Capitulo cinco

Capítulo V
Algo diferente, algo nuevo, un cambio drástico poco notorio.

"Una relación humana se puede
destrozar con una palabra incorrecta.
Una sola palabra puede
abrir una inmensa oscuridad.
El lenguaje es el instrumento de la
gracia y la destrucción del ser humano."

George Steiner

***

La sábana que me cubría por el frío empezaba a molestar, sofocar en todo sentido, mi cuerpo estaba húmedo dándome señales del clima que habitaba en mi habitación, debido a eso todo a mi alrededor incluso mi propia cama tomaba un papel fastidioso para mí, a pesar de no saber la hora podía suponer que era demasiado temprano para tener que estar despierta, pero aunque intentara volver a dormir no lo lograba.

Separe la sabana al punto de tirarla probablemente al piso, cambie mi posición buscando alguna parte de la cama que estuviera fría o al menos fresca, pero era como si en todas partes hubieran sido recién planchadas dándole un calor desagradable para mí, me abanicaba con mi mano en busca de aire que no llegaba, estaba cansada y ahora gotas de sudor comenzaban a rodar con más intensidad siendo imparables.

El ambiente era como estar cerca del sol, me levante algo irritable a tomar el control del aire acondicionado necesitaba bajar la temperatura en el cuarto, puse lo mínimo que dejaba que eran 16 °C, como recién se había encendido fui al baño a mojarme un poco la cara y el cuello ya que esto me refrescaría, pero sentí como si estuviera echando agua caliente, el agua en el lavadero de mi baño solo tenía la opción de fría, no tenía sentido que estuviera en tal alta temperatura, supongo que estaba peor de lo que creí, pero hasta donde sabía aquí no hacía ese tipo de clima tan alto, habían más casos de bajas temperaturas.

Mi garganta estaba completamente seca, salí para estar de nuevo en mi habitación y tomar el vaso de agua que siempre dejaba al lado de mi cama, cuando el líquido hizo contacto con mi boca no tarde en escupir exaltada.
Estaba hirviendo.

La temperatura no había bajado ni un poco así que me acerqué al aparato, en el cual no sentí que botara el aire frío que debía, era todo lo contrario era demasiado caliente lo que me obligó a alejarme asustada.

La frustración se hacía cada más grande al estar rodeada de este calor, me estaba sofocando, mi ropa empezaba a sentirse molesta, todo a mi alrededor lo era.

Tenía que ir con mi mamá.

Salí de la habitación apresurada mientras utilizaba una hoja de papel con el intento de aplacar la combustión que sentía, cosa que no funcionó, entre donde mi mamá aún dormía y con cuidado empecé a moverla para que se despertara mientras la llamaba suavemente.

— Ma, por favor despierta, por favor.

Unos quejidos salieron de sus labios notablemente molesta por su interrupción en el sueño, tardó unos segundos en abrir los ojos, pero no fue expresamente por mi llamado sino el hecho que por cierta razón saltó de su blanda cama exaltada.

No imaginé que se asustaría al verme, no sabía cómo me encontraba, pero no pensé que fuera a reaccionar con tanto pánico.

Me sentía ofendida de algún modo.

— Hierves, ¿Por qué estás tan caliente?

— ¿Estoy caliente? Solo sé que tengo mucho calor.

— Si, por Dios, siéntate, te preparare un trapo mojado y traeré el termómetro.

Ahora me encontraba preocupada, pensé que la alta temperatura era en el ambiente, no en mí.
Tal vez me enferme por pasar todas esas horas con ropa mojada por la lluvias.

Pero está fiebre se sentía diferente, algo dentro de mi era diferente.

¿Por qué me siento así?

A mi mamá le habían dicho lo que pasó y se disculparon con ella, aunque eso no me salvo de un regaño de su parte por sumergirme en el bosque por horas acompañado de un castigo. El día de ayer había vuelto del pequeño viaje al bosque y hasta donde mi madre me reviso me encontraba bien de salud, por precaución me dio unos analgésicos y mis pastillas para la alergia, lo cual me pareció raro el hecho que ni cuando estuve en la cueva o después de eso llegue a estornudar, en esos casos soy la mas sensible, incluso ahora no lo hago, solo tenía fiebre suponía.

Regreso rápido con una expresión intranquila, era normal en ella cuando uno de nosotros se enfermaba, era una presión que probablemente sentía al vernos sufrir de cierto modo, nos ama mucho para eso.

— Ponte el termómetro debajo de la lengua y este trapo en la frente.

Hice lo que me pidió, pero como temía el trapo que se suponía estaba frío lo sentía caliente lo que me hizo sudar más de lo que ya lo hacía, era como si hubiera corrido una maratón, el calor no se calmaba lo que me seguía desesperando y a mi madre solo le aumentaban los nervios verme así, aunque quisiera parar y fingir que me encontraba mejor o aguantar mostrando una cara dura no podía, no era consciente de mis expresiones hasta que ella misma me las hacía saber.

El aparato había sonado lo cual nos hizo estar pendiente a ambas que rápidamente miramos para poder saber en qué grado de temperatura estaba mi cuerpo.

— Acuéstate en la cama, tienes bastante fiebre. No te quites el trapo de la cabeza. Te traeré agua.

Tenía 39.7 grados, casi 40, prácticamente debía sentirme demacrada por la fiebre, pero estaba bien, quitando el hecho del calor que experimentaba con cada minuto que pasaba, no tenía mareos, escalofríos o algún malestar externo a eso, ya había tenido este tipo de fiebre antes y nunca sentí este calor abrumador sino lo contrario.

Tal vez eran unos síntomas distintos esta vez, pero aún la sensación de algo más seguía en mi.
Mi madre entró rápido con un vaso de agua en la mano y un frasco que me imaginaba era un remedio, lo más probable, paracetamol. Se acercó a mí dejando el agua a mi lado, en una de sus mesitas de noche, abrió el frasco pequeño, sacó una pastilla ciertamente grande para mí gusto y me la dio para luego pasarme el vaso que había dejado de lado.