Ese viejo y familiar dolor en tu cuerpo, que se da por los mismos problemas que quedan atrapados en tu alma y recuerdos siempre.
Huir es solo un deseo, a veces huir requiere valentía, a veces irse es lo único que te llevará a la tranquilidad, pero no es lo correcto, no en este momento.
Diecisiete años, diecisiete millones de lágrimas derramadas durante largos años en busca de comprensión y libertad.
He tenido dificultades para adaptarme, cada grito rebota en mi cabeza y duras palabras se sumergen como ecos en mi mente.
Pelea tras pelea, grito tras grito, un golpe por cada palabra.
Una herida que no sanará con solo cicatrizar, una marca invisible quedará, en conjunto con recuerdos que atormentarán.
Ellos no lo entienden, yo sé que no. ¿Cómo pueden decir que todo esta bien sin percatarse de que estoy muriendo?
Las señales son evidentes, pero tapan el sol con un dedo.
Mi cuerpo estaba pálido, pero no querían admitir que estaba enfermando.