Máscara Inefable (saga Disfraz #1)

Capítulo XVIII

Opciones Tentadoras

No hago más llegar a mi departamento y arrojo mis tacones en alguna esquina de mi pieza. Saco mi celular y de igual forma arrojo mi bolso sin molestarme en ver donde aterrizó. Al encenderlo tengo dos mensajes.

Número Desconocido: Al final te quedaste sola como mereces.

A veces tengo tanto miedo de que Omar me encuentre de nuevo, lo único que puedo hacer es esconderme de nuevo.

Jenna: Derek me contó todo, quedaste sola de nuevo.

Tal vez sólo sean paranoias mías, pero tengo el presentimiento de que los dos mensajes están vinculados. Decido no concentrarme en eso, me pregunto si de verdad Derek le contó a Jenna lo sucedido o si como es de esperar lo está inventando. En momentos así, sólo hay una cosa que puede despejar mi mente.

Corro hasta mi habitación y me cambio a un conjunto deportivo con todo y zapatillas, aunque son pasadas las ocho, no me importa.

Salgo con únicamente mis llaves y cierro todo con seguro. Al salir empiezo a correr, sin fijarme muy bien a dónde voy, sólo espero que nadie se me atraviese porque le cortaré el cuello. No dejo de correr a pesar de que no sé dónde estoy, mis lágrimas salen sin permiso, pero yo no dejo de correr, pensando en qué hice mal, ¿qué pude haber hecho en mi última vida para merecerme todo esto?

Me detengo bruscamente al darme cuenta que estoy en la casa de Ryan, recuerdo todas las veces en que hice lo mismo, venia corriendo a su casa cuando me daba ansiedad y no podía controlarla. Sin pensarlo mucho cruzo la calle sin molestarme sin mirar a los lados, deseando que algo pase y me atropelle. Pero no tengo suerte.

Toco la puerta, dos segundos después Ryan me abre la puerta, al verme vestida deportiva y alterada lo entiende a la perfección, no dice ni una palabra y se hace a un lado. Paso con confianza a través de los pasillos para llegar a su estudio, veo el saco de boxeo y lo empiezo a jalar para poder sacarlo. Ryan llega y me ayuda, lo coloca en el gancho que está en el techo y me pasa los guantes.

Toma el saco firmemente y yo con los guantes puestos ni lo pienso dos veces. Empiezo a golpear, sin titubear mientras las lágrimas vuelven a salir, diablos estoy enojada y creo que me volveré loca. Cualquiera al verme pensaría a simple vista que no sé cómo boxear, pero en realidad sí lo sé, es una buena forma de sacar toda tu frustración. De vez en cuando doy patadas firmes para poder sacar toda la ira, cuando llevo un rato el cansancio se adueña de mí y me caigo al piso de golpe de rodillas. Ryan se sienta a mi lado y me quita los guantes, con sus pulgares acaricia mis nudillos rojos por lo que acabo de hacer.

── ¿Qué pasó? ──Pregunta suavemente. Lo miro con una sonrisa triste.

── Me humilló junto a su padre. ──Suelto una risa seca── Creo que ninguno de nosotros dos tuvo suerte con su pareja.

── Eso parece. ──Asiente con tristeza── ¿Has comido algo?

── No tengo hambre, Ryan. No me obligues tampoco.

Nos quedamos mirando, recuerdo cuando nos conocimos, éramos tan diferentes, yo estaba demasiado jodida y él tenía una vida perfecta. Siempre le agradeceré que me haya ofrecido un techo donde dormir, cuidados y cariño que no había sentido en toda mi vida. Al mudarme venía muy seguido a visitarlo, pero dejé de hacerlo con tanta frecuencia cuando los rumores empezaron.

Se levanta sin decir nada y yo lo imito, toma mi mano y juntos vamos hasta su habitación. No me asusto porque ya lo hemos hecho antes, al entrar él se quita la camisa para ponerse una más cómoda y se acuesta, yo me acerco vacilante pero finalmente me recuesto a su lado. Ambos miramos al techo, luego tomo un impulso de valor y lo abrazo, apoyando mi cabeza en su pecho, donde él no tarda en responderme el abrazo.

── Te veías muy sexy golpeando aquel saco. ──Suelto una risita ante su comentario, no por sus palabras, sino porque él siempre decía eso cada vez que venía a hacer eso.

── Siempre me veo sexy. ──Aunque diga esas palabras se percibe que no creo en ellas.

── Siempre has sido hermosa, Alex.

── Y tú muy guapo. ──Digo coquetamente, luego mi ánimo cae── Tal vez sí soy una zorra después de todo.

Ryan se endereza y me observa con atención.

── ¿Por qué piensas estupidez?

──Sólo basta con mirarme.

── Alexandra, no eres nada de eso. ──Coloca su dedo índice en mi frente Sólo falta que tu cabeza terca lo crea. No porque Derek haya sido así contigo significa que todos serán así.

Por la forma que me mira sé que se refiere a nosotros. Él vuelve a recostarse y me obliga a estar en la misma posición de antes.

Ryan, yo sé que por ahí encontrarás a una mujer hermosa...

── No empieces por ahí. ──Su agarre se vuelve más firme── Estaré siempre para ti, Alexandra.

── Lo sé. ──Levanto mi cabeza para ver su rostro. Él sonríe.

── Te prometo no volver a esconderte nada. ──Sacudo mi cabeza.

── No me hagas promesas que no me cumplirás.

── Las cumpliré, Alex. Así tenga que pasar toda mi vida en ello.

Besa mi frente y me acerca más a él mientras cierro mis ojos, escucho como apaga las luces y en cuestión de segundos estoy dormida.

(...)

En la mañana ayudo a Ryan a hacer el desayuno, y con ayudar es que se me quemaron dos tostadas provocando que me saque de la cocina. Lo observo preparar todo con cierta gracia, el de vez en cuando me observa con una sonrisa coqueta, cosa que hace que me sonroje y él se ría. Prepara dos tazas con almuerzo para llevar a la universidad, yo ya estoy arreglada gracias a que he dejado ropa aquí. Ya me preguntaba dónde estaba mi suéter de mi banda favorita, esta prenda tiene el aroma de Ryan, cosa que hace que me relaje.

── ¿Quieres café? ──Su pregunta casual me saca de mis pensamientos.

Lo veo, está de espaldas esperando mi respuesta. Café, no puedo evitar recordar a Derek sin sentir y dolor en mi pecho. Decido ignorarlo, no dejaré de tomar café por él.




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