Capítulo 20

Es posible que nunca.

—Es posible que nunca —contesto con una leve sonrisa cansada en los labios. 

—Descansa. Por la mañana emprenderemos el viaje hasta las montañas para que te reencuentres con tu padre —me informa mientras se lava las manos en una palangana. 

—¿Reencontrarme? Querrás decir encontrarme, ¿verdad? No lo he visto nunca. 

—Has entendido lo que he querido decir. Te aseguro que no te decepcionará conocerle. Es un gran rey y hubiera sido un buen padre si no fuera por su responsabilidad para con su raza. 

—Te lo diré cuando hable con él. ¿Cuánto tiempo llevas siendo su general? 

—Muchos años y muchos más de su padre, el anterior rey. 

—No eres precisamente un adolescente, ¿no? —le digo con una sonrisa pícara en los labios que él responde sacando su lengua en una burla infantil.

—Descansa o no podrás seguir mi ritmo. 

—Sí, mi general —obedezco cerrando los ojos y escucho un resoplido por su parte. 

***

La lluvia ha dejado de caer por el momento y Pavel se asoma por la abertura de la cueva para comprobar, olisqueando el aire, que no hay demonios cerca. 

—¿Por qué es más seguro salir de día? —quiero saber cuando rodeo su cuello con mis brazos y me alza para saltar hasta la falda de la montaña. 

—El sol quema la piel de los demonios. Tal vez lo hayas oído o visto en las películas de los humanos cuando se refieren a los vampiros —contesta corriendo a gran velocidad por el bosque que delimita la ciudad con el río Feanim hasta llegar a las faldas de la cordillera de montañas que conforman las Montañas Carpias. 

El general se para un momento, clava su mirada en mí y me pregunta:

—¿Estás preparada? 

Lo observo con fijeza durante lo que me parece una eternidad, trago con dificultad y pienso sobre ello. Alzo la mirada hasta donde se pierde la cima de la montaña con las nubes y, la verdad, no estoy nada segura. Voy a conocer a mi padre después de tantos años creyendo que estaba muerto. 

«¿Qué debería hacer?»