Osamu Dazai
Es una noche nublada.
La lluvia cae como la nieve. Suave y fria.
Camino dirigiendo me al bar a donde voy todas las noches a beber como mi gran amigo. Mi compañero de aventuras, aunque sea gruñón y enano. Si, hablo de Chuuya.
Llegó al bar donde acordamos. Entro y lo primero que ven mis ojos es a Chuuya sentado en una banca apoyando su codo contra la barrera mientras bebé su vino.
Sonrío y me dirijo hacia el con pasos firmes saludándolo.
—Hola enano —digo con una sonrisa amplia y burlona. Me siento al lado de el apoyando mi codo contra la barrera.
—Hola poste de luz. Pensé que no llegarías por la lluvia —dice en un tono burlón mientras bebe un sorbo de su vino tinto.
—Hey. Eso me ofende. Jamás dejaría algo pendiente para otro momento enano —digo mientras llamo al mesero y pido un whisky.
—¿No vas a pedir un vino? —arquea la ceja confundido. Me río ligeramente y suave.
—No. Esta vez no pediré vino tinto —suelto un suspiro mientras cruzo los brazos sobre la barrera.
Veo como llega el mesero con mi whisky preparado. Agarro el whisky y tomo un sorbo.
—¿Estás bien? —pregunta con un tono preocupado en su voz mientras deja a un lado su copa de vino.
—Si. ¿Por qué lo preguntas? —arqueo la ceja confundido por su tono de voz.
—¿Estás seguro? Te escuchas muy triste. ¿Paso algo?
—Seguro. No paso nada. Tranquilo —digo tratando de sonar lo más normal posible.
—No te creo. Se que paso algo. Porfavor. Dime ¿Qué pasó? Sabes que puedes contar conmigo —dice en un tono suave mientras se acerca más a mi lado.
—No te preocupes tanto por mi. Estoy bien —pero mi voz me delata con un tono triste.
—No me hagas enojar. Dime ¿Qué es lo que te hicieron? —dice en un tono autoritario.
Aunque sea Omega. Tiene su carácter fuerte y pesado.
Suelto un suspiro derrotado y a la vez triste.
Se que no puedo seguir ocultando y seguir luchando con el.
—Es... —susurro preparándome para decírselo.
—Anda. Dime —dice en un tono preocupado y desesperado mientras apoya su codo contra la barrera de nuevo.
Lo miro a los ojos. Decidido a decirle la verdad.
—Ya no alcance a comprarme el libro para los suicidas —digo en un tono triste y melancólico.
El me mira poniendo los ojos en blanco. Procesando lo que acabo de decir. No sé si debería de reírme por la expresión que pone. Pero mantengo mi expresión triste.
—¿En serio? —dice con los ojos entrecerrados irritado.
—Lo digo en serio. Ya no alcance para comprarme ese libro que tanto quería —digo con melancolía en mi voz.
—¡TANTO ROLLO Y CAOS, SOLO PARA QUE ME DIGAS QUE NO ALCANZASTE A COMPRAR EL LIBRO, PEDAZO DE IMBÉCIL! —grita irritado mientras yo le tapo la boca para que no llame la atención la gente del bar.
—Guarda silencio enano. No llames la atención de la gente aquí —digo mientras quitó mi mano de su boca y tomo un sorbo de mi whisky.
—No puedo creerlo. Solo para eso estabas triste —resopla irritado mientras bebe un sorbo de su copa de vino.
—¿Qué quieres que haga? Me pongo melancólico cuando no obtengo lo que quiero
—Para la próxima avisa si es grave o no, idiota —dice frunciendo el ceño. Se ve adorable el enano.
—Lo intentaré enano —digo con una sonrisa burlona. Vuelvo a mi expresión normal y lo miro a los ojos.
—¿Y cómo va tu relación con ese alfa? —digo mientras no despegó mis ojos de el.
—Ah. Eso —dice mientras toma otro sorbo de su copa de vino desviando su mirada de la mia. —Va todo bien. Normal —dice de lo más natural del mundo.
—Normal eh, ¿Seguro? —pregunto sospechoso
—Si. Seguro —dice fingiendo una sonrisa.
Suspiro y lo dejo pasar. Pero tengo sospechas de el.
Y lo voy a averiguar.
—Mas te vale. No quiero que sigas sufriendo por ese alfa idiota. ¿Entendiste? Tu vales oro enano —digo en un tono autoritario en mi voz.
—Seguro —termina de beber su copa. Satisfecho.
—Y ¿Ya conociste a tu destinado? —pregunta arqueando la ceja de nuevo.
—No. Aún no —me termino mi whisky de un solo trago.
Si supiera que estoy enamorado de el desde hace seis años. Pero no sé cómo decírselo. No quiero mi destinado. Lo quiero a el. Solo él.
—Vaya. Es una lástima. Pero se que lograrás encontrar a tu destinado. No te desanimes —dice con una leva sonrisa en su rostro.
Esa sonrisa. Esa hermosa sonrisa me enloquece. Me vuelve loco por completo.
Si tan solo yo, me armara de valor y le dijera lo mucho que me gusta.
Lo mucho que me vuelve loco desde hace seis años. Pero desgraciadamente el solo me ve como su gran amigo. Aparte de que ya tiene destinando. Y ese destinando no soy yo.
Veo el reloj que está pegado al lado de la estantería de licores y cervezas.
Demonios. Ya es tarde.
—Vaya. Parece que se pasó rápido el tiempo —digo con diversión en mi voz.
—Es cierto. No duró nada la noche —se levanta de su asiento un poco mareado.
—Hey. Ten cuidado. Estás muy mareado —digo con preocupación en mi voz mientras lo agarro del brazo para que no se caiga.
—Estoy bien. No te preocupes —dice mientras se incorpora poco a poco. No sé si reírme o llorar de lo adorable que se ve mareado.
—Y ahora. ¿Quien paga la cuenta? —digo en un tono burlón
—El alto paga —dice mientras se va corriendo lejos del bar riéndose como enano desquiciado.
—Hey. Eso no es justo —grito mientras suelto un suspiro frustrado pero no puedo evitar reírme un poco.
Antes de pagar, veo la cuenta. Mis ojos se abrieron de par en par. Suelto un suspiro mientras pago la cuenta y me salgo de ahí.
Salgo del bar y veo como ese enano omega está sentado en una banca esperándome.
—¿Fue muy cara la cuenta? —dice en un tono burlón.
—Jamas imaginé que bebieras tantas copas de vino antes de que llegará enano —digo en un tono irritado pero a la vez divertido.
—No pude evitarlo. Sabes que mi veneno es el vino tinto —dice con un tono burlón