Me arrastraron a un mundo desconocido

capitulo 8... Conflictos interiores

Emili: —Ella lo nota y trata de no dejar que sea visible a la vista el libro—. ¡Qué! ¿Por qué?... ¡Qué importa! Vámonos, entonces. Este día no puede empeorar más. Vamos, ya tengo hambre.

Emili: Sebastián, por cierto, sé que no nos conocemos mucho, pero ¿te importa si me enseñas a manejar la espada?

Sebastián: No lo sé —él se queda pensando (Ella me agrada mucho, se ve que no tiene malas intenciones)—. Bueno, ¿por qué no? Pero tengo un par condición: la primera es que lo vamos a tener oculto; segundo, espero que no lo uses mal, porque estoy depositando mi confianza en ti, y será solo en las noches. Y tienes que apresurarte, te están esperando.

Emili: —Su rostro se ilumina con una sonrisa amplia—. Está bien, me parece bien. Pero sigo sin entender por qué me tratan así de "señorita Emili", y por qué hay que mantenerlo oculto...

Sebastián: —Él la interrumpe, sabiendo lo que estaba preguntando—. Después te lo aclaro. Vamos, el emperador me dio la orden de que te escoltara al comedor.

Emili: —Ella asiente con la cabeza y luego mira hacia su sombra y decide que sacará a Umeira—. Umeira, puedes salir de mi sombra.

Umeira: —Sale de su sombra—. ¿Qué sucede?

Emili: —Ella le da una cálida sonrisa—. Vamos, tú también debes comer.

Sebastián: —Él se sorprende al ver a Umeira—. ¿Qué haces con ella todavía? Ella trató de matar al emperador.

Emili: —Ella se acerca a Sebastián y le agarra el hombro con la mano que tenía libre—. Ella ahora está conmigo. Además, parece que a ella la controlaban como a un títere... Todos merecemos una segunda oportunidad.

Sebastián: —Él suelta un suspiro—. Tienes razón, pero aún no confío en ella. Así que la estaré vigilando.

Emili: —Ella le suelta el hombro—. Está bien, pero yo confío en ella ahora. (La verdad es que ahora ya no emana esa aura oscura que tenía antes). Vamos, hay que ir.

Cuando Sebastián, se volteo y caminó hacia delante rápidamente, agarré el libro que escondí, hice magia y con un movimiento de mi dedo índice en el aire. Hice un círculo en dirección de izquierda a derecha. El círculo se cubrió con un tono negro; ese era mi escondite para aguardar cualquier cosa. También lo usaba cuando estaba en mi mundo, pero no lo usaba a menudo. Entonces introduje el libro y, para desaparecer el círculo negro, lo repasé de nuevo, pero esta vez de derecha a izquierda, desapareciendo. Sebastián volteó, pero ya lo había hecho que desapareciera. Él se le quedó viéndome con sospecha, pero le dije que nos apresuramos.

Nos fuimos y en camino al comedor, de repente me dio una extraña sensación que recorrió por mi cuerpo, como si después de leer el libro estuviera más atenta a mi entorno. Caminamos por los pasillos oscuros, pero a la vez aclarados por la luz de la luna que entraba por las ventanas. Quería pensar un poco, pero ni la oportunidad de pensar pude, porque ya habíamos llegado al comedor.

Emili: —Con un poquito de pena le pregunta—. Sebastián...

Sebastián: —Él voltea, notando su expresión de pena y de angustia—. ¿Qué sucede?

Emili: —Bueno, es que... Corrígeme si no es cierto, pero siento como si ese tipo te enviara a espiar o vigilarme.

Sebastián: —Él no sabe qué responder y luego de unos minutos se aclara la garganta y responde—. Digamos que también estoy por mi cuenta. Además, yo le tengo un gran aprecio a su majestad el emperador. Y yo también le he llegado a tener un poco de aprecio a usted, no tanto, pero me cae bien. Es diferente a las mujeres de por aquí.

Emili: —(No contestó del todo mi pregunta... Pero me quedo un 10% más tranquila), se dijo así misma—. Bueno.

Me despedí de Sebastián, ya que él tenía asuntos que resolver. Al ver la puerta delante de mí, dudé en abrirla, pero luego de pensar un rato la abrí. Y allí estaban sentados en el comedor refinado y elegante, donde estaban Nara y el emperador.

Emili: Disculpen mi tardanza (debí suponer que ella estaría aquí).

Nara: No te preocupes, no esperaba que vinieras (ojalá no te hubieras aparecido).

Eliot emperador: Llegas tarde.

Me fui a sentar delante de ella para verle la cara. Por la expresión que tenía en la cara, me di cuenta de que estaba disgustada; ella trataba de esconderlo. Me encantaba ver su rostro que ocultaba. Me di cuenta que ellos actúan raro, y me pregunte de ¿verdad son prometidos?. Por otro lado, está el emperador con una cara seria.

Eliot emperador: ¿Y qué estuviste haciendo?

Emili: —Con un tono de molestia fingida— Nada que te interese.

Nara: ¡Oye! Esa no es forma de hablarle al emperador —paró en seco y mostró una sonrisa burlona—. Es que es cierto, tú no eres de aquí. Se ve que eres una ignorante.

Emili: —Ella se enoja—. Nara, yo hablo como yo quiero. Y tienes razón, yo no tengo ni idea de la etiqueta de aquí, pero eso lo puedo solucionar. A demás yo Tengo algo que tú no tienes, y se llama "dignidad" —le sonríe.

Nara: —Ella se levanta de la silla y gritando dice—. ¡Te crees mucho, verdad! Solo eres una estúpida. ¡Y tú traes a la que quiso hacerle daño al emperador! ¿No será que tú lo planeaste todo?

Emili: ¿Qué tú...?

(El emperador Eliot las interrumpe)

Eliot emperador: ¡Ya basta, las dos! Nara, ya te había dicho que tú no eres mi prometida. Solo no dije nada al comienzo para no dejarte en mal, pero tú no eres nada mío y te lo dije ayer varias veces.

Nara: Pe... pero ¿qué dices? Eso no es cierto.

Eliot emperador: ¡Guardias, lleven a la a su palacio!

Nara: —Ella se marcha, pero no aparta la vista de Emili—. (Me voy a vengar. Todo es culpa de esa estúpida; ella es la culpable).

Emili: Yo mejor me retiro. Con permiso, salí del comedor con Umeira.

Me fui de esa incómoda cena, me fui caminando por los pasillos y pude encontrar los aposentos. Entré y me senté en la cama. Me puse a pensar: "No era su prometida, y entonces ¿por qué no me contradijo antes?"

Emili: Umeira, ¿tú escuchaste lo que leí, verdad?




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