—Oscar, por favor, cuida muy bien de Violet, que no se pase a la piscina de adultos —suplicó Rachell.
—Mami, pero yo sé nadar —dijo la niña, dejando sus cosas sobre la tumbona.
—Lo sé, cariño, pero es mejor que no te expongas. No quiero que te pase algo, que tu padre me mata.
—Ve tranquila, mamá, la cuidaré.
—Gracias, chiquito. Luana no debe tardar, trata de que se sienta bien.
—Adiós, mamá, ya no te preocupes tanto. Estaremos bien —aseguró él y su mirada se topó con la chica que vestía un sencillo vestido corto hindú.
—Hola, Luana. —Violet corrió hasta donde se acercaba la chica.
—Hola, ¿ya te vas a meter al agua? —preguntó sonriente.
—Te estaba esperando —dijo emocionada, agarrándole la mano para guiarla hasta donde estaban las tumbonas.
—Bueno, yo me voy… Ya saben, cualquier cosa me llaman.
—Sí, eso haremos —repitió Oscar.
—Qué bien luces, te ves hermosa. —Luck le guiñó un ojo a Luana.
—Gracias. —Se sonrojó furiosamente.
—Rachell, ¿verdad que tiene madera para modelo? —Siguió él con las manos dentro del pantalón que llevaba puesto.
—Sí, es preciosa… En cuanto la vi pensé lo mismo —dijo con una tierna sonrisa.
—Gracias. —No podía evitar estar nerviosa y no encontrar otra cosa que decir; sin embargo, ya sabía de quién había heredado Elizabeth tanto encanto—. Es muy amable.
—Cualquier cosa que necesites le dices a Oscar, él lo pedirá al hotel… Espero que se lleven bien, y disculpa si mi hijo no es muy comunicativo, suele ser muy callado.
Luana afirmaba con la cabeza mientras sonreía, en un acto de agradecimiento por tanta atención de parte de Rachell.
Ella se marchó junto a Luck, quien se despidió con un beso en cada mejilla; después se dejó arrastrar por Violet hasta una de las tumbonas.
—¿Vienes al agua? —preguntó Oscar.
—Sí, en un minuto —contestó con el corazón saltándole en la garganta.
—Te espero —aseguró él sin poder quitarle los ojos de encima.
Luana le ayudó a Violet a quitarse el vestido playero.
—Yo elegí este color, es mi favorito —dijo acariciando la tela de su traje de baño.
—Es como tu nombre —dijo sonriente.
—Por eso también me encanta mi nombre… Eli se llama como mi abuela, la mamá de mi papi, y Oscar se llama como mi abuelo, el papá de mi mami. Yo me llamo como el color de los ojos de mami…
—Y los tuyos también.
—Sí. —Soltó una risita—. Los míos también.
—¿Y tú por qué te llamas Luana?
—Mi papá me contó que así se iba a llamar mi mamá, pero que cuando mi abuelo la vio, al nacer, decidió cambiar Luana por Branca, porque según él, era igual a la del cuento de hadas.
—Debió ser muy bonita.
—Sí que lo era, ¿quieres entrar ya a la piscina? —preguntó con una cálida sonrisa.
—¡Sí! Me muero por entrar —confesó—. Ya puedes quitarte el vestido. ¿O te da vergüenza? —preguntó bajito.
—No, no, para nada. —Le dijo en el mismo tono sin dejar de sonreír.
Luana se lo quitó, dejando al descubierto su bikini de fondo amarillo con estampado floreado.
Los ojos mostaza de Oscar se fijaron inmediatamente en el cuerpo de la joven; ya su instinto sexual había sido explotado con Melissa, y ahora lo dominaba. Ya no solo veía la belleza o gentileza en una chica, ahora todo era más físico, sabía apreciar el placer que un cuerpo femenino podía ofrecerle.
Antes no estaba tan pendiente de eso, podía ir a una piscina o playa y los cuerpos de las mujeres no eran algo que le obsesionara, pero ahora era lo principal que captaba su atención; y en algunos casos extremos hasta fantaseaba con verlas desnudas.
Luana tenía un cuerpo lindo, un cuerpo que alteraba sus nervios. Sus caderas eran más anchas que las de Melissa, también poseía más glúteos, unas piernas y abdomen muy firme, con una cintura pequeñita, que provocó que sus manos quisieran moldearla.
No había huellas de que fuese madre, su piel era perfecta, toda ella era hermosa y perfecta.
Una inoportuna erección empezaba a hacerse notar, por lo que sin decir nada corrió a la piscina y se dio un buen chapuzón, esperando que la sangre regresara a otras partes de su cuerpo y que no se concentrara de más donde no debía.
—Oscar no pudo esperar. —Sonrió Violet señalándolo.
Luana entró con ella a la de niños, pero Violet rápidamente se hizo amiga de otras niñas y le dijo que podía ir a la de adultos con su hermano, que ella estaría bien.
Luana quería nadar y en la de niños era imposible, por lo que se lanzó a la más grande y rápidamente la cruzó, después volvió al mismo extremo.
—Nadas muy bien —dijo Oscar acercándose a ella.
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Editado: 18.12.2023