Manual de lo prohibido [chenmin]

Capítulo 70

No dije nada, sólo tragué saliva intentando deshacer el nudo que me asfixiaba la garganta y me di la media vuelta, dejándolo allí, mirando cómo me alejaba. Si él de verdad me quería no iba a dejarme ir, pero yo necesitaba tiempo para pensar qué hacer.

Me decía que él y yo éramos lo correcto, pero ¿cómo estar seguro de ello?

¿Lo correcto era pisotear el ya destrozado corazón de Junmyeon?

¿Vivir con la culpa comiéndome por dentro? ¿O qué era lo correcto? Sentía que la cabeza me explotaba.

Tomé un taxi para ir al hotel, pero en realidad le pedí que me llevara al parque central. No tenía ganas de encerrarme en un cuarto sofocándome a mí mismo. Tenía que despejar mi cabeza, ordenar mis ideas, es que no había acabado cuando me fui de Venecia, el corazón roto de Junmyeon me seguía persiguiendo incluso más que Jongdae.

Pero, ¿no era lo que quería? ¿Tener a Jongdae para mí y que él me quisiera? Pero, ¿qué tanto me quería?

Bajé del taxi y caminé hasta alguna banca vacía, esto no era como los parques de Venecia, pero sí muy parecido. Ubiqué una no muy lejos y al llegar hasta él me senté, el frío metal me hizo estremecer la piel al contacto. Me llevé las manos a la cabeza cuando el aire me acarició en un soplo.

Podía ver a Jongdae en mi futuro, pero Junmyeon era parte de toda mi vida; allí estaba ese maldito dilema de nuevo, ¿es que nunca iba a terminar? ¿Había una solución acaso? Sollocé en silencio, ¿Qué era lo que yo quería?

Quería ser feliz a lado de Jongdae y daría mi vida por vivir con él. Pero el fantasma de Junmyeon seguía allí y eso no me dejaba avanzar nada.

Aunque Junmyeon ya estaba muy lejos, ¿no? ¿qué podía perder ahora? pero, ¿de verdad valía la pena? Quería saber qué tanto me quería Jongdae, si me amaba como yo lo amaba a él y sí esto valía el riesgo.

Se hizo tarde, entre cavilaciones y dilemas, el silencio pintó su ocaso; supe que era mejor irme ya. Y aunque había pasado el tiempo, no quería pensar en que Jongdae, quizá esta vez hubiese dejado de perseguirme, ¿Y si lo hizo? Ya no podía con tantas dudas, mañana regresaba a Hongdae y si Jongdae no apareciese de nuevo, entonces no le importaba tanto como decía.

Tomé otro taxi para que me llevara al hotel, siendo ya las ocho treinta de la noche. Rogaba al cielo por una señal, lo que fuera, algo que me indicara que correr el riesgo valía la pena. Algo que me dijera que Junmyeon estaría bien fuera cual fuera mi decisión. En ese momento pensé en algo que no me había pasado por la cabeza: Sehun. Pero al instante de cavilar su nombre en mi mente, un puñado de preguntas aparecieron como reacción secundaria.

¿Jongdae estaría enterado ya de que su hermano está enamorado de Junmyeon? ¿Qué habrá pasado con ellos ahora? Lo último que supe fue lo que Hani me había contado, pero eso no respondía mucho.

—Aquí es –le señalé al taxista al ver el hotel. Pagué y luego me bajé del auto.

Había dejado trascurrir varias horas. No sabía qué había sucedido con mi exposición, con Jongdae, no sabía nada. Me reí de pensar que las dos veces que he presentado la exposición he huido sin estar en el final.

Pobre HaeChan, tenía que recompensarlo de alguna manera. Subí hasta mi habitación, con el plan de llamarlo. Él era mi único informante de todo.

Pasé la tarjeta para abrir la puerta y la calidez de mi habitación me invadió al instante. Sobre la elegante alfombra verde olivo que tapizaba el suelo, había un sobre ancho y rectangular con mi nombre en la cara superior. Cerré la puerta y me agaché para levantarlo, curioso. Era delgado y liviano, lo que sea que trajera dentro era sólo cartón o algún papel duro. Lo abrí, más curioso que antes y cuando saqué su contenido, pude por fin ver qué era. Había un par de fotografías, sólo dos.

El corazón me palpitó con esos latidos tan conocidos y enamorados.

En la primera fotografía había una palabra que fue retratada en algún negocio, como los carteles o letreros que se pegan a las vitrinas o cuelgan de la parte superior de la entrada. La segunda fue tomada en algo de algún adorno romántico para San Valentín y allí estaba mi señal. Juntas decían “Te amo”.

Estaba casi segura de quién las había enviado, porque conocía la letra que dibujaba mi nombre en la portada. Di la vuelta a una fotografía y en la esquina inferior derecha decía Jongdae.

Las lágrimas desbordaron por mis ojos. Jongdae no iba a parar nunca, ¿verdad?

¿Qué más podía pedirle al cielo?

No necesitaba otra señal, me estaba demostrando que me amaba tanto como yo lo amaba a él.

Quería mi final feliz, ¡lo anhelaba! ¿Pero dónde estaba Jongdae? Giré por costumbre mi cabeza en todas direcciones, pero era un cuarto de hotel, allí no había nadie excepto yo.

Mañana me iba, ¿dónde diablos estaba Jongdae ahora? Corrí rápidamente hacía el teléfono y marqué a HaeChan. Las lágrimas desesperadas me inundaron más los ojos porque no me contestaba.

—No, HaeChan, no. No me hagas esto ahora –susurré al dejar pasar cuatro timbrazos sin que me contestara.

Otros dos más y me mandó al buzón.

—Maldición –colgué el teléfono y me dejé caer sobre mis brazos, llorando.



#1577 en Fanfic

En el texto hay: novios y amigos

Editado: 15.08.2023

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