—¿Qué haces aquí? —dijo con asombro.
—Vengo a casarme —le contesté.
—¿Casarte? Pero no hay nadie —miró a los lados—. ¿Piensas casarte conmigo? —dijo con sarcasmo.
—No, ella se casará conmigo —alguien contestó.
Volteé hacia donde había escuchado eso y lo miré a él, a mi jefe, Leandro.
—¿L-Leandro? —me acerqué a él.