Más allá de la muerte

4

—¿Por qué estamos aquí?

—Quiero que veas el presente de tu familia.

—¿Qué? ¿me llevarás a ver mi pasado, presente y futuro?

—Teniendo en cuenta que te suicidaste, dudo que quieras ver tu pasado, tu presente son las consecuencias de ese pasado, y tu futuro... bueno, no existe un futuro para ti.

—¿Cómo que no?

-Bueno, sí lo hay, pero es algo... complicado. No existe una versión tuya siendo anciana, porque moriste antes de serlo. Tienes que entender algo, Melissa, y es que no hay alguien que controle tu vida, no existe una figura divina que elige cuál será tu futuro, eres tú quién lo hace, y tú decidiste morir.

—Sí... creo que lo entiendo.

—En ese caso, entremos. —chasquido.

Lo primero que divisó fue la cama de sus padres, y al subir su mirada se encontró con su madre llorando en el pecho de su padre.

—Mi hija, Phillip, mi pequeña Melissa.

Melissa sintió que su corazón fue atravesado con una espada y luego prendido en fuego hasta reducirlo a cenizas. Ver llorar a sus padres le dolía, y mucho peor si era por su culpa.

—¿E-ellos pueden sentirme?

—No.

—¿Puedo? —señaló a sus padres.

La mujer la miró un momento, considerándolo, y después de un rato asintió. —Puedes.

Se subió a la cama y abrazó tan fuerte a sus padres como sus débiles brazos pudieron. —Los amo. Perdóneme. Lamento mucho haber hecho esto.

Pero no era cierto. Ella no se arrepentía de su decisión. Era cierto que le dolía, pero aún si regresara de la muerte, aún si volvía a nacer, las cosas no cambiarían, ella seguiría sintiéndose rota por dentro, y era jodidamente horrible sentirse así.

Pasó tanto tiempo que sus brazos comenzaron a doler y vio que su madre estaba dormida.

Se separó de ellos y suspiró.

—¿Ya? —preguntó Ben.

—Sí.

Su visión se nubló por un momento y luego su hermanito apareció frente a sus ojos, arrodillado frente a la cruz que había en la pared de su habitación. 

—Dios, por favor cuida a Meli, mamá dijo que ella ahora está contigo y que ya no volverá, así que por favor protégela, ella es la hermana más atenta y es una buena chica, y yo no quiero que nada malo le pase. Estoy seguro de que en todo este tiempo la has cuidado bien, así que síguelo haciendo hasta que yo pueda ir contigo y cuidarla.

Ben sonrió ante la petición del chico, parecía que sería un buen hombre.

Melissa rompió en llanto y se agachó para estar a la altura de Bobby. Besó su frente y lo abrazó, sabía que esa era posiblemente la última vez que lo vería.

Cerró los ojos, nuevamente todo cambió, y Bobby ya no estaba entre sus brazos. Sin siquiera abrir los ojos sabía que estaban en el cuarto de Roxie.

Se levantó del suelo donde estaba arrodillada aún con los ojos cerrados. No quería ver a Roxanne, sabía que no lo soportaría, sabía que lloraría mucho más, se arrepentiría y se odiaría más por hacer llorar a su hermanita.

—Abre los ojos, Melissa.

—No. —apretó los ojos.

Pero no pudo detenerse. Abrió los ojos y se sorprendió de ver a su hermana sonriendo mientras miraba por la ventana.

Entonces vinieron a su mente recuerdos. Cuando eran pequeñas, se disfrazaban y corrían por toda la casa, cuando se quedaban hablando hasta que era tan tarde que su madre las mandaba a callar desde el otro cuarto, cuando hacían pijamadas aunque siempre durmieron juntas o cuando iban todos los días para la escuela, cosas tan simples que significaban mucho.

—No sé si puedas escucharme, Melissa, pero solo quiero que sepas que lo hiciste bien, soportaste, tú lo hiciste, mi amor, y yo estoy orgullosa de eso. No, yo no sé lo que es vivir de esa forma, pero estoy segura de que no fue fácil. Mi amor, espero algún día volvernos a ver, tal vez en nuestra próxima vida. Han pasado dos meses, Melissa, y se han sentido como mil años. No sé cómo dejarte ir, pero estoy segura de que algún día lo haré, algún día no me dolerá recordarte y… y… - Su voz se quebró y comenzó a sollozar.

Le dolía, le dolía más de lo que se imaginaba que dolería, había perdido a la persona que más le importaba, a la única persona que sin importar la peleas o disgustos, siempre amaría.

—No importa si duele, puedes irte en paz, Meli, nosotros estaremos bien. Tú hiciste un buen trabajo aquí, ahora descansa allá. Adiós, mi amor. 

Y entonces todo se volvió oscuro para Melissa.

 



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En el texto hay: suicidio, cielo, vida eterna

Editado: 25.11.2019

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