V

A la mañana siguiente me dirigí al acuario ya que esa misma mañana había recibido una llamada del trabajo. Al parecer el tanque de los leones marinos necesitaba ser limpiado con urgencia.

Me gustaba el trabajo, no iba a mentir. Hacer buceo no era nada desagradable, y es que he de reconocer que con mi dos extremidades soy muy buen nadador, tanto con ellas como sin. Además de alguna curiosa manera los animales podían reconocer mi naturaleza y me recibían con emoción cada vez que estaba cerca. 
Los trabajadores y encargados, lo notaron. Sentían curiosidad y al principio me cuestionaban el como lograba mantenerlos bajo mi control. 
Yo sabía la respuesta, pero ellos no; por lo que simplemente me encogía de hombros en modo de desconcierto. 

El medio día llegó y mi trabajo en el acuario ya había terminado, por lo que me dispusé en perder algo de mi tiempo llendo a "El idiota", bar perteneciente a un amigo de Erin, una compañera de trabajo, que en ocasiones soliamos limpiar juntos el tanque de los delfines.

Erin es una chica guapa, ojos verdes, tiene una cabellera pelirroja, una piel levemente tostada; y sobre todo era bastante simpática. Meses atrás ambos nos habíamos enrollado en una noche de fiesta y más noches después de esa. Semanas atrás Erin  comenzó a evitarme, sabía que ella sentía algo, no quería que interpretará cosas erróneas por lo que decidí darle su espacio. 
Sin embargo esta misma tarde se había acercado y preguntado si me apetecía salir, a lo cuál obviamente accedí. 

—Hoy estas más serio de lo normal— comenta Erin viéndome desde mi costado izquierdo mientras le da un trago a su cerveza. 

—¿Qué quieres decir con eso?— contesto de forma serena sin quitarle la vista a la botella de licor que he decido a mirar durante gran parte de la noche. 

—Significa que has accedido a salir conmigo, pero que estas ignorandome deliberadamente— la voz de Erin suena como algo que no puedo identificar, no sé si se trata de un tono desafiante o de reproche. Así que finalmente por primera vez en toda la noche la miro; la expresión de su cara es seria, tiene una ceja alzada y me mira de forma inquisitora, y es que a pesar de que mantiene la mirada sé que sólo se trata de una fachada y que por dentro sus piernas flaquean. 

—Accedí a salir porque me apetecía un trago— contesto dándole un trago a mi bebida sin quitarle la vista de encima. Me gusta su compañía, pero eso es algo que no voy a decírselo, se sentiría especial y no lo es en el sentido en el que ella quiere serlo. 

— No sé ni porque siquiera lo preguntó, siempre eres así— resopla mirando esta vez hacia otro lado. 
Sé que espera una respuesta de mi parte, pero no va a obtenerla porque en realidad no tengo nada que decirle   —A veces me cuesta tanto entenderte y quiero hacerlo, juro que quiero— pronuncia con un ligero quiebre en su voz, sé que su fachada de chica dura esta cayendo y una parte de mi conoce la dirección que va a tomar nuestra conversación a la cual voy a dejar que siga fluyendo para que de una vez por todas ella y yo estemos en la misma sintonia.

—No soy tan complicado y no necesito que me entiendas, yo sé el porqué de cada una de mis acciones. Así que te voy a pedir que no te entrometas en tratar de saber que pienso o el porque hago las cosas, no son de tu incumbencia. 

—Vale, lo he captado... — pronuncia de forma casi inaudible —pero aún así no puedes pedirme que ponga en modo apagado mis sentimientos. 

—No sabes lo que estas diciendo... — hago una pausa para dar un suspiro y justo cuando voy a terminar mi frase soy interrumpido. 

—¡Sé lo que estoy diciendo! Tú no sabes de lo que hablo porque obviamente no conoces lo que siento— y es que a pesar de que momentos atrás parecía que había perdido la seguridad en sí misma, el tono de su voz y su compostura me han indicado que la ha recobrado. 

—No puedo darte lo que quieres, porque no siento nada— la miro fijamente, sé que mis palabras la lastiman de alguna manera, y aún así no me acobardo y continuó hablando.
—Si, juntos la pasamos muy bien; tanto en la habitación como fuera de ella, pero no voy a darte el romance que tú buscas. 

—Una relación abierta...— murmura de forma inaudible. 

—¿Qué?— pregunto, siento mi ceño fruncirse porque de alguna manera su insistencia me es irritante, entonces dando un largo respiro le pregunto
—¿Qué es lo que estas diciendo?. 

—Tengamos una relación abierta— pronuncia está vez en un tono más audible, sólo la miró esperando a que continúe hablando —Sería como antes, casi nada cambiaría sólo que está vez puedo mostrarte lo que siento por ti. 

—Bien, hagamoslo. Pero esto no significa que voy a terminar amándote— una de las cosas que considero que me llevo a aceptar fue la conexión que siento con ella, y no de ese tipo de conexión amorosa, sino más bien de esas conexiones donde sabes que puedes hablar de cosas triviales con esa persona. 

Después de esa conversación Erin no habló más, su postura podía verse más relajada en comparación a cuando recién iniciamos  tomando los primeros tragos de la noche. 
Dos o tres horas después, ambos caminábamos por la avenida principal del centro del pueblo, su delgado brazo izquierdo se apoyaba en mi hombros mientras que mi brazo derecho la sostenía por la cintura, por lo que tenía que encorvarme para poder caminar junto a ella. 
Cuadras más adelante llegamos a un pequeño condomio, visualizo su casa y nos dirijo hasta allí. 

—¿Hay alguien en tu casa, Erin? 

—No, puedes quedarte y así nos divertimos un poco. 

—Claramente no estás en tus cinco sentidos

—Por supuesto que si— retiró su brazo de mi cintura e intentó colocarse sobre un pie para que mirara que podia mantener su equilibrio.

—Ya, sólo nos faltan unos cuántos pasos para llegar— la atraje hacia mí ya que claramente no podía mantenerse de pie por ella misma.