Capítulo 5: Un buen trato.

Un día más en la empresa Alessia caminaba de regreso a su silla luego de un rato largo en la sección fotográfica. Al sentarse miró a Serena hablando con Marcos, luego él se fue rápido a ayudar al fotógrafo que lo llamaba. Su amiga también se marchó y caminó hasta su lado para sentarse y le sonrió girando los ojos.

—¿Qué te dijo? —Inclinó Alessia su cabeza para escuchar el chisme.

—Me preguntó si me había sentido incómoda, que no notó cuando me fui.

—¿Qué le dijiste vos?

—Que me surgió algo urgente, por eso me fui sin avisarle. —Rió Sere tapándose la cara.

—Me suena a que es un metido.

—Mal, para mí que es de esos que quieren convertirte en toda una monja.

Alessia se dió la vuelta prendiendo su celular y negó con la cabeza.

—Desde ya, te digo que debe ser re denso. Déjalo, no te lo acerques más. Una vez que le das la mano te agarran el hombro, después vaya a saber que más van a querer de vos, —decía Ale sin pelos en la lengua.

Miró a su amiga que extrañamente se mantenía en silencio, cuando la miró ella estaba mirando detrás suyo. Al girarse se encontró con Marcos parado frente a ella. Por un momento la sangre se le subió hasta la cabeza como agua fría y sin perder la postura, tragó con fuerza saliva tratando de disimular que le importaba cero lastimarlo.

—¿Te gusta escuchar las conversaciones ajenas?

—No, pero ¿Tienes algún problema conmigo? No te he hecho nada y aún así me tratas de una manera horrible.

Alessia se rió como si lo que él mencionó fuera chistoso, se puso de pie y lo enfrentó. Serena también se puso de pie, pero no intervino, ni siquiera dijo nada. Para ella, esto era un espectáculo.

—¿Te crees especial? No sé los nombres de los que viven bajo mí techo y querés que tenga un trato especial contigo. Eres un hazmerreír.

—Eres... —Marcos no terminó la palabra y se mordió la lengua antes de maldecir su vida—, ¿Qué debo hacer para que tu trato sea diferente hacia mí?

Alessia que sonreía maliciosamente se quedó perpleja ante su pregunta inesperada. Su rostro cambió completamente a la de una persona confundida ante la reacción del muchacho ante su provocamiento.

—Um... Eh, cómprame un agua de la tienda que está cruzando la calle chico nuevo, que esté bien fría. Que sea en menos de 15 minutos y acepto tratar de ser buena contigo.

—Sí, —dijo él entusiasmado y se fue corriendo del lugar.

Serena frunció el ceño y se acercó a su amiga más confundida que ella.

—¿Qué fue eso? ¿Por qué le dijiste eso?

—Yo... No lo sé. No lo va a lograr, así que quédate tranquila.

Ellas volvieron a sus lugares, mientras que Marcos esperaba cruzar la calle, luego entró a la tienda, tomó el agua y se puso en la fila a esperar a ser atendido mirando repetidasmente la hora. La cola se fue achicando y llegó el turno de Marcos.

—Hola, ¿Me cobra esto? —Mostró el agua a la cajera mientras revisaba su bolsillo.

—Son $2.500

Marcos sacó su billetera y empezó a rebuscar el cambio que tenía del taxi que lo trajo al trabajo esta mañana, pero solo tenía $1.000.

—¿Cómo puede ser? Si el taxi me tenía que dar $3.000 de vuelto. —Miró a la cajera preocupado y ella en respuesta alejó la botella de agua.

—Yo pago por él, aquí tiene, —dice una mujer que también estaba en la cola detrás de él.

—Muchas gracias.

Marcos sale afuera con la botella de agua y espera a que aquella mujer saliera, cuando ella salió él le agradeció aún más.

—¿Puede quedarse con este dinero?

—Oh, no. Lo hice sin esperar nada a cambio.

—Lo siento, ni siquiera me fijé el dinero que tenía por salir apurado.

—¿Apurado? ¿Tanta sed tenías? —dijo ella riendo.

—La hora, ¡Cierto! —Observó Marcos su celular y luego se apresuró a ponerse en marcha—, lo siento debo irme. Adiós y muchas gracias.

—¡No hay de qué!

Marcos corrió hasta el otro lado mirando rápido los costados, entró al edificio y subió por el ascensor. Al llegar arriba corrió hasta donde era el lugar de descanso de Ale entrando con cuidado para no molestar a los que trabajaban.

—¡Acá estoy! ¡Ale! —dijo Marcos sin aliento.

—Oh, de verdad lo hiciste.