, acentuándose en su rostro, logrando que se arrugara un poco, luego me extendió la mano.

—Hagámoslo –repitió.

Estaba loco, severamente loco.

Había aceptado la propuesta de Cho y ahora no podía echarme para atrás. Y es que alguna parte de mi cabeza, quizá la más destornillada, tenía la ridícula esperanza de que aquella exposición, de alguna manera me acercara a Jongdae.

Tenía que llamar a Cho para darle el nombre de la exposición, me había dado sólo un día para pensarlo, ya que todo se llevaría a cabo en un mes, a finales de enero.



#1573 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.