“Ella no es peligrosa por saber lo que quiere, ella es poderosa porque sabe lo que vale”
En los últimos días solo había podido tener contacto con Dennis a traces de mensajes y una que otra llamada debido a que nuestros horarios no congeniaban ni lo más mínimo. Aun así, los días habían sido hermosos bueno dejando de lado las discusiones con mis hermanos y mi madre todo era normal y maravilloso.
La paz que se alojaba en mi pecho había llegado a su fin y la responsable tenía nombre y apellido. William estaba más que molesto por haber estado ignorándolo desde año nuevo, claramente no podía culparme de ello. Había tomado cartas en el asunto y hablado con mi padre como si fuéramos dos niños pequeños en medio de una riña y a pesar de ser su adoración Adam Ivanok no había en dudado en llamar mi atención y obligarme a pasar tiempo con el pelinegro.
—Escúchame Kimberly, sabes que te amo, pero no es correcto lo que estás haciendo con el pobre de William, me ha dicho que ha intentado salir contigo y tú lo ignoras ¿Qué clase de modales son esos? Yo no te he criado de esa forma, el pobre se encuentra muy triste— mentiroso—Debes comportarte como una dama Kim, estas siendo muy descortés. Los MacMillan tendrán un almuerzo en Los Hamptons para celebrar que su hijo les dará un nieto, pensaba ir solo con Marisa, pero dadas las circunstancias tú y William vendrán conmigo, claro que su familia está más que invitada. — Su voz era seria, también escondía algo de decepción no había escapatoria debería ver a mi futuro esposo— Te agradeceré mucho si convences a tus hermanos de asistir— Dicho eso salió de la sala dejándome completamente sola.
Sabía que mis hermanos no iban asistir ya sabias sus excusas de memoria, claramente habían salido como mi madre no entendía cómo podían preferir lugares tan vulgares y de mala muerte antes de pasar rodeados de gente de bien y con todas comodidades. Aun podía recordar una de las navidades, mi padre había estado fuera del país cerrando negocios en Abudabí y los tres porque mi madre se encontraba en todo eso me habían obligado a donar todos mis regalos navideños y como si no fuera poco habíamos pasado toda la noche en una pocilga con niños sin familia. Hasta el día de hoy ha sido uno de los días más traumatizantes de mi vida, claro que luego de eso con el regreso de mi padre quien por suerte pensaba como yo había castigado a mis hermanos y poco tiempo después se había divorciado de mi madre.
—Señorita, su desayuno está servido ¿Desea que se lo traiga o lo tomara en el comedor? — María había trabajado en mi hogar desde antes que yo naciera, mi madre la adoraba pese a su incapacidad de hacer las cosas bien— Lo tomare en el comedor, voy en un momento— Esta se marchó para la suerte de mis pupilas quien no soportaba su sola presencia. Camine hasta el comedor donde mi madre se encontraba leyendo unos papeles.
—Buenos días, hija ¿Ya se fue tu padre? — La palabra “padre” había sonado con cierto tono de odio, no podía creer que fuera capaz de hablar así de alguien que le había dado todo.
—Si, se fue hace un momento. Iremos a Los Hamptons a la hora del almuerzo— Dije con tranquilidad mirándola a los ojos fijamente. Sabía que odiaba que hiciera eso por alguna razón ella decía que la enfrentaba—
—Hoy habíamos quedado en cenar los cuatro, como la familia que somos. Dile a tu padre que no puedes, iras otro día a pasar tiempo con él, no te he visto en días— Su voz era suave, pero a la vez estaba cargada de orden, como si ella pudiera darme órdenes a mi
—Quiere que pase tiempo con William y su familia. Aparte tu quedaste en eso no yo— Me encogí de hombros— Aparte no es como que tu puedas obligarme, te recuerdo que tu rompiste esta familia no vengas hacerte la victima ahora madre— Un enorme golpe sobre la mesa se hizo presente haciendo que la atención tanto de la servidumbre como la mía estuviera solamente en ella.
—Escúchame bien Kimberly, si hay un culpable aquí es tu padre, aquel que tanto idolatras. Pasaremos tiempo como familia y se acabó no te estoy preguntando si deseas o no, aun eres menor de edad y vives bajo mi techo por lo que harás lo que yo diga— Esta vez ella me sostuvo la mirada, no titubeo ni un minuto. Odiaba cuando se ponía en ese plan, como si mi padre tuviera la culpa de su falta de cerebro
—No me hables de ese modo, no eres quien para hacerlo y te recuerdo que gracias a mi es que tienes un techo bajo tu cabeza, la casa está a mi nombre, Alina y Viktor son mayores de edad por lo que sino viviera contigo créeme que estuvieras bajo un puente así que ese discurso no va conmigo. Otra cosa puedes obligarme a pasar todo el tiempo de “calidad” que desees, pero hace tiempo deje de considerarte como mi madre— Mi voz era firme, no iba a dejar que nadie viniera a darme orden alguna ¿Quién se creía que era? Tome un sorbo del té verde escupiendo este— ¡María! — La señora que ya poseía una que otra cana en su cabello se hizo presente— Esto es un asco, eres una incompetente. Agradece estar protegida por el resto porque si fuera por mí ya estarías en la calle hace tiempo, desde ahora jamás volverás hacer mis cosas no sabes hacer absolutamente nada, eres una idiota— La mujer en todo momento mantuvo la mirada baja, ni siquiera se animó hablar o mirarme
—¡Kimberly! No puedes tratar a la gente así ¿Quién eres? No eres más que nadie por tener dinero, solo eres una niña mimada, me decepcionas deberías aprender de tus hermanos— Mismo sermón, el pan de cada día. Siempre ella tan equivocada.
—No me grites, y te equivocas madre soy dueña de todo este mundo, gracias a mi come y alimenta a sus millones de hijos. ¿enserio crees que si le contara a mi padre ella estaría aquí? Y si soy mejor que ella, que tu y que cualquier persona soy Kimberly Ivanok dueña del universo. Tampoco es mi culpa que no sepa hacer bien su trabajo para eso se le paga para que lo haga bien y si no le gusta allí tiene la puerta nadie la obliga a quedarse, solo asegúrate que no se robe nada— Dicho eso me levante de la mesa rumbo a mi cuarto, a lo lejos podía escuchar a mi madre pidiendo millones de disculpas.