Más que nada: dos chicas en una escuela de chicos

CAPÍTULO 20

“¿Por qué los chicos son tan asquerosos? El ensayo.”

Sé que a muchas de ustedes no les importa lo más mínimo la vida de una desconocida que se creó la cuenta hace dos horas y ni siquiera tiene una foto de perfil. A mi también me importa una mierda si lo leen o no. 

Perdonen mi vocabulario, pero estoy muy enojada. ¿Por qué los chicos son tan, tan, tan asquerosos? Ir al colegio es una tortura constante. Una está enferma, y hacen chistes. Pasa alguien con cara rara y tienen que comentar algo sobre ir al baño. Toman gaseosas y ya saben qué pasa. Un concierto. 

Doy gracias a que cuando paso cerca, se callan. Sé que a la mayoría de ustedes les molesta que un grupo de personas haga eso, pero yo lo agradezco. Porque sé que no estaban hablando de mí, y aunque lo hicieran también sería en sentido asqueroso. No quiero escuchar esas cosas. 

Y el problema no va únicamente con desconocidos, ¡mis amigos también! A veces los miro con cara de enojada, pero al día siguiente lo vuelven a hacer. No es siempre, porque al menos piensan que soy delicada y tratan de no pasarse. Y aún así me molesta mucho, es de esas cosas que se vienen acumulando con el tiempo. 

¿Algún consejo, espectadoras invisibles?

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Había caído muy bajo. El post recibió más interacciones de las que pensaba. Recostada en mi hermosa cama de mi hermosa casa, leía con atención los comentarios. Los respondí pensando muy bien mis palabras, porque me daba miedo decir algo malo y que las chicas me odiaran.

RosaSalvaje: tengo dos amigos igual de tontos, pero los quiero mucho, no sé qué decirte

PrincesaParker (yo, obvio) responde: sí, yo también quiero mucho a mis amigos, ese es el problema :(

justsmile8: ¡no los escuches! ¡no les hagas caso! los chicos no van a cambiar

RosaSalvaje responde: si nunca haces nada, obvio que no van a cambiar

PrincesaParker: ¿entonces qué hago?

RosaSalvaje: ay, no sé

chicarandom14: wow, ¿qué tantos chicos hay en tu escuela? debe ser una pesadilla

PrincesaParker: digamos que, de unos mil estudiantes, ellos son el 99,8% 

Luego de eso, comenzaron a preguntar más y más cosas. Ya no intentaban darme consejos, que era mi propósito, sino que yo debía responder a todo. Intenté no dar demasiada información para no delatar a nadie, menos a mí misma. Fingí ser una estudiante de otro país, pero cualquiera que conociese Murray se daba cuenta quién estaba detrás de la pantalla. Ni siquiera sé por qué se me ocurrió meterme a un grupo para “secretos de chicas” en Facebook (y eso que nadie usa Facebook; bueno, quizá mi mamá). 

Mentira, sí lo sé. 

Era para distraerme de la realidad. 

La manta me tapaba por completo, y no tenía intención de salir de allí todo el día. Y toda la semana. Quedaban siete días para volver del receso invernal, y los quería alargar al máximo. Por eso tomaba innumerables tazas de café al día, para mantenerme despierta. Con lo mal que me iba a sentir en clases, podría excusarme y pasar el mayor tiempo posible en la habitación. Sí, ya tenía todo planificado.

—Hija, ¿te sientes bien? —solían preguntarme mis padres. A mi papá le respondía que estaba algo enferma, y él me decía que tome una pastilla y duerma, y ahí terminaba la conversación. Con mamá era un poco más complicado, no se tragaba ninguna mentira.

—Solo estoy cansada por la escuela.

—Me dijiste hace un mes que las clases ya no te resultaban tan pesadas —en ese entonces, me miró muy preocupada. Yo intenté ocultar mi cara con la taza llena de café humeante—. ¿Por qué no me cuentas nada?

—¿Puedo no contártelo ahora? —su mirada se volvió más severa, probablemente pensaba que me había mandado una cagada. Y tenía razón—. Cuando me sienta mejor te lo diré, lo prometo.

Por suerte, lo dejamos ahí. No era el final de la conversación, pero al menos logré aplazarla. 

Así que ahí me encontraba, viendo como mi celular se llenaba de notificaciones de unas extrañas a las que les interesaba mi vida. No soy tonta, sé que es bastante llamativo asistir a un colegio de chicos, pero ya no me resultaba tan… raro. Sacando la parte asquerosa, me había más o menos acostumbrado a ese tipo de convivencia. 

Pero con esas chicas al menos podía hablar de cosas que me reservo para Samey. No me molesta hablar con ella, el problema es que es solo ella. En ese momento me di cuenta que ambas necesitábamos más amigas, o al menos hablar con más chicas. ¿Me llevaría bien con ellas? Ni idea, podría probar con la publicación. 

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Pasé varios días hablando con las integrantes del grupo. No todas, claro, porque eran miles, pero varias de ellas resultaron muy amables. Fue el entretenimiento más oportuno para pasar las nefastas vacaciones de invierno. Ahora ya no les hablo, pero para llegar a eso debo contar otras cosas. Aunque no es tan relevante, solo se trataba de varias desconocidas que me ayudaron a pasarla un poco mejor. En el transcurso de los meses me fui aburriendo y dejé el grupo, aún así sigo teniendo buenos recuerdos de ellas. 




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