Un nuevo comienzo, eso es lo que mi mamá me dijo hace unos días. Ahora estoy aquí, en un auto en movimiento, dirigiéndome hacia un lugar desconocido y un futuro lleno de incertidumbre. Este nuevo intento por cambiar de vida y buscar mejores oportunidades junto a mi familia no parece tan malo, o al menos eso quiero creer.
Dejo atrás todo: amigos, lugares y costumbres, para enfrentar lo desconocido. Aunque la incertidumbre me acompaña, intento mantener el optimismo y pensar que este inicio, aunque difícil, puede ser el comienzo de algo bueno.
Estoy convencido de que la monotonía de los actos cotidianos puede hacer que la vida se torne aburrida. Para mí, algo se vuelve rutinario en cuestión de días, y con ello, pierde su encanto. Siento la necesidad de explorar, descubrir nuevos mundos y aprender cosas diferentes, pero al mismo tiempo, me doy cuenta de que la rutina ha dejado huella en mí.
Ahora que tengo la oportunidad de comenzar de nuevo, siento miedo de abandonar esa zona de confort que, aunque limitada, me resulta familiar.
Intento mantenerme positivo y recordar que un nuevo comienzo no tiene por qué ser algo tan malo. Aunque implica separarme de los amigos que tenía y dejar atrás los lugares que solía frecuentar, también puedo enfocarme en el lado positivo.
Alejarme no significa despedirme para siempre, sino simplemente decir hasta pronto. Además, esta nueva etapa trae consigo la oportunidad de conocer personas, explorar lugares y vivir experiencias que, aunque desconocidas, siempre han despertado mi curiosidad.
No sé si un nuevo comienzo sea algo bueno o malo; sinceramente, no puedo asegurarlo. Sin embargo, quiero pensar que podría ser algo positivo.
Tal vez este cambio me brinde la oportunidad de conocer nuevas personas, descubrir lugares diferentes y salir de esa zona de confort que, en más de una ocasión, me ha limitado. Este nuevo comienzo podría ser la puerta para explorar, aprender, experimentar y, finalmente, hacer todo aquello que siempre he deseado.
Al principio, no puedo negar que este nuevo comienzo me hizo sentir incómoda. Es difícil adaptarse cuando ya estás acostumbrada a lo que te rodea. Sin embargo, también me llena de emoción la idea de descubrir cosas nuevas.
Me entusiasma estar rodeada de lo desconocido y encontrar en medio de ello algo que despierte mi curiosidad, algo que merezca ser explorado. Intento ver lo divertido y fascinante incluso en aquello que otros perciben como una adversidad, transformando cada experiencia en una oportunidad para aprender.
No dejo de reflexionar sobre lo que mi madre llama un nuevo comienzo, que para ella representa una mejor oportunidad.
Mudarnos de una ciudad bulliciosa a un pequeño y apartado pueblo no era algo que teníamos planeado ni previsto. Sin embargo, como suele decir mi madre:
Las oportunidades, por más inesperadas que parezcan, deben aprovecharse, porque cuando el tiempo se agota, nos damos cuenta de que dejamos pasar algo valioso.
Y eso fue exactamente lo que hizo: aprovechó la oportunidad laboral que le ofrecieron, aunque implicara mudarnos a este pequeño pueblo. No me siento molesta ni resentida con ella, aunque muchos pensarían que es natural sentirse así por dejar atrás a los amigos, los lugares favoritos y a las personas queridas.
Soy consciente del esfuerzo y sacrificio que mi madre ha hecho para llegar hasta aquí. No quiero ser egoísta, porque sé que ella merece esta oportunidad y mucho más. Aunque estoy dejando muchas cosas atrás, estoy convencida de que valdrá la pena, porque lo hago por ella. Además, creo que un cambio no tiene por qué ser algo malo.
Desde la parte trasera del coche, miro por la ventana mientras estoy recostada, observando cómo pasan los árboles. Parpadeo y el paisaje sigue siendo el mismo: marrón y verde. Pero sé que no son los mismos árboles, aunque todos se parezcan. Es curioso, ¿no? Se ven iguales, pero no lo son.
Quizás no tenga mucho sentido, pero prefiero que las cosas sean así. Buscarle un significado a todo puede ser agotador y, a veces, más aburrido que simplemente dejarte llevar, como las olas que fluyen sin cuestionarse a dónde van.
La música que resuena en mis audífonos llena mis oídos, creando un espacio propio donde me aíslo del mundo. Es como si me transportara a un lugar más tranquilo, a otras galaxias, donde mi mente se libera y no siento nervios ni agobio. No digo que lo esté ahora, pero sí me invade esa sensación de expectativa por todo lo que aún desconozco.
Algunos podrían decir que me pierdo demasiado en mi cabeza, que es algo extraño, pero yo no lo veo así. Tal vez esta expectativa se deba a que intuyo que este nuevo comienzo traerá consigo muchos cambios, y esos cambios, inevitablemente, me transformarán.
He mencionado en varias ocasiones que la rutina puede volverse bastante aburrida.
–Adeline – me llama mi madre mientras observo cómo el paisaje que antes estaba lleno de árboles y montañas distantes, que a lo lejos parecían más pequeñas de lo que realmente eran, ahora ha cambiado. Lo que antes era naturaleza ahora se ha transformado en un panorama de casas rodeadas de gente.
Emito un sonido afirmativo con la garganta para que sepa que la estoy escuchando. — La señora de la casa nos dará un recorrido, después podrás elegir la habitación que prefieras — dice mientras me observa a través del espejo del coche.
– Está bien.
Minutos después, el coche se detiene en el estacionamiento de una pequeña casa, algo apartada de las demás, que, en lugar de parecer una casa, da la impresión de ser una acogedora cabaña.
Tal vez me adapte más rápido de lo que imaginé.
Fuera de la casa, una mujer de aspecto muy amable nos recibe con una sonrisa al vernos llegar. Mi madre y yo nos acercamos a ella.
– Entren — nos dice amablemente, mientras nos invita a pasar. Una vez dentro, mi madre y ella comienzan a conversar.
No le presto demasiada atención a la conversación entre ellas, ya que me enfoco en todo lo que hay dentro de la casa. Todo me parece tan diferente, pero a la vez, hay una sensación acogedora en el ambiente que me transmite seguridad. Me gusta este lugar.