Mar en tu mirada

IV

Nunca había llegado a cuestionarme sobre si esta era la forma correcta de cumplir mi venganza, pero justo en este momento que me encontraba afuera de la casa de Elías, me abordaban tales pensamientos. 
Una pequeña parte de mi subconsciente me decía que lo mejor era que cumpliera con mi venganza de forma directa, sin dañar a terceros. Sin embargo, una oleada de furia y sufrimiento se removieron en mi estomago recordándome todos aquellos años de tristeza y pérdida que sufrí. Así que tragándome y desechando todos esos pensamientos que tuve en un principio, me dispuse a salir de la camioneta, y con la idea de que estaba haciendo lo correcto, me llene de una valentía que no sabría decir de donde saqué, pero que me hizo entrar a aquella casa. 
Por fin, después de tanto tiempo, conocería en persona a la pieza principal de mi plan. Mi recién y bien elaborado plan. 

Y así fué. Cuando entré a la casa me encontré con una escena que en otra situación podría haberla descrito como conmovedora. Pero este por desgracia no era el caso. 

Me gustaría decir que al ver a la hija de Elias mis planes cambiaron, sin embargo eso no pasó; cuando entré a dicha habitación y ver la forma en la que los ojos de Elías brillaban cuando miraba a su primogénita, algo dentro de mi se removió y solo impulso a mis pensamientos a cumplir con mi plan. Porque sí, lo había decidido. Mi plan involucraria a Leia definitivamente. 

Elías nos presentó eufórico, estaba feliz, se le notaba con solo mirar su semblante. 
Algo que pude notar al instante es que Leía se trataba de una joven hermosa, lo cual me sorprendió un poco ya que su físico no entraba en mis estanderes de belleza, decidí de dejar un poco de lado tales pensamientos y tomé asiento en uno de los muebles de la estancia. 

Los tres platicabamos animadamente sobre cosas triviales y mas que nada Elías ponía al día a su hija sobre todo lo que pasó y cambió en su ausencia. 
Finalmente despues de unos minutos, Elías se dirigió a la cocina para servir la cena, dejándonos a Leia y a mi solos. 

—Y bueno Leia... ¿qué te ha parecido el lugar? ¿A cambiado mucho?— pregunté de forma casual sabiendo que obtendría su atención. 

—La verdad es que todo ha cambiado muchísimo— contestó amablemente haciendo una ademán con las manos —No sólo ha cambiando el pueblo y la casa. Si no también mi padre. Y la verdad es que eso me alegra muchísimo. 

—¿Tú padre? ¿Cómo es eso?— pregunté con interés, ya que aquello sin duda habia atraído mi atención, por lo que me incliné en mi asiento colocando mis codos en la rodillas. 

—No quiero que cambie tu forma de verlo— murmuró mirando directamente en mis ojos, maldita sea si no reconociera que su mirada en contacto con la mía me gusto, sin embargo  vi que algo en su mirada había cambiando por el tema. La intensidad en su mirada había dejado de ser la misma. Es como si estuviera en otra parte reviviendo momentos tristes —Él no era así en el pasado— pronunció con pesar, entonces, por la forma en la que su rostro se contrajo un poco, supe que la situación era más complicada de lo que quería hacerla ver. 
Entonces quería preguntar más, pero el momento fue cortado cuando Elías se asomó a la habitación y nos anunció que la cena estaba servida. 

Durante la cena , Elías le contó a su hija el cómo nos habíamos conocido él y yo. La plática fue bastante fluida y extrañamente el tiempo se me pasó volando. 

Cuando revisé por detrás de las persianas de la ventana y vi que el sol estaba comenzando a ocultarse, entonces me dije que era la hora justa para marcharme de allí. 
Agradecí la cena y me despedí de Elías con un habitual choqué de palmas; por otro lado me despedí de Leia de una forma mas educada y caballerosa, con un suve apretón de manos y mentiría si dijera que no le di un beso en el dorso de la mano como toque final. Porque sí. No había olvidado los modales y consejos que me había dado mi madre cuando pretendiera cortejar a alguien, ya que eso era exactamente lo que haría, no era ningun sacrificio, porque para ser sinceros Leia no era fea, y era una lástima el como iba a terminar. Y yo me divertiria en el progreso.

 

Mas tarde, cuando llegué a mi casa, el sol ya se había ocultado completamente, lo cuál agradecí malditamente.
Mis pies apenas estaban tocando las escaleras del pórtico y yo ya estaba quitandome la camisa. No era ningun fan de andar desnudo todo el tiempo en mi forma humana, entonces, ¿Por qué estaba quitandome la camisa?, sencillo, se cumplían cuatro días desde la última vez que había tenido contacto con el agua de mi naturaleza, lo cual hacia que el dolor que estaba sintiendo en ese momento fuera comprensible, y no sólo eso. Si no que también ya habian pasado varios días desde la ultima vez que había vuelto a mi forma original. Así que cuando finamente había entrado a la casa, yo ya esta con mas de la mitad de mi ropa puesta fuera de mi cuerpo. Caminé lo mas rápido que pude hasta mi habitación y me dirigí directamente al armario, lugar donde tenía una puerta escondida al fondo de esté. Inmediatamente bajé las escaleras que contenía aquella puerta escondida, ya que dicha escaleras me llevarían a un estanquede  agua salada de considerable tamaño que conectaba con el mar, mi hogar. Entré al agua y de inmediato mi piel sintió el consuelo al dolor que estaba experimentando. Entonces dejé que la transformación también pasara; cuando esta concluyó, me permití relajarme y dejar de pensar por un par de horas en el motivo que llevó a estar allí. 

Me gustaba este lugar, Michael había escogido este lugar de forma minuciosa para mi alojamiento. Era una cabaña pequeña, ubicada en un tipo de muelle alejada de los demás habitantes, lo cual me traía una tranquilidad enorme. No tenía que preocuparme por vecinos entrometidos. 

Me permití pensar un poco en mi familia, en mis padres, y por supuesto en mi hermana que aún me esperaba en casa para mi regreso. 



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En el texto hay: oceano, romance, sirenasytritones

Editado: 01.07.2020

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