Más allá de las apariencias.

Capítulo 4: Una cita de locos.

Hubo un silencio rotundo del lado de Alessia, entonces Serena interrumpió su llanto.

—¿Ale? ¿Estás ahí? —preguntó ella sonando su nariz—, ¿Hola?

—Jajaja, ¿Qué te llevó a dónde?

Alessia se sentó en la silla otra vez de un solo golpe mientras reía exageradamente encendiendo la ira de Serena.

—Si ríete de mí entonces. Adelante.

—No te enojes, entonces. ¿Cómo estuvo?

Mucho antes de esta llamada...

Serena 🪆

El día domingo me levanté súper alegre y emocionada, bajé a la sala desayuné con mis padres y hablamos de lo que realizaríamos el día de hoy.

A la hora de irme a mí cita con Marcos mí papá me despidió en la puerta con un besó en la mejilla. Me subí al taxi y le expliqué la dirección que Marcos me había dado por mensaje.

Miré por la ventanilla del auto pensando en él. La primera vez que lo ví, Alessia lo había tratado como cualquier otro, pero hubo una reacción diferente en ella. Algo que jamás había visto en los 4 años de amistad que teníamos. Sus ojos reflejaron una chispa de interés en ese hombre.

Bajé mí cabeza mientras sonreía, cubrí mis labios con mí mano mientras me agachaba a sacar mí celular del bolso de manos, pero lo guardé de regreso cuando el vehículo se detuvo y afuera estaba Marcos abriéndome la puerta para que bajara.

Me bajé del auto y él cerró la puerta como todo un caballero. Empezaba a gustarme este hombre.

Quité mis ojos de él y observé a mí alrededor, habían algunas casas muy bonitas, tiendas, etc. Nosotros nos encontrábamos parados frente a un edificio gigante. ¿Un boliche? O ¿Un restaurante privado?

El me hizo seña para que lo siguiera y en la entrada una mujer sonriente me estrechó la mano.

—Hola, bienvenida. Bendiciones, —dijo ella abrazándome.

—Ah, sí, —respondí titubeando.

Me separé de ella y me acerqué más a Marcos que en todo este tiempo sonreía guiandome.

—Marcos, ¿Seguro que estamos en el lugar correcto? —pregunté observando todas las sillas ordenadas en filas mirando hacia un escenario.

—Sí, —afirmó él sentándose—. Estamos en la iglesia.

—¿En la iglesia? ¿De qué estás hablando?

—¿Qué? Me dijiste que este domingo venías conmigo a la iglesia.

No pude decir nada y me tragué las palabras porque un grupo de chicos con guitarras, batería, teclado y otras cosas se subieron al escenario para empezar a tocar, al rato también subió un hombre con un micrófono diciendo que nos pongamos de pie, todos lo hicieron, pero yo solo imitaba a Marcos. Él cerró los ojos y levantó su mano mientras cantaba. La verdad, es súper incómodo. No estaba entendiendo nada.

Después de eso todas las cosas se entendían menos, el mismo hombre se bajó del escenario y empezó a tocar las cabezas de las personas y ellas se caían al suelo. Había gente que gritaba y vomitaba, pero Marcos desde que empezó todo esto que estaba arrodillado en el piso llorando.

No sabía qué más hacer así que agarré mí bolso de mano y salí corriendo de ese lugar, me subí a un taxi que pasaba y en el auto llamé a Alessia llorando.

Esto va para las peores citas del mundo. La idea de seducir y hacer que Marcos se enamore de mí, simplemente porque a mí amiga le gustó fue un error. Ahora mismo era ella la que tenía que pasar está humillación de salir corriendo avergonzada.

Actualmente...

Serena terminó de explicar su extraño día con Marcos a su amiga mientras entraba a su cuarto y se tiraba a la cama desanimada.

—Lo quería, pero es tan extraño. Mejor no.

—Mh, deberías pensar bien antes de tirarte a cualquier hombre. Al menos él no intentó algo que te lastimaría.

—Hablas como si él estuviera bien.

—Claro que no. Bueno, te corto. Tengo una cita con mi manicurista.

Ambas se despidieron y al finalizar la llamada, Ale suspiró dejando el celular sobre la mesa. Cruzó sus piernas y recostó su espalda en la silla.

—¿No que un día bastaría para hacerlo tu novio? A puesto mí cabello largo a qué el rarito gana en este juego.

Alessia se levantó, agarró su celular y salió del estudio.

—Mora, ¿Llegó la manicurista? —pregunto a la empleada que caminaba hacia su dirección.

—Justo eso le venía a avisar señorita Quiroz.




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