En las regiones septentrionales del continente, donde la nieve no da tregua ni siquiera en los meses más templados, se alza el reino de Lunaris. Aislado por cadenas montañosas eternamente cubiertas de hielo y por bosques ancestrales de abetos negros, Lunaris se distingue por una belleza silenciosa y austera. Su arquitectura, de piedra pálida y tejados de pizarra, parece haberse construido para resistir tanto el paso del tiempo como la crudeza de su clima. Durante las noches, la luna llena se refleja en los cursos de agua que serpentean entre los riscos, alimentados por corrientes subterráneas que impiden su congelamiento.
Allí gobernaban el rey Lance Ciryath y la reina Seluneth, quienes ascendieron al trono al inicio de la segunda era de Lunaris. Lance, hijo único del monarca anterior, fue educado bajo una estricta formación militar y política, mientras que Seluneth, princesa del extinto reino de Altherion, fue formada en las artes diplomáticas y mágicas. Su unión, concertada desde la infancia, tenía propósitos estratégicos claros: consolidar la estabilidad en el norte tras la caída de Altherion y afianzar la sucesión legítima de Lunaris.
El matrimonio entre ambos se celebró cuando Seluneth tenía dieciséis años y Lance dieciocho. Durante los primeros años de reinado, su gestión se destacó por la reorganización del consejo, la restauración de antiguos tratados y la contención de incursiones procedentes del desierto oriental. Sin embargo, una preocupación se instaló silenciosamente en el corazón del castillo: la ausencia de un heredero.
Después de varios años sin descendencia, los médicos reales dictaminaron que Seluneth era infértil. Los intentos de tratamiento mediante medicina natural, encantamientos e incluso rituales lunares no dieron resultado. La noticia fue comunicada en privado al consejo real, pero, como es habitual en los círculos cortesanos, los rumores no tardaron en propagarse. La nobleza comenzó a especular sobre la estabilidad dinástica del trono, y el pueblo, aunque en voz baja, empezaba a preocuparse por el futuro del reino.
El consejo, liderado por antiguos elfos de la línea de Eldharnor, consideró diversas soluciones. La adopción de un heredero, la designación de un sobrino lejano e incluso la prolongación del linaje a través de otra mujer fueron opciones planteadas. Esta última, aunque controvertida, adquirió fuerza ante la amenaza de una línea sucesoria rota.
Fue entonces cuando la reina, comprendiendo su rol más allá del plano personal, asumió la responsabilidad de seleccionar a una mujer que pudiera engendrar un heredero. En este contexto conoció a Auretta Sterling, dama noble de linaje antiguo, instruida en etiqueta, historia y administración. Su familia poseía una destacada trayectoria en la corte y una reputación intachable. Tras varias reuniones discretas y con el consentimiento del consejo, se aprobó su incorporación como consorte del rey con un único propósito: garantizar la continuidad del linaje real.
Lance, aunque reacio, aceptó la decisión. Su sentido del deber superaba sus reservas personales. La reina madre, autoridad incontestable dentro del círculo familiar, reforzó esta determinación. Poco después, Auretta dio a luz al primer hijo varón del rey: Vaelric.
Vaelric fue recibido con ceremonias formales, sin ostentación excesiva. Fue reconocido oficialmente como heredero por decreto del consejo y sus primeros años estarán marcados por una formación estricta en política, estrategia militar y retórica. Un año después, Auretta también dio a luz a una niña, Lysha, quien será criada bajo normas similares, aunque con un enfoque más diplomático y artístico.
Durante sus nacimientos, la relación entre Seluneth y Auretta se mantuvo distante pero funcional. Ambas comprendían la dimensión institucional de sus papeles. No existían afectos excesivos ni tensiones abiertas. Compartían algunos espacios, especialmente en reuniones de protocolo y festividades religiosas, y fue en esos encuentros donde comenzaron a reconocerse como aliadas silenciosas en un sistema mayor que ellas.
Fue entonces cuando nuevas amenazas surgieron en las fronteras septentrionales. Se reportaron movimientos inusuales de criaturas mágicas y hordas de bestias en el norte. El ejército fue desplegado, y tras varias deliberaciones, el propio rey decidió encabezar las operaciones. Pese a la oposición de los miembros del consejo y de la reina madre, Lance partió al frente. Justo antes de su partida, Seluneth, aunque sin saberlo aún con certeza, comenzaba a presentar los primeros síntomas de un embarazo incipiente.
La reina no comunicó su sospecha de inmediato. Prefirió esperar una confirmación clara por parte del cuerpo médico. Durante ese tiempo, continuó sus deberes administrativos y asumió temporalmente parte de las funciones regias, especialmente aquellas vinculadas a la organización interna del reino y la supervisión del abastecimiento durante la guerra.
Poco después, los síntomas se intensificaron. Náuseas persistentes, debilidad matutina y cambios fisiológicos llevaron al médico real a realizar un diagnóstico más profundo. Con mesura y sin grandes gestos, el especialista anunció a la reina su embarazo. Seluneth lo recibió con serenidad. Sabía que esta noticia tendría repercusiones considerables no solo para su persona, sino para toda la estructura sucesoria de Lunaris.
Tras consultar con los elfos sabios, se decidió mantener la información en estricto secreto hasta confirmar la estabilidad del embarazo. Seluneth continuó con sus deberes, limitando el número de apariciones públicas, alegando una leve enfermedad estacional. Auretta, informada confidencialmente de la situación, ofreció su apoyo logístico. Esta colaboración, basada en la conveniencia mutua, permitió que la administración no se viera comprometida.
Cinco meses después, la situación en el frente se mantenía contenida, pero no concluida. Lance, aún ausente, no tenía noticias del embarazo. Seluneth, cada vez más concentrada en sus tareas, comenzó a preparar discretamente una red de nodrizas, médicos y cuidadores para el inminente parto. Cuando finalmente dio a luz, no fue uno, sino dos los niños nacidos: un niño y una niña.
Editado: 19.05.2025