NATALIE
A la mañana siguiente, me despierto temprano y bajo a desayunar. Normalmente siempre desayuno sola ya que Alexei se va temprano a la oficina, sin embargo, cuando entro en la cocina Alexei se encuentra aquí esta, vestido con un traje impecable, listo para la oficina.
—Buenos días —saludo al entrar.
—Buenos días —Alexei se queda observándome durante un momento. Entonces me doy cuenta de que no llevo nada encima, más que mi camisón de dormir de seda que apenas me llega a la mitad de las piernas y una bata.
Mierda.
Instintivamente me abrazo a la bata y cubro lo más que puedo.
—No sabía que aun seguías aquí —intento disimular mi nerviosismo.
Alexei nota mi incomodidad y se concentra en su desayuno como si su vida dependiera de ello.
—Ahh si, el día de hoy me quedare en casa.
—Ya veo —asiento lentamente—. Buenos días Marie —saludo a la empleada.
—Buenos días señorita —responde Marie con una sonrisa cálida—, su desayuno ya está listo, en un momento le sirvo.
—Muchas gracias, me muero de hambre.
Mientras Marie me sirve el desayuno observo disimuladamente al hombre frente a mí, me sorprende que se quede en la casa ya que se la vive en la oficina y es un obseso del trabajo.
Mientras comemos se genera un silencio incomodo.
—¿Tienes algo que hacer el día de hoy? —Alexei finalmente rompe el silencio entre nosotros.
—Tengo una reunión con unas clientas al medio día —explico—, después tenía pensado visitar a mi abuelo.
Si no hubiera continuado con mi trabajo como planeadora de eventos después del compromiso me habría vuelto loca sin nada que hacer más que estar encerrada en mi habitación todo el día.
—Puedes pedirle a Marco que te lleve a su casa.
—No es necesario, puedo conducir.
—Entonces yo te llevare, —ofrece rápidamente—, también me gustaría ver a Franklin.
—Pero...
—Te recogeré después de tu reunión.
Se marcha sin darme tiempo a responder. Me giro hacia Marie que se encuentra al otro lado, completamente atónita al igual que yo, ante lo que acaba de ocurrir, lleva los platos en ambas manos y los ojos fijos en la puerta por donde acaba de salir su jefe.
—¿Qué es lo que acaba de ocurrir?
—No tengo ni idea señorita —murmura—, pero creo que es la primera vez que veo al señor actuar de esa manera —finalmente sale de su estupor y continua con su trabajo.
Sacudo la cabeza y me concentro en mi desayuno, Marie cocina delicioso, definitivamente la extrañare cuando me vaya de aquí.
Después de terminar mi comida subo hacia mi habitación para arreglarme y dirigirme a mi reunión. Cecilia Bianchi, una mujer italiana de una buena familia, se comunicó hace unos días con Lina mi mejor amiga y asistente para pedir asesoramiento en la fiesta de compromiso de su hija Gabriella Bianchi.
Según lo que me dijo Lina, Gabriella se casara con Leandro Moretti, un empresario conocido por ser un hombre inescrupuloso cuando se refiere a los negocios, construyó su imperio de la nada y se ha dedicado a hacer crecer su empresa, es muy popular con las mujeres en Italia y también aquí en Londres.
Únicamente lo he visto en revistas al igual que a Gabriella, Lina me comento que hay rumores de que su unión no es nada más que un matrimonio arreglado, un simple acuerdo entre el padre de Gabriella y el mismo Leandro.
De cualquier forma, mi trabajo solo consiste en que su fiesta de compromiso salga bien y sin ningún tipo de problema.
Editado: 07.09.2025