Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 65

Me había pasado casi toda la noche en vela, ideando algún buen nombre para mi trabajo, algo que fuera como el título de una historia, pero nada era lo suficientemente bueno. Luego recordé una de las conversaciones que había tenido con Hani, aquella en donde le mostré la cantidad de fotografías que había tomado de Jongdae. Había usado un término para referirme a ellas: Manual de lo prohibido, porque para mí eso eran.

Entonces tuve la idea y el nombre para mi exposición, “Manuale del Proibito”, en italiano, porque había sucedido en Venecia.

Luego de que llamé a Cho y que encantado aceptó el título, tecleé el número de HaeChan, él aún me debía ciertas explicaciones. Le pedí que viniera a mi casa y a los pocos minutos apareció tocando mi puerta. Lo hice entrar y lo senté frente a mí en la sala.

—¿Recibiste la noticia, no? –me sonrió, no sabiendo qué esperar.

—Justo ayer. ¿Por qué no me dijiste?

—Porque pensé que ibas a decir que no y no estoy equivocado, ¿verdad? –enarcó una ceja.

—Pues no, pero... acepté –exhalé.

—¿Aceptaste? ¿En serio? –la expresión de viva alegría le volvió al rostro.

—En contra de mí mismo, incluso –admití.

—¿Por qué dices eso? –preguntó, confundido.

—Porque al exponer esas fotografías, terminarán por odiarme, HaeChan. Fui y destruí su perfecta relación, le mentí a Jongdae al decirle que no lo amaba y ahora, vengo aquí a exponerle mi vida a medio mundo.

—No estás exponiendo tu vida –me contradijo—. Cada persona interpretará las fotografías a su manera, allí no dice “le robé el novio a mi mejor amigo” ¿o sí? –volvió a levantar la ceja.

—Ya lo sé, pero soy tan egoísta que no importa tanto que Jongdae se enoje y me odie por completo, me duele muchísimo, pero sólo quiero verlo de nuevo. Por eso acepté, HaeChan, esto me da la esperanza de volver a contemplar su rostro.

—¿Egoísta? Xiumin, eres la persona menos egoísta que conozco, pero te diré lo que sí eres: masoquista –fruncí el ceño pero el continuó hablando—. Por una vez en tu vida, Xiumin, date gusto a ti mismo. Vives preocupándote de la vida de los demás, de sus opiniones y te dejas de lado –me sacudió ligeramente de los hombros—; piensa por una vez en ti.

Si esto puede que te acerque a ese tal Jongdae, pues no te detengas.

Por una vez en la vida, lucha por lo que quieres.

No me había detenido a pensar, que, aunque HaeChan fuese un bruto de sentimientos, podría llegar a ser también el amo y señor de la razón. Y justo ahora la tenía, no me iba a echar para atrás pensando en la gente a mi alrededor, o la que alguna vez estuvo allí; aun por más ridícula que fuera la idea y burda la esperanza, debía seguir adelante.

—Supongo que tienes razón, HaeChan –le sonreí y él también.

—No supongas, la tengo –rió y luego me abrazó—. Sé que va a ser la exposición fotográfica más popular en Hongdae –me animó.

—O más allá.

Después de aquella tarde y de muchas más, mientras el tiempo seguía su trascurso y con él se llevaba mis suspiros; la fecha de la exposición fotográfica se acercaba. Cho había hecho su reconocido trabajo al darle la suficiente publicidad al mío; mandando a imprimir folletos, volantes e incluso un espectacular en la ciudad. Cho era un hombre enloquecido, pero me daba esperanza. Inclusive se utilizó el diseño de una página web en la Internet, anunciando la exposición fotográfica “Manuale del proibito” por Xiumin Kim y a lado, una fotografía de Jongdae, la que HaeChan había llevado a Cho. Ver mi nombre bajo el título y a lado de la fotografía era para mí como una llamada de auxilio para que Jongdae la pudiera ver. Algo que esperaba lo trajera hasta mí al reconocer aquel nombre, del cual anhelaba no se hubiera olvidado tan pronto.

No esperaba que me tendiera los brazos y me abrigara en ellos; sólo quería verlo de nuevo, tenerlo frente a mí era el deseo más ferviente de mi corazón, y aunque me odiara con toda su alma, le explicaría que lo amaba y porqué le había mentido; pero sólo si él atendía a mi llamado.

—Es espectacular, ¿no crees? –el eco de la voz de HaeChan resonó en el salón vacío, trayéndome al presente.

—¿Cómo dices? –pregunté, haciendo demasiado evidente mi falta de atención.

—El lugar, es grandioso –dijo, fingiendo no darse cuenta—. Ya me imagino todo, ¡no puedo esperar a que llegue el martes!

Miré a mi alrededor curioso por las palabras de HaeChan, aunque la mayoría de las veces resultaba ser un exagerado, esta vez tenía razón.

Era un salón grande, con piso de mármol en color negro, las paredes blancas se expandían extensas dándole un espacio realmente grande y una ventilación y luminosidad al lugar. Aquello era el sitio perfecto que KyuHyun había conseguido para que se llevara a cabo mi exposición y aunque quedaba casi fuera de la ciudad, al norte de Sangbong, HaeChan se había ofrecido en llevarme y traerme las veces que fuera necesario.

Él siguió andando por las habitaciones del lugar, mientras que otras de las palabras que él había dicho, captaron mi atención. Faltaba casi menos de una semana para que se llevara a cabo la exposición y el mes se había pasado lento a pesar de todo, o, mejor dicho, lento para mí, ya que cada día la agonía de desconocer el resultado de mi atrevimiento me arrastraba en una incertidumbre desconocida que me obligaba a ignorar el paso de las horas en el reloj.



#1578 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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