Más allá de las máscaras.

7- Nuestro refugio.

7- Nuestro refugio.
Kai se acercó, pasó junto a la chica sin dedicarle siquiera una mirada.
Se detuvo justo frente a mí, sus ojos clavados en los míos.
Su voz sonó baja, grave, pero con una firmeza que me atravesó el pecho.

- No vuelvas a agachar la mirada por nadie.

La pelirroja se tensó. La cafetería entera estaba en silencio, atónita.

Sin cambiar su expresión, Kai giró hacia la máquina expendedora.
Marcó el mismo número que yo antes. El sonido del producto cayendo fue lo único que se escuchó.

Se agachó, recogió los Pockys y, sin decir nada más, los sostuvo frente a mí.

- ¿Te quedarás ahí todo el día, Cristalito?

Parpadeé, confundida. ¿Cristalito? ¿Otra vez?
Negué con la cabeza lentamente mientras me levantaba del suelo, aún temblando un poco.

Kai dio media vuelta.

- Sígueme. No preguntes.

Y lo hice.
No porque me lo ordenara, sino porque… algo en mí necesitaba hacerlo.

Salimos de la cafetería en completo silencio. Las miradas nos acompañaban, cargadas de susurros y especulaciones.
Kai no parecía molesto por ello. Ni incómodo.
Yo, en cambio, sentía cada paso como si cruzara una línea invisible que antes jamás habría imaginado.

Recorrimos pasillos que no conocía.
Luego, una puerta lateral.
Y finalmente, escaleras.

No pregunté.

El aire cambió cuando salimos al exterior.
Una brisa fresca me acarició el rostro y el sol se filtraba suavemente entre las hojas.

Entonces lo vi.

Un jardín escondido.

Rodeado de árboles altos, flores silvestres y un banco antiguo de madera en el centro.
Era como un pequeño mundo aparte… como si la escuela desapareciera apenas entraba ahí.

Kai caminó hasta el banco y se dejó caer con un suspiro, como si aquel lugar fuera su único refugio.

Me miró de reojo.

- Puedes sentarte. No muerdo... mucho.

Solté una risa nerviosa. No sabía qué era ese lugar, ni por qué me había llevado allí, pero no me sentía en peligro.
Solo confundida.
Intrigada.

Por él.
Por todo esto.

Con pasos lentos me acerqué al banco donde Kai estaba sentado, sentandome en el otro extremo. Miré de reojo a Kai, el cual él miraba al cielo, sus ojos eran más suaves. Quizás sea por el sitio. O mejor dicho, su refugio. No sabía porque me llevó allí. Hasta que la curiosidad me ganó, giré mi cabeza hacia Kai y hablé.
- ¿Por qué me trajiste aquí? Este sitio se ve… privado, y podría jurar que lleva tu nombre escrito en cualquier lugar.
Sin mirarme, Kai esbozó una pequeña sonrisa. Pero no pasó desapercibida para mí. En contraste con su personalidad y reputación, su sonrisa era suave. Soltó un suspiro y habló, todavía mirando al cielo.
- Siempre vengo aquí cuando mis emociones y pensamientos me ganan.
Kai me miró, siguió hablando.
- Y a ti siempre te ganan, sea lo que sea, tus emociones, pensamientos y cualquier persona.
Kai desvió la mirada de nuevo y dijo en un murmuro, como si estuviese… ¿Vergonzoso?
- A partir de ahora, este será nuestro refugio. Te enseñaré a defenderte y a no agachar la mirada.
Agarró los pockys y me los ofreció, mirándome directamente a los ojos.
- Y si descubro que escribes más cosas depresivas en ese diario en vez de expresarte tú misma con tu voz, lo quemaré., cristalito.
Asentí a sus palabras, no con miedo como siempre hacía, con determinación. Sus palabras tocaron algo en mí. Era verdad. Necesitaba defenderme y no dejar que me hundan. Necesito expresarme con la voz y no con un bolígrafo y una hoja.
Estiré mi mano hacia los Pockys, agarrándolos y miré a Kai, le devolví la sonrisa, desvié la mirada hacia los Pockys y mientras los abría, murmuré.
- Es una promesa, gruñón.
¿Le acababa de llamar gruñón a Kai? Si, ¿Me arrepentí? Bueno… Al principio sí, hasta que escuche su risa, no era una risa burlona como siempre, era sincera. Llegué a pensar que quizás él no era tan malo como lo pintaban, solo necesitaba ser comprendido.

Al igual que yo.
Mientras comía algunos Pockys volví a hablar, pero mi voz no tenía nervios ni miedo. Era tranquila.
- ¿Quién era esa chica pelirroja?
Kai dejó de sonreír y soltó un bufido molesto, luego hizo un gesto con la mano despreocupado y habló.
- Diana. Esa zorra fue mi pareja, hasta que descubrí que me engañó con mi mejor amigo y se convirtió en mi ex. Me miró y soltó un suspiro, haciendo una leve pausa antes de seguir hablando. Quizás es por eso que te molesto a tí. Siempre fue celosa y obsesiva conmigo. Tienes mi permiso para darle una bofetada si alguna vez te sientes estresada.
Murmuró esas últimas palabras, para disminuir la tensión del asunto.

Yo solté una pequeña sonrisa ante eso y rodeé los ojos. Luego hable a continuación.
- ¿Y tú qué harías si yo te engañara con tu mejor amiga?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.