Capítulo 12

Ni hablar. Continuaré con mis compromisos y no podrás detenerme

—Continuaré con mis compromisos y no podrás detenerme, animal.

Mi mano se mueve para dejar caer en su espalda el tronco de un árbol caído, sin embargo, un muro de tierra compacta lo frena haciendo que la mandíbula del hombre se tense al apretar los dientes. 

—No sabes las ganas que tengo de dejarte en custodia con tu padre —me gruñe un segundo antes de echarme en su hombro como un saco de patatas y correr en dirección hacia la cueva, de nuevo. 

—No sabes las ganas que tengo de que me dejes en paz, animal —contraataco golpeando su espalda con los puños—. ¿No tienes nada mejor que hacer? 

—Desafortunadamente, vigilarte es una orden del rey. 

—¿Siempre sigues sus órdenes? A veces, las órdenes están para romperse. 

—Si eso pasara, no volvería a ver un nuevo anochecer —me informa saltando de risco en risco hasta entrar en la cueva. 

Me deja sin mucha delicadeza encima del catre, me levanta un brazo para pegarlo a la pared de tierra de la excavación y hace que la arena me atrape sin ninguna escapatoria. 

—¡¿Me tomas el pelo?! ¡¿Me estás haciendo prisionera?! —le grito intentando quitarme la atadura sin ningún éxito. 

—No me fío de ti, así que, te quedarás ahí hasta que llegue el momento de marcharnos hacia las montañas. 

—¡Suéltame, animal!

—No —se acerca al baúl para coger una espada, una daga y un cuchillo que guarda en su bota, se pone unos guantes de cuero y me informa—: Me voy de caza. No tardaré. 

—¡Ni se te ocurra dejarme aquí! ¡Pavel, desátame! —exclamo histérica lanzando patadas al aire como si pudiera alcanzarle. 

—Te voy a hacer una pregunta y quiero que me la respondas con sinceridad, ¿de acuerdo? Si me convences, te desato —se acerca para quedar acuclillado delante de mí, fija su mirada escrutadora en mis ojos, sin pestañear, y prosigue—: ¿Te quedarás en la cueva si te desato o te irás a tus compromisos?