Umeira se escondió en mi sombra para dormir, yo con pasos lentos me fui en dirección a la cama me acosté en posición fetal y unos minutos después me quedé profundamente dormida.
A la mañana siguiente, me desperté al oír el canto de las aves. Y aún somnolienta, con los rayos del sol tomando mi cara de repente, el recuerdo de lo que pasó ayer se me vino a la mente y sacudí mi cabeza. Luego Agarré la almohada, la puse en mi cara y grité de frustración.
Emili: —¡Qué idiota soy! Ayer tuve varias oportunidades de escapar y no las aproveché. ¿Qué me pasa?... Pero aún así no puedo escapar. verdad no sé hay algo aquí que sé me hace familiar mmm que será. no creo que sea éso, y De todas maneras, ¿qué haré si salgo? No tengo dinero de aquí, no conozco mucho... pero tengo a Umeira —Mi cara se ilumina— ¡Exacto! ¡Umeira!
(Umeira sale de la sombra de Emili, se estira y bosteza).
Umeira: ¿Qué deseas, mi ama y señora?
Emili: —Por la emoción, no escucho lo que le dijo Umeira de cómo la llamó—. Umeira, tú eres mi salvación —ella la abraza y le dice sin alejarse—. Tú conoces esta ciudad y me puedes guiar, ¿verdad?
Umeira: Sí, pero mi señora no debería salir. Acuérdese de que la están buscando, y aquí está a salvó y además aquí hay un campo de magia. No se siente mucho, pero yo lo pude sentir. Parece que emana de todas las flores.
Emili: —Se pone triste—. No, ¿por qué? Espera, dijiste flores —ella se dirige al balcón y observa que es cierto lo que dice Umeira—. Tienes razon... Y no me llames así. Dime Emili, nada más —ella le sonríe.
Umeira: —Se queda callada y solo la observa.
(Tocan la puerta)
Emili: —aun en el balcón ella contesta— Pasen.
(Entran Ana y Kenia)
Kenia —con una expresión neutral—: Buenos días, señorita Emili.
Ana —sonriendo—: Buenos días, señorita Emili.
Emili: —Va corriendo y las abraza, ya que por alguna razón ella les había agarrado cariño—. Buenos días para ustedes —ella las deja de abrazar.
Ellas se sorprenden por el repentino abrazo. Ana se pone feliz, y Kenia se pone alegre, pero no sabe cómo sentirse.
Ana: Parece que está de buen humor.
Emili: Sí, un poquito. ¡Oye! Ana, ¿cómo es el dinero de aquí?
Ana: —ella se sorprende y saca un billete de su bolsillo y te lo da—. Mire, este es de un valor alto. Aquí, con el emperador, pagan muy bien.
Emili: —Ella agarra el billete y lo observa. Es igual que en mi mundo, pero este tiene un diamante en el medio—. ¡Uhhhh! —Ella se voltea rápidamente, clona el billete con su don y lo esconde en su círculo negro —. Ten, gracias por mostrarme.
Después de esa conversación, los días pasaron rápidamente, como si fuera un pestañeo, pasaron quince días seguidos, en esos días la relación entre Umeira, Ana, Kenia, Sebastian y Emili mejoro mucho, en esos días Emili por las noches entrenaba con Sebastián para mejorar su manejo de la espalda. Con Ana, Umeira, Kenia y Emili hicieron muchas cosas como aprender la etiqueta de allí y abordar y por petición de Emili Ana le enseña a manejar el dinero aunque le costaba tenía que seguir aprendiendo, aveses Emili a escondidas agarraba libros de magia para leerlos ya que quería saber que tipos de magia existían allí, pero no encontró casi nada solo lo básico de la magia y las encargada de la biblioteca no le ayudaban a encontrar los libros. En esos días, Emili estuvo pensando sobre qué decisión tomaría respecto a lo que estaba pasando y sobre el diario que había encontrado. A ella le parecía extraño que el emperador no les hubiera dicho nada en esos días, no las había interrogado ni las había corrido del palacio. En aquellos días Eliot y Emili se habían estado evitando, Emili no lo podía ver a los ojos por que cada vez que lo hacia no podía evitar pensar en lo que había ocurrido aquel día, siempre que se cruzaban Emili se escondia y Eliot no podía ni hablarle. Al llegar a los dieciséis días ellas estaban en la sala de la habitación de Emili. Umeira estaba sentada en el sofá leyendo un libro y tomando un té tranquilamente, Emili estaba en la ventana sentada viendo afuera, cuando de repente dió un suspiro profundo y miró a Umeira.
Emili: —con una expresión de aburrimiento y viendo a Umeira a los ojos—Umeira, estoy aburrida... y el emperador no me habla. ¡Qué falta de respeto! —cruza los brazos sobre su pecho.
Umeira: —Ella tranquilamente pasa las hojas del libro, con una voz tranquila le dice—. ¿De qué hablas? Si tú eres la que lo ha estado evitando, y si estás aburrida, ¿por qué no lees?
Emili: —Ella se frustra porque sabe que es verdad—. Pero él tiene la culpa... y ya he leído como cinco libros y ya no tengo ganas. Como extraño mi celular —ella se le viene una idea a su mente, se aclara la garganta y con voz emocionada hablá— ¿Qué tal si voy al pueblo de aquí? Quiero conocerlo.
Umeira: —ella para de leer y pone el libro sobre la mesa, con una voz preocupación— Pero es muy peligroso que vaya sola.
Emili: —ella se pone una mano en la barbilla y luego chasquea los dedos— Sí, tienes razón. Ven conmigo. Sabes que puedo hacer clones, así nadie se dará cuenta que no estamos aquí —ella agarra la mano de Umeira y sale algo viscoso de color negro y se forma unas personas iguales a ellas— Ves, vamos. Es hora de irnos.
Ella y Umeira se propusieron salir del palacio a escondidas. Se pusieron capas para que no las reconocieran cuando estuvieran afuera. Emili examinó el árbol cercano al balcón y se tiró a las ramas con Umeira, bajando por el árbol. Al bajar, caminaron por el jardín sigilosamente. Luego, por la parte trasera del palacio, encontraron un muro que escalaron con facilidad. Al llegar al otro lado del muro, Umeira la guió hacia el pueblo.
Unas horas después, por fin llegaron al pueblo. El pueblo era muy colorido, con puestos de comida, tiendas de ropa, dulcerías, restaurantes, cafeterías y joyerías. Todo era muy armonioso, incluso había una fuente.
Emili: ¡Wow! Es precioso. Vamos a la fuente —dijo, agarrándola de la mano y llevándola en dirección a la fuente.