Mar en tu mirada

III

Había obtenido la información que me faltaba, a estas alturas ya sabía que el hijo de Elías no se trataba de un hombre, si no de una mujer y que dicha jovencita se habia ido de Centirria, un año antes de mi llegada, razón por la cual era comprensible mi falta de conocimiento sobre su existencia.

Unas semanas más tarde Elías me había pedido de favor ir al super mercado ubicado en el otro extremo del pueblo. Había intentado negarme, pero el hombre había sido muy insistente, de tal manera que no sé cómo, éste logro convencerme.

—¿No puedes ir tú?— refunfuñé. Elías giro levemente su cabeza para mirarme fijamente y soltó un suspiró que me hizo saber que estaba desesperado por que yo accediera.

—Tengo que ir por flores al invernadero.

—¿Tienes una cita acaso?— le pregunté con interés sabiendo que el invernadero estaba algo retirado del pueblo, por no decir lejísimos.

—¿Si te digo, irás?— señaló con su dedo pulgar la camioneta Pick up que en ocasiones solía prestarme, por lo que sólo me encongí de hombros dándole a entender que se trataba de un tal vez.

—Hoy por la noche va a llegar alguien muy especial, Azariel.

—Maldita sea, esta bien. Iré. ¿Por qué tanto madito misterio?

—Mi hija regresa a casa— respondió con una sonrisa haciendome saber que se encontraba feliz por la llegada de su retoño. Algo en mi interior se removió de curiosidad por saber como era.

—¿Se puede saber por qué nunca me contaste de ella?— pregunté con interés.

—Su nombre es Leia; y no te lo conté porque nunca se había dado la ocasión para que ella saliera en el tema. De verdad lo siento Azariel, no quiero que creas que no te tengo confianza, por que no es así— respondió girandose hacia mi mientras uno de sus brazos rodeaba mis hombros y me daba suaves palmaditas sobre la espalda.

—Basta de apapachos, te he dicho que iré.

Elías me dió una sonrisa en modo de agradecimiento, colocó las llaves de la camioneta en mi mano para después dar media vuelta e irse en su carro. Soltando todo el aire que estaba en mis pulmones mire a mi alrededor y sin pensarlo mas salí de la casa para cumplir con el favor que me habian pedido.

Al trayecto al supermercado fue corto y sin complicaciones, mientras revisaba que toda la despensa requerida estuviera completa me puse a pensar en como sería la tal Leia. Y me pregunté si ella en el transcurso sería un obstáculo para cumplir con mi objetivo.
La joven que atendía la caja registradora me sacó de mis pensamientos haciéndome saber que era el siguente en la fila; le sonreí de aquella manera que sabía que la haría delirar durante un buen rato, y tuve razón, la chica se ruborizó como era de esperarse y bajó la mirada, de tal manera que me atendió de esa forma, sin establecer ni un segundo de contacto visual. No le dije nada porque sabía que la incomodaria, por lo qué mientras pasaba cada artículo por el escaner me dediqué a mirar hacia otro punto. Sabía que la chica estaba mirandome de reojo, pero no le tomé importancia, porque si la miraba sabía que apartaria nuevamente la mirada.  

Una parte de mi siempre destestó que una persona no pudiera sostenerme la mirada, me gustaba la seguridad de una persona, no el que se sintiera intimidado. Porque siendo sinceros mi físico daba mucho de que hablar y ni digamos de mi constitución atletica, me podría incluso describir a mi mismo como un infierno con patas. 

Pagado finalmente la cuenta, tomé todo y caminé con naturalidad hasta la Pick up, jamás en toda mi existencia como ser con dos piernas me sentí tan extasiado por conocer a alguien. Traté de convencerme de se trataba de él cambió que tendría la llegada de Leia a mi vida y el que tanto cambiaría mis planes . Por lo cuál me permití pensar en multiples escenarios que se podrían presentar en un futuro. 

Definitivamente no podía esperar para conocer a la princesa de papá.

 



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En el texto hay: oceano, romance, sirenasytritones

Editado: 01.07.2020

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