Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo IV

Acciones Confusas

Veo por la ventana como la noche me permite ver las estrellas, y me permito relajarme un poco. Ryan no ha tocado el tema de lo sucedido temprano, y si él no lo hace, yo menos.

Sé que le había dicho que hablaríamos, pero yo en realidad era demasiado cobarde para eso.

La idea de Ryan besándome me alteraba, pero no como había escuchado lo que decían las chicas de los besos. No me encontraba ansiosa de sentir sus labios sobre los míos, al contrario, me aterraba.

¿Sentiría eso con todos los hombres?

── Alex, sobre lo de temprano... ──Empieza a decir logrando sacarme de mis pensamientos.

Mierda, había olvidado que estaba con él.

Y lo peor es que saca el tema, ¿lo habré invocado?

── ¿Hm? ──Sigo sin voltear mostrando desinterés mientras veo como se estaciona al frente de mi edificio.

── Sólo quiero que sepas que... ──Escucho la duda en su voz, volteo para mirarlo y puedo notar que se obliga a toma una actitud decidida── No intentaba besarte, ni mucho menos. Sólo quería verificar si seguías con aquel problema. No significó nada.

¿Se supone que debería sentirme triste o enojada? Quizás sólo lo hizo para saber que tal estoy con aquellos traumas que tengo, pero aquello es mi problema no el suyo.

── ¿Y desde cuándo acepte ser tu conejillo de india? ──Pregunto con amargura. Veo como se tensa sus manos y con eso sé que lo hice enojar.

── Sabes que no es así. ──Dice fríamente, aprieto mis puños a mis costados aguantando la rabia.

── Está bien. ──Digo levantando la mirada y le doy una sonrisa de boca cerrada.

── Recuerda que el director autorizó un reposo de dos semanas, aprovecha el tiempo para descansar. No te preocupes que yo te pasaré toda tarea que tengas, todos los profesores están enterados y no tienen problema con eso. ──Me recuerda secamente.

¿De verdad está enojado conmigo por algo que hizo él? Diablos, yo creía ser la mujer entre los dos.

── Está bien.

Bajo del auto mientras le deseo las buenas noches y me aproximo a entrar al edificio, una vez cerrada la puerta tras de mí, empiezo a subir las escaleras de dos en dos. Entro a mi apartamento, ni siquiera me molesto en cerrar la puerta, sólo pienso en ver por la ventana. Y, sin encender las luces aún, abro un poco la cortina.

Y ahí está él, siendo tan caballeroso como siempre, esperó a que yo entrara. Se ha bajado del auto y puedo ver cómo está desesperado, camina de lado a lado mientras se agarra el pelo, hace el intento de entrar, pero se arrepiente al cabo de unos minutos, entra a su auto y se va.

Cierro la cortina.

Enciendo las luces, a lo que veo la puerta aún abierta me encamino hacia ella para cerrarla, pero antes de cerrarla mi vecina azul estaba ahí besándose con todo el descaro en su puerta con alguien que me es familiar.

Asco.

Yo dándome la mala vida porque alguien casi me da un beso y aquí se están comiendo como adolescentes.

── ¿Disfrutando el espectáculo, Alexandra querida? ──Dice la pelirroja.

Me doy cuenta de que me había quedado viéndolos con total descaro, aprieto los labios algo avergonzada de aquello.

Pienso en responder, pero cuando veo que el hombre se trataba de Derek, dudé.

Me limito a cerrarles la puerta en la cara.

Pongo el seguro y enciendo el estéreo e inmediatamente se escucha System Of A Down, comienzo a cantar para distraer mi mente.

Voy a mi habitación donde me pongo un cómodo short y una simple camisa negra manga larga, me miro al espejo y peino más mi cabello logrando que mis rizos se vean mejor.

Me voy a la cocina dispuesta a hacerme un buen sándwich con tomate, así que abro el refrigerador y saco todo lo necesario. Pongo mi obra maestra de lechuga y tomate en el sartén para aplastarlo un poco, maldigo cuando noto un aroma a quemado realmente desagradable, intento retirar mi sándwich, pero este se ha quedado pegado en el sartén, maldigo entre dientes. La cocina no es lo mío.

Cuando muerdo mi sándwich me doy cuenta de que no hice el café, me apresuro para llenar la cafetera por dos razones, amo el café es perfecto para quitar el amargo que te deja el sabor a quemado.

Entonces tocan la puerta.

Voy tarareando pensando en que puede ser Ryan, pero para mi sorpresa no es Ryan, sino Derek. Me aferro a la puerta preparada para usarla en caso de urgencia. Lo miro con el ceño fruncido tratando de adivinar por qué toca mi puerta.

Me mantengo estática en mi lugar observando cómo Derek me escanea de arriba a abajo sin molestarse en disimular, suspira y pasa una mano por su cabello. Al notar que no va a hablar decido tomar la iniciativa.

── ¿Necesitas algo?

── ¿Por qué? ──Cuestiona molesto.

Lo miro ceñuda.

── Por qué, ¿qué?

── ¿Por qué te da igual lo que digan y te vas a la oficina del niño bonito para hacer de las suyas?

Casi quiero carcajearme ante eso, pero como siempre, no muestro expresión alguna. Definitivamente los estudiantes de la facultad tienen madera para ser editores de una revista de chismes, no importa si es algo falso o verdadero, siempre van a encontrar la manera de arruinarte.

── Eso no es tu problema. ──Intento cerrar la puerta, pero la sujeta con ambas manos para que no pueda hacerlo.

── No tienes por qué esconderlo, tu amiga me lo contó todo. ──Dejo de hacer presión para cerrar la puerta y lo miro con atención para buscar algún rastro de mentira. Pero no lo hay.

Presto atención a sus palabras, yo no tengo amigas.

A menos que…

── ¿Jenna?

Él asiente. La mataré, juro que lo haré. No pudo haberle contado todo, suplico para mis adentros para que Derek no sepa que todos esos rumores son mentiras, soy consciente de que aquello no tiene nada de malo. Pero creo que lo puede usar en mi contra o qué sé yo.

O también se preguntará si de verdad estoy bien de la cabeza como para dejar todo como está.




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