Más Allá del Silencio

Capítulo 1: Solárium

En una región apartada del continente central, protegida por montañas y rodeada de campos fértiles, se erguía el Reino de Solárium. Era un territorio bendecido por el clima, la tierra y la luz: tres elementos que, según leyendas, fueron otorgados por los dioses en tiempos remotos. No obstante, más allá del esplendor natural, lo que mantenía a Solárium en pie era su política, su diplomacia y una familia real cuya presencia era respetada.

La casa Aurëanor llevaba gobernando desde hacía siglos, y su nombre se pronunciaba con respeto. Aquel año, el castillo real mantenía una calma superficial, mientras los rumores de tensiones con el reino vecino comenzaban a filtrarse.

En medio de ese equilibrio delicado, la joven Elowen Aurëanor vivía sus primeros años en palacio. Tenía ocho años, pero desde muy temprano había aprendido que el silencio pesaban más que las palabras. De complexión pequeña, llevaba siempre el cabello recogido en una trenza ordenada, y sus ojos verdes, atentos pero reservados, recorrían cada pasillo con cautela. No era una niña frágil, aunque muchos en la corte la miraban como si lo fuera.

Aquella mañana, el cielo estaba despejado y los jardines del castillo brillaban con la claridad de la primavera. Elowen caminaba sola entre los senderos de piedra, recogiendo flores bajo la mirada distante de los guardias. Iba por costumbre más que por deseo. Preparar un ramo para su madre era un gesto que le otorgaba una sensación de control en un entorno donde poco se le explicaba.

Se agachó junto a los rosales y comenzó a elegir con cuidado los tallos más firmes, evitando las espinas sin apresurarse. Fue entonces cuando oyó el sonido de pasos detrás de ella.

—Sigues viniendo sola, a pesar de que madre dice que deberías ir acompañada —comentó una voz masculina.

Elowen no se giró de inmediato.

—No estoy tan lejos del castillo.

Cyrus, su hermano de once años, apareció a su lado con las manos en los bolsillos. Era alto para su edad, con el porte de alguien que se tomaba en serio su futuro. A diferencia de Elliott, el heredero, Cyrus no pasaba horas encerrado en la biblioteca, pero tampoco era ajeno a las estrategias de la corte. Observaba, escuchaba y recordaba más de lo que aparentaba.

—¿Para quién es el ramo? —preguntó él.

—Para mamá.

—Entonces deberíamos elegir flores que duren más. —Se inclinó y cortó una flor blanca de tallo recto—. Estas no se marchitan con facilidad.

Pasaron unos minutos en silencio, el sonido de las tijeras de podar marcando el ritmo. Elowen evitaba mirar a su hermano, pero finalmente habló.

—Auretta Sterling volvió ayer, ¿cierto?

Cyrus asintió sin sorpresa.

—Estuvo reunida con el consejo privado hasta entrada la noche. Padre la trató como a una invitada de estado.

Elowen frunció el ceño. No entendía del todo el poder de esa mujer ni por qué su madre soportaba su presencia sin mostrar rechazo.

—No debería estar aquí —dijo con sencillez.

—Muchos opinan lo mismo. Pero Auretta es la consorte del rey Lance, y Lunaris controla las rutas del este. Si los tratados se rompen… —Cyrus no terminó la frase.

Elowen lo miró por fin.

—¿Y mamá?

—Hace lo que puede —respondió él, con una neutralidad cuidadosamente ensayada—. A veces, no hacer nada también es una elección.

Antes de que el tema pudiera profundizarse, una criada apareció al borde del jardín. Se inclino, manteniendo la cabeza baja mientras hablaba con respeto.

—Discúlpeme por la interrupción, sus altezas. Pero su hora de estudio comenzó. Su tutor los espera en la biblioteca.

Elowen se puso de pie y entregó el ramo a la criada sin emoción.

—Dile a la reina que lo recogí esta mañana.

—Sí, su alteza —respondió la mujer con una leve reverencia, tomando el ramo con ambas manos.

Los hermanos caminaron juntos hacia la biblioteca. A lo lejos, las torres del castillo proyectaban largas sombras sobre los patios de entrenamiento, donde los soldados realizaban maniobras en formación.

El maestro Lorien los esperaba en la sala de estudio. Era un hombre delgado, de mirada aguda y voz medida. Les indicó con un gesto que tomaran asiento. Frente a cada uno, había un libro abierto en la página correspondiente, junto a un tintero y una pluma.

Durante horas, repasaron la historia de los tratados entre Solárium y Lunaris, las migraciones del norte y los conflictos del pasado. Elowen tomaba apuntes con precisión, aunque parte de su atención permanecía atrapada en la imagen de Auretta entrando al castillo con sus vestidos oscuros y mirada firme.

Cuando la sesión finalizó, Elowen se despidió y salió sola hacia su habitación. Caminaba sin prisa por los pasillos de piedra, cuando una voz se filtró por una de las puertas.

—No puedes esperar que acepte esto como una solución —dijo una mujer. Su tono era bajo, pero firme.

—No se trata de aceptación. Se trata de mantener el equilibrio —respondió un hombre.

Elowen reconoció las voces. Se acercó con precaución y se detuvo frente a la puerta, entreabierta. Dentro, la reina Nyx y el rey Espen discutían en voz baja. Las velas iluminaban apenas sus rostros, y aunque no podía verlos con claridad, sus palabras eran lo suficientemente claras.

—¿Y si ellos se niegan? —preguntó la reina.

—Entonces el tratado cae. Y Lunaris lo interpretará como un acto hostil.

La niña contuvo el aliento. No entendía todos los términos, pero algo dentro de ella se tensó. Sabía que estaban hablando de sus hermanos. De ella, tal vez.

Mientras escuchaba en silencio, Cyrus recorría el pasillo desde la galería principal. Había buscado a su madre en su estudio, sin éxito. Un sirviente le había indicado que la reina se encontraba en una audiencia privada con el rey, en la sala del ala oeste. Al llegar, se encontró con la pequeña figura de su hermana, inmóvil frente a una puerta entreabierta.

—¿Desde cuándo escuchas detrás de las puertas? —dijo en voz baja.



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En el texto hay: misterio, aventura, suspenso

Editado: 19.05.2025

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