Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo I

Rumores inciertos

Tres años después

Termino mi desayuno mientras veo las noticias, noticias que para muchos consideran, inesperada, y hasta sorprendentes, pero para mí siempre ha significado un poco más de lo mismo. Anhelaba ver algo lo suficiente malo para calmar esa sensación amarga de haber tenido una infancia de mierda.

Solo que esa noticia no llegaba, no sabía si alegrarme de que no todos pasaran lo mismo que yo, o sentirme mal por ser la única con este pasado y que nadie pueda comprenderlo al cien por ciento.

Pienso en qué me trajo hasta aquí, en lugar de ponerme sentimental o algún indicio de arrepentimiento siento en que debí resolver todos aquellos problemas en lugar de arrastrarlos conmigo desde hace seis años. Sí, me escapé hace seis años a Barcelona creyendo que podría empezar de nuevo.

Pero me equivoqué.

Los primeros dos años que viví recluida en la casa de Ryan fueron más fáciles que ahora, que estoy en la universidad. Entrar a la universidad fue un enorme paso por mi parte, eso asegura mi mejor amigo y mi psicólogo. La consecuencia es que ahora soy perseguida y consumida por lo que dicen de mí, al principio fue difícil, pero conseguí como aparentar que no me afecta. Cada vez que voy, me pongo una máscara de indiferencia.

Al terminar de desayunar lavo y acomodo los platillos, hago una mueca al ver mi sartén con residuos quemados, lo dejo remojando con agua y algo de jabón para tener éxito en lavarlo esta noche.

Aunque tengo la ligera sospecha de que lo volveré a quemar como de costumbre.

¿Cómo puedo ser tan mala para cocinar?

Tomo mis llaves, al salir del apartamento noto que a la vez sale mi vecina del frente a hacer que se yo con su vida.

No sé porque nos llevamos tan mal, no nos hicimos nada en concreto, sólo que un día llegue con humor de perros y ella pues... estuvo en el momento equivocado. Desde entonces ha sido una molestia ver su exagerada amabilidad repleta de sarcasmo.

Era mi culpa y lo sabía, solo que no encontraba el valor de hacer las paces y aclararlo.

── ¡Hola mi linda vecina! ──Dice con aquel típico tono lleno de sarcasmo.

Ella tampoco me la ponía fácil.

Si tan solo yo hubiese sido más amable…

── Ahora, ¿Qué quieres? ──Espeté.

… Pero mi amargura y orgullo lo eran más.

── ¿Yo? ──Digo con fingida inocencia, ignorando mi mal tono── Solo quería saber cómo amaneció mi linda vecina que es tan amable. ──Camino hacia las escaleras ignorándola, escucharla y responderle es sinónimo de perder el tiempo── Oye. ¿Si sabes hablar? ¿O solo lo haces cuando quieres ser una perra conmigo?

Me detengo a mitad de las escaleras, y cierro los ojos con algo de fuerza sintiendo un pinchazo de culpa por aquel momento.

── Oye, ¿te encuentras bien? ──La vecina, quien parecía algo estúpida, me hizo una pregunta algo innecesaria.

Estaba hecha un desastre, mi rostro era un mar de lágrimas, mis inseguridades y malos recuerdos desbordaban. Era uno de esos días malos.

── ¿Qué diablos te importa? ──Ella retrocedió, visiblemente ofendida por mis palabras── ¿Por qué te metes en lo que lo que no te incumbe? Eres una completa molestia, las mujeres de tu tipo son tan falsas como tu cabello rojo de mierda.

Era un mal día, solo… no supe medir mis palabras.

Era demasiado cobarde para pedir disculpas, y demasiado terca, ya que seguía respondiendo mal.

── Qué te importa. ──Digo respondiendo su pregunta de forma cortante.

── La verdad es que no me importa. ──Me dice.

Pero su tono… si le interesaba, por mucho que quiera negarlo, notaba su preocupación por mí, por lo que volteo a verla. Y si, veía como se esforzaba por parecer dura, pero veía claramente que quería ayudarme.

Solo que no confiaba en las mujeres, algo tonto puesto a que yo también soy una. Solo que no he tenido suerte teniendo amigas, siempre sucedía algo, me dejaban de hablar cuando no les contaba un chisme jugoso a sacarle provecho, o simplemente por culpa de mi reputación.

Lo más parecido a una amiga era Jenna, y estar con ella me ponía los pelos de punta, algo en ella me inquietaba.

── Púdrete. ──Digo mostrándole mi dedo corazón.

Sabía que ser así no era lo mejor, estaba siendo una grosera total, solo no quería confiar en alguien.

Me aterraba confiar en alguien y que esa persona me diera la espalda

Bajo rápidamente las escaleras para no presenciar algo que haga mi culpa crecer.

Me repetí mil y una veces todas las razones por la cual prefería estar sola que, con amigos, tratando de ahogar la culpa que me causaba el tratarla así. Deseando poder golpear con fuerza mi pequeño saco de boxeo que Ryan consiguió para mí, era la mejor manera que tenía de poder drenar todo lo malo que me consumía.

Al recordar a Ryan memorizo las infinitas cantidades de veces que me dice que mi vecina es más amable, y que fue mi culpa caerle mal.

Llego al final de las escaleras, y froto mi rostro en un desesperado intento de dejar de pensar.

Al salir del edificio, el viento es lo primero que siento y, como siempre, me calma. Me hace sentir en casa, en los tiempos que todo era menos complicado. Saco mi celular, conecto los auriculares para poder caminar con música, al empezar a reproducir empiezo a caminar tarareando, disfrutando de la paz que hay, mientras pueda.

Camino rápidamente a la parada de autobús, normalmente yo salgo antes para poder irme caminando hasta la universidad, pero hoy en especial tengo algo de pereza por lo que tomaré el transporte público. Al llegar subo rápidamente a un vehículo.

Al cabo de unos diez minutos llega a mi parada, le pago al chofer y me bajo mientras guardo mi celular junto a los auriculares. Me preparo psicológicamente para lo que me espera, respiro hondo y en mi rostro está mi típica expresión de indiferencia junto con un poco de aburrimiento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.