Capítulo II
Una palabra conocida
"En algún lugar de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia"
Miguel de Cervantes
***
Un bostezo largo y lleno de cansancio se hace presente gracias a mí.
— ¿A qué hora te dormiste ayer? Pareces más cansada que de costumbre.
Me recuesto en el pequeño escritorio de la banca intentando descansar.
— A las 4 am —mi voz salió áspera y ronca.
Estaba hecha un desastre.
— ¿Por qué?
— Es que me puse a leer el libro y se me fue la hora.
— ¿Todo o hasta donde alcanzaste?
— Llegue a la mitad, además de los "ingredientes" también te daban como un tipo de explicación de lo que debes hacer para que funcione. Son como en Harry Potter.
— Que increíble. Tienes un libro de pociones del mundo mágico que no puedes usar.
— Si, es genial —dije con ironía mientras el sueño me estaba consumiendo.
— Te dije que no le tomarás mucha importancia, no te llevará a ningún lado.
Decidí ignorar el comentario de Nissa y dejé el mismo sueño que he estado evitando me consumiera, aunque fueran 30 minutos serían de mucha utilidad para sobrevivir el cansancio que tendría el resto del día.
A pesar de que me faltaba por terminar el libro que me fue entregado, no tenía mucha esperanza de lo que pudiera encontrar, era más un escrito de fantasía, pero eso no resolvía el hecho de que mi abuela me pidiera ignorar la existencia de tal objeto, aún era demasiado extraño.
En este momento estaba entre el mundo de los sueños y la realidad, lo que me permitió descansar como si estuviera profundamente dormida, pero no del todo logrando que me fuera fácil despertar. Por suerte mía, el profesor que debía dar la clase el día de hoy había faltado por enfermedad, apenas se enteraron hoy por lo que el profesor sustituto que nos ha tocado es el de música, quien nos ha tenido piedad y dejado la hora libre, muchos han empezado a conversar otros están en sus teléfonos y los demás duermen aprovechando el tiempo, me uní a esas personas antes de terminar desmayada al tener las defensas bajas por falta de las horas que debí haber dormido. Sentí que pasaron no más de diez minutos cuando el timbre sonó estruendosamente para mí disgusto ocasionando que saltará de mi puesto del susto.
— Te ves peor que un cadáver.
— Eso no me hace sentir mejor -contesto irritada.
— Lo siento. Vámonos rápido, no quiero llegar tarde.
— Adelántate, no planeo moverme muy rápido, el cansancio es mayor que yo.
Nissa acepto y se despidió de mi al instante, pues ya no compartíamos clase a excepción de esta en el resto del día.
Con cierta vagancia arrastre tanto mis pies como mi mochila hacia la salida del aula, tenía dos horas de sueño encima donde mis ganas de cualquier cosa eran nulas, sentía el tiempo eterno con cada paso que daba para ir a mi casillero, necesitaba ir a casa a dormir todo lo que sobraba del día. Gracias a la suerte del día de hoy mi casillero no estaba a más de tres metros del aula del que había salido, por lo que la caminata fue corta. Ahora estaba buscando mi siguiente cuaderno para la clase de química.
Cerré mi casillero algo fuerte, el sueño que cargaba me era abrumador soportarlo.
Comencé a caminar mientras ponía algo de música en mi teléfono buscando distracción para que mis ojos se mantuvieran abiertos, el profesor que me tocara ahora era de las personas que llegaba tarde a todo lugar así que tendría por lo mucho unos diez a quince minutos libres que utilizaría para dormir. Iba a paso rápido para conseguir esos momentos en los que descansaría plácidamente, pero fueron interferidos por un castaño quien se presentó algo sudoroso con su uniforme de basquetbol, supuse venía de una práctica de último aviso, suelen ocurrir cuando un juego está cerca, este colegio tenía un espíritu muy competitivo.
— Mi luz.
Extendió sus brazos para darme un abrazo, pero me aparte rápidamente como instinto donde incluso el cansancio y sueño que sentía desaparecieron por un momento.
— Estás sudado —le reclamé — cuando te cambies y te limpies te abrazaré todo lo que quieras y cuánto tiempo lo desees, pero hasta entonces quiero cuidar mi espacio personal.
Su risa se hizo sonar en el pasillo que aún seguía habitado por varios estudiantes que debían estar yendo a clase en vez de conversar en los pasillos.
Cómo yo.
- Pero amo abrazarte, no me dejes sin tu afecto físico -claramente estaba burlándose y deseaba molestarme.
— Mira Kevin, tú me tocas sudado y no vuelvo a hablarte nunca -trataba de huir mientras el intentaba abrazarme en el proceso.
— Será un pequeño abrazo, ni sentirás el sudor.
— Prefiero morir antes que abrazarte así.
Empecé a correr hacia el salón, ya estaba a unos dos metros, así que apresure mi paso, pero en una de esas veces que voltee a ver a Kevin, quien aún seguía persiguiéndome, me choque con alguien logrando que ambas cayéramos al piso, esto hizo que todo el esfuerzo que hice al correr pagara factura notando más el cansancio del que antes tenía.
— Lo lamento tanto —me apresuró a decir mientras trataba de sentarme y poder enterarme de a quien empuje.
— Tranquila —cuando la persona alza su mirada hacia mí su rostro fue descubierto, era Circe por suerte mía, de nuevo - pero no me sorprende viniendo a ustedes dos juntos.
— El comenzó —mi voz que había recuperado cierta normalidad, había vuelto a ser algo áspera y ronca, siendo mi cansancio más notorio.
Lo señale apenas apareció frente a nosotras, que aún estábamos en el suelo.
— Oh, Circe, solo eras tú, pensé que habíamos golpeado a alguien desconocido.
— Si, soy solo yo, pero un "lo siento" sería mejor que saliera de tu boca.