Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 67

El olor a alcohol me invadió las fosas nasales y casi llegó hasta mi garganta, haciéndome arrugar la nariz y carraspear. Comencé a abrir los ojos poco a poco divisé una silueta junto a mí.

—Jongdae –susurré. Pero la voz que respondió a mi llamado no fue la misma que había escuchado antes.

—¿Ya estás bien, Xiumin?

Me tallé los ojos y luego parpadeé repetidas veces para aclarar mi vista.

HaeChan tenía un algodón en su mano izquierda y la mirada bien puesta, con el ceño fruncido, en cualquier cambio en mi expresión.

—¿Dónde estoy? –pregunté, mirando a mi alrededor, pero al instante hubo otra pregunta más importante y volví a pasar la mirada por el lugar, pero esta vez con desesperación—. ¿Dónde está Jongdae?

—Tranquilízate, dime que estás mejor –insistió HaeChan—. Estás en la parte trasera del salón.

—¡Estoy bien! ¿Dónde está Jongdae? –el lugar estaba más oscuro que alumbrado, pero lo suficientemente claro como para examinar cada rincón.

La boca comenzó a temblarme con un “No” inquieto en los labios por temor a que todo hubiese sido sólo una alucinación en mi cabeza.

Tomé a HaeChan del cuello de su camisa, inclinándome hacía él y percatándome de que estaba recostado sobre un sofá viejo con olor a humedad.

—¿Dónde está Jongdae? –casi grité, desesperado, creyendo que me estaba volviendo loco, si es que aún no lo estaba.

El silencio de HaeChan me hizo pensar lo peor y sentí que el corazón se me encogía acongojado en el pecho.

—Él está... está hablando con un chico, justo afuera de la habitación –dijo y los ojos se me abrieron como platos. Mi corazón le ganó al pensamiento en mi cabeza y revivió con estruendosos latidos golpeando contra mis costillas.

Me levanté del sofá, como impulsado de éste e ignoré el lacónico mareo que me sucumbió la cabeza. Caminé hasta la puerta del lugar y estando entre abierta logré ver lo que mi corazón pedía a gritos volver a sentir.

Reconocería aquella espalda ancha entre millones y no dudé en salir a su encuentro, pero el nombre que pronunció me congeló los pies en el mismo sitio sin músculo movible alguno; trayéndome a la memoria el segundo antes de desmayarme.

—Jaehan, yo... –tartamudeó un poco, pero volver a oír el sonido de su voz fue como para un ciego volver a ver la luz del sol—. Es que no te entiendo.

—¿Qué es lo que no comprendes, Jongdae? –la voz del chico me incitó a fijarme en él; tenía el cabello casi rubio y demasiado liso, era un poco más bajo de estatura que Jongdae y muchos allí, ya que le llegaba por poco debajo de los hombros. Su boca ancha al igual que su frente y su nariz chata lo hacían lucir como un muñeco Ken, pero de alguna marca que ocupara el segundo lugar en ventas, lo suficientemente opacada por el primer lugar para no subir nunca a él—. Te lo estoy diciendo de la manera más sencilla que puedo –continuó —terminar fue un error, ¡me afectó tanto cuando me enteré que te habías ido! –dijo, con fingida melancolía, hasta yo pude notarlo.

Así que él era Jaehan.

Cuando recordé lo que Jongdae me había contado, casi quise salir a arrancarle los pelos con mis propias manos.

—Xiumin –HaeChan me llamó pero no me moví, seguí allí, tras la puerta, escuchando y viendo todo.

—Jae... —Jongdae tardó un momento en continuar y luego habló despacio—, cuando estábamos juntos, todo lo que yo te dije era sincero y real. Fuiste el novio que más... quise –volvió a silenciar y junto a aquella falta de sonido, mi corazón se desplomó.

¿Él aun lo quería?

Miré el rostro de Jaehan, extasiado de alegría, mientras la sonrisa le crecía cada segundo un poco más.

¿Qué sentido tenía ahora la alegría de que mi locura haya funcionado?

¿Qué había de esperanza en tenerlo justo allí si en realidad seguía lejos su corazón? No había nada que hacer si él aun quiere a Jaehan.

Nada.

Fue entonces que me moví, deslicé poco a poco mis pies hacía atrás y me fui sumergiendo en la humedad y oscuridad de aquel cuarto.

HaeChan se me quedó mirando, con una leíble expresión de confusión en el rostro.

—¿Pasa algo malo? –preguntó.

Me di cuenta de lo vulnerable que era hasta entonces.

—¿Cuánto falta para que acabe la exposición? –le pregunté, con un hilo de voz.

—No lo sé –miró su reloj—, como cuarenta y cinco minutos –se encogió de hombros.

—¿Podrías encargarte del resto? Tengo, tengo que salir de aquí –miré a mi alrededor—. ¿Hay otra puerta?

—Xiumin no entiendo –HaeChan se acercó—. El sujeto que tanto buscabas está allí –señaló hacía afuera—, ¿no morías por verlo?

—Sólo sácame de aquí –rogué.

—¿Qué te hizo? ¿Por qué el cambio? –insistió.

—¡HaeChan! –le grité— sácame de aquí. ¿Qué es esa puerta? –pregunté viendo un armazón de madera a un costado de la habitación.

—Creo que conduce a un pasillo lateral del edificio –se encogió de hombros.



#1579 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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