Capítulo 4: Al borde del abismo

04 | Al borde del abismo

Aurora.

La madrugada se encuentra en su punto más álgido. Los motores rugen ante el silencio. Las luces parpadean en la oscuridad de la noche. Y la tensión es increíblemente arrolladora.

Ni siquiera yo misma era consciente de lo que estaba a punto de suceder.

Tan solo esperaba impaciente a que llegara de una vez por todas.

La gente se había vuelto loca en ese momento. Todos estaban esperando con demasiadas ansias a que los chicos se pusieran en la línea de salida, a pesar de que aún no se sabía con exactitud quiénes iban a ser los corredores. La multitud que nos rodeaba no dejaba de vitorear con fuerza, como si esta carrera fuera a marcar un antes y un después en sus vidas. Podía observar en sus expresiones corporales que disfrutaban demasiado con esto, como si fuera esa adrenalina capaz de hacerles vivir de verdad.

Yo una vez en mi vida había sentido algo igual que esto.

Pero ya no lo hacía.

Ahora solo me daba un pánico terrible.

Y aunque no quisiera reconocerlo, una vez había amado demasiado esa sensación que me hacía sentir libre, a pesar de que ahora tan solo me ataba.

Me sentía atada. Incomprendida. Con el corazón hecho pedazos.

Pero eso solo lo sabía yo misma.

No quería seguir rompiéndome.

Y tal vez si lo ocultaba, podría hacer como si nunca antes nada hubiera ocurrido.

Cuando mi mirada vagó de un lado hacia otro me pude fijar en que Luca y Tyler se mantenían de pie justo al lado de un tío robusto que les conseguía sacar al menos una cabeza, supuse que era Andrew de quien se trataba, aunque no estaba realmente segura de ello porque nunca antes le había visto en toda mi vida. Era un tío alto y musculado. Se le podía ver desde lo lejos por lo mucho que destacaba, ya que era imposible no hacerlo. Mientras, África y yo esperábamos impacientes en un lugar apartado del resto a lo que estaba por ocurrir, disfrutando de la música y el ambiente de nuestro alrededor.

La incertidumbre estaba matándome internamente.

Tanto que inconscientemente mi cuerpo no dejaba de moverse. Mi pierna subía y bajaba rápidamente a una velocidad descomunal como si no pudiera evitarlo. Era algo mecánico que se había instado en mi cuerpo y del cual no podía deshacerme. Este lugar no me daba buenas sensaciones.

Pude notar que un escalofrío llegó hasta mí cuando llegamos. No tardó en ocurrir. Simplemente lo hizo. No sabía siquiera cuál era la razón de ello, ni por qué me encontraba tan nerviosa como esta tarde cuando tuve que enfrentarme a mi pasado. Pero lo estaba. Estaba demasiado nerviosa por todo lo que estaba a punto de suceder. Ni siquiera era capaz de creer que yo misma me encontraba en un sitio parecido. No cuando una vez les juré a mis padres no estar cerca de nada igual. Nada que tuviera que ver con carreras ilegales. Nada que tuviera que ver con el mundo del motor.

Aunque supongo que esa promesa no sirvió de absolutamente nada. Porque no he tardado nada en quebrantarla.

¿Soy una mala hija por eso?

En este mismo instante no puedo evitar sentirme mal por ello.

Porque cuanto más lo pienso, algo en mi interior decide volver a romperse una vez más.

Me pude percatar en un simple vistazo a mí alrededor de que había dos coches que se encontraban preparados en la línea de salida. Me quedé fascinada al instante en el que mis ojos se posaron en ese punto. Uno era un McLaren Senna de color amarillo que se podía observar desde lejos por lo llamativo que era y el otro un Bugatti Chiron Super Sport, de color negro brillante con detalles en naranja que lo hacían resaltar al instante. Era increíble. Nunca antes había visto semejantes coches. Pude notar que incluso mi boca se había abierto de par en par al observarlos con determinación. No podía estar creyéndolo. Eran fascinantes.

Nunca antes había visto algo igual.

Y creo que eso se podía notar al instante en mi rostro.

Estaba sorprendida.

Me fijé en que aún no había nadie dentro de ellos cuando agudicé mi mirada lo suficiente, ya que se encontraban bastante lejos de donde mi mejor amiga y yo nos manteníamos de pie mientras esperábamos a que algo ocurriese.

—Deberías de tranquilizarte—me dice mi mejor amiga mirándome de reojo como si me conociera a la perfección—. Puedo notar desde aquí cómo es que te tiembla cada parte de tu cuerpo.

Mi mirada la busca en cuanto se dirige a mí.

—No estoy cómoda en un sitio como este—digo como si me molestase estar aquí, aunque en eso no estoy mintiendo, no quiero tener que estar implicada en un lugar como este—¿Cómo quieres que disfrute de esto?

—Deja de pensar y solo siéntelo. Cuando hayamos ganado quizás seremos tan ricos que podríamos dejar los estudios y el trabajo.

—¿De cuánto dinero estamos hablando?—pregunto curiosa tras su respuesta.

Las carreras ilegales no terminan así como así, debe de haber mucho dinero de por medio para que alguien llegue a planteárselo. Además de la adrenalina que correr provoca, hacerlo de manera ilegal lo hace mucho más llamativo para todo el mundo, mucho más cuando puedes ganar el dinero de todo un año trabajado en una mísera carrera. Puedo llegar a entender a las personas que escogen un camino como este, pero creo que el dinero que se gana de esta manera no tiene valor ninguno. Y para mí no es una opción. Prefiero tener que seguir trabajando duro aunque eso me lleve mucho más tiempo del necesario.

Este mundo es demasiado oscuro como para adentrarte en él y salir sin un solo rasguño.

—Alrededor de unos doce millones de dólares.

En cuanto logra decir la cantidad desorbitada de dinero siento que me quedo sin aire. Me quedo paralizada. Y siento que mis ojos están a punto de salirse de mis órbitas de un segundo a otro. Es demasiado dinero. Ni siquiera soy capaz de comprender cómo alguien podía apostar algo igual.

Fuera quien fuese debía tener toda una fortuna. Porque estaba claro que no temía en lo absoluto poder perder semejante cantidad de dinero.